capítulo 9

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La chispa de la rebelión

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El silencio envuelve la madriguera esta mañana. La rutina habitual de entrenamiento y tareas ha sido reemplazada por una calma tensa.

J, igual que ayer, está ausente. No tenemos rastro ni idea de su paradero. Y lo que es aún más desconcertante, las J de las otras madrigueras tampoco están. Es evidente que todos están involucrados en algo, pero la incógnita que me carcome es: ¿qué es?

—Deberíamos ir a investigar —les digo a Jerrold y Haru, con quienes estoy acostada en el suelo de mi habitación, mirando hacia el techo.

—Estaríamos en problemas si ella regresa y no nos encuentra aquí —comenta Haru.

—Nadie dijo que teníamos que salir de aquí.

—¿Y cómo planeas investigar sin salir de aquí? ¿Usarás un espejo mágico? —pregunta hilarante.

—Sí, de hecho, sí —afirmo con una sonrisa.

Me levanto del suelo y me dirijo hacia el escritorio. Abro el cajón con cuidado y busco entre los objetos hasta encontrar el espejo que me entregó Nurt. Lo tomo entre mis manos y regreso al lugar donde mis compañeros me esperan.

Me siento en el suelo con cuidado, colocando el espejo sobre la alfombra frente a nosotros. Ellos se acomodan alrededor, expectantes.

—No me digas que… ¿en serio es mágico?  —pregunta Haru con sus ojos clavados en el espejo.

—Sí.

—¿De dónde lo sacaste? —inquiere Jerrold, extendiendo su mano hacia el espejo. Sus dedos rozan el borde, trazando su contorno con delicadeza.

—Tengo un aliado.

—¿Es de fiar? —pregunta Haru.

—Es algo… singular. 

—¿Qué quiere decir eso exactamente? —insiste Jerrold, frunciendo el ceño.

—Él es… —comienzo a decir, pero me detengo un momento, mordiéndome el labio inferior. Tomo aire y suelto la confesión en un susurro— el bufón.

Un silencio sepulcral se apodera de la habitación. Haru y Jerrold me miran fijamente, sus expresiones mezcladas entre la incredulidad y el asombro.

—Espera —dice Jerrold, recuperando la compostura poco a poco—. ¿El bufón? ¿Te refieres al bufón que dicen que es el líder del mundo mortal?

—Pues… sí  —respondo encogiéndome de hombros.

—¡Estás loca! —exclama Haru, levantándose de golpe—. ¡Nuestra vida no puede depender de un desquiciado!

—Sé que suena mal, pero no hay nadie más que comparta nuestra causa. Es él o nadie.

—Pues mejor nadie —asevera Haru con rotundidad.

—Sus prejuicios les impiden ver el panorama completo —replico—. Él puede ser excéntrico, pero tiene poder. Y en este momento, eso es lo único que importa.

Sus miradas se van relajando poco a poco y la tensión se disipa con cada exhalación. Saben que tengo razón. No tenemos muchas opciones, y en esta situación, la alianza con Nurt, por muy peculiar que sea, es mejor que quedarse completamente solos.

—Está bien —cede Jerrold, suspirando resignado—. Mejor dinos cómo funciona el espejo.

—Es muy sencillo —explico, extendiendo el espejo hacia ellos—. Solo hay que preguntar por algo y lo mostrará en respuesta.

El campamento de los reyes Donde viven las historias. Descúbrelo ahora