capítulo 5

34 10 4
                                    

El precio de la recompensa

.
.
.
.
.
.
.
.
.
.

Un extenso mapa se despliega sobre la mesa, reflejando la vasta extensión del campamento.

—La travesía comienza en el extremo opuesto de la casa del director Drims, y la meta es llegar allí —explica J—, será un viaje del extremo norte al sur. En las diferentes torres de la casa, encontrarán las banderas con el símbolo que los representa. No hay forma de saber si la torre que elijan será la correcta, así que deben pensarlo detenidamente o perderán valioso tiempo buscando banderas que no les corresponden. Además, los hijos de los reyes cuidarán a los integrantes de la madriguera que representan pero aturdiran a los otros. Para ellos todo está permitido, así que eviten encontrárselos a toda costa.

—¿Podemos herirlos? —pregunta Tres.

—Es poco probable que lo logren, pero en teoría, sí es válido.

—¿Es aceptable deshacernos de ellos antes de la competencia? —pregunto, y J me lanza una mirada curiosa.

—No. Así como ellos no pueden eliminarlos antes, ustedes tampoco pueden.

«Aún no es el momento», recuerdo las palabras de Dalot. Él podría haberme eliminado cuando estaba en su poder, pero no lo hizo, y ahora entiendo la razón.

—Les mostraré cómo eliminar a sus oponentes.

Nos muestra una herramienta que se asemeja a un bastón. Tiene un mango largo y delgado, hecho de un material que parece acero brillante. J presiona el único botón que tiene y la parte de la punta se contrae, liberando una esfera naranja resplandeciente que comienza a desprender destellos del mismo color. Es como si varios rayos de electricidad residieran allí, listos para emitir una descarga poderosa.

Sin dudarlo, J golpea a Dos con la parte de la esfera. Cuando la esfera toca a la persona, la desintegra. No es una muerte violenta, sino una transformación abrupta, como si sus cuerpos se hubieran evaporado en un destello de luz. No queda nada más que un ligero aroma a ozono en el aire.

—Tienen que lograr que la punta brillante toque el cuerpo de su oponente.

—Moriremos —murmura Cinco, pero J niega con la cabeza.

—Solo los transporta a la casa principal. El director Drims estará pendiente de lo que vayan apareciendo allí. Quienes queden invictos de cada madriguera ganarán la recompensa.

—¿Qué pasa si dos personas llegan al mismo tiempo? —inquiere Tres.

—No hay excepciones, así que tendrán que pelear hasta quitarlos de su camino o llegar antes.

—¿Llegar antes? —repito alzando una ceja.

—Solo uno de cada madriguera puede ganar. Pero no tienen que eliminarlos a todos. Solo deben llegar primero y tomar la bandera. Sin embargo, dado a la cantidad de personas, es poco probable que lleguen sin pelear.

—Si alguien llega primero y aún quedan varios candidatos en pie, significa que…

—Exacto, perderán. Solo el que tenga la bandera se considera vencedor. Pueden pelear o correr sin parar. No importa si eliminan a veinte o a ninguno, lo importante es obtener la bandera. Pero como dije, es poco probable que logren moverse sin pelear. Tampoco es imposible. Solo deben saber cómo ejecutar sus estrategias.

—¿Hay más armas permitidas? —pregunto.

—No, solo la vara y su ingenio. ¿Alguna otra pregunta? —negamos—. Bien, el día de hoy solo se dedicarán a memorizar el mapa y pensar en cómo llegar a la meta. Pueden hacerlo en conjunto para darse apoyo, pero recuerden que en quien hoy confían, más adelante puede ser quien los traicione para ganar. La decisión es suya.

El campamento de los reyes Donde viven las historias. Descúbrelo ahora