Capítulo 9

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Amaneció y Alejandro sentía una resaca terrible, antes de abrir los ojos sintió la presencia de alguien junto a él, no recordaba nada de lo sucedido por la noche, solo percibió que desprende un olor delicioso, cuando abrió los ojos se sorprendió y maldijo, saltó rápidamente de la cama y María se despertó sobresaltándose.

¡No, no, no! Esto no puede ser – dijo negando frenéticamente – ¡maldita sea, esto no debió pasar nunca! – expresó furioso

¡Tranquilízate, Alejandro! – dijo un poco asustada, se levantó de la cama y se cubrió con una sabana

¿Cómo demonios quieres que me tranquilice? ¿Acaso no ves lo que sucedió? – mientras se agarraba la cabeza – de seguro te aprovechaste de que estaba ahogado en alcohol para hacerme caer en tus garras – dijo exaltado

¡No, Alejandro! no puedo creer que me estés acusando de esa forma ¡yo no hice nada! ¡quizá no lo recuerdes, pero no fui la única culpable! – contestó con firmeza – ¡tu quisiste y yo quise, nadie obligó al otro! – dijo exaltada

Dudo mucho de tus palabras – acercándose a ella – que te quede bien claro que no cometeré otro error como este, espero que no quedes embarazada, porque jamás querría a un hijo que viniera de tu vientre, tú nunca serás la madre de mis hijos – la tomó con fuerza por la barbilla para que lo volteara a ver a los ojos – ¡este será el único momento que podrás guardar para alimentar tu estúpido amor por mí! ¡no quiero que le cuentes a nadie sobre esta mierda! ¿escuchaste? – habló furioso

¡No te preocupes por nada de lo que paso aquí! – zafándose del agarre de Alejandro – ¡yo sé perfectamente que esto fue un error para ti! un maldito error o trampa, como quieras llamarlo. ¡Si esperas que te ruegue para que volvamos a hacer el amor no sucederá! nada de lo que estás imaginando es real – dijo aguantando las ganas de llorar

No hicimos el amor ¡esto fue sexo, solo eso! ¡el amor lo hago con Julia! – dijo en voz alta – eres tan patética que dudo que alguien pueda llegar a quererte, debes rogar por sexo porque nadie quiso ser el primero en tocar a una mujer tan insípida como tú

María le soltó una bofetada a Alejandro para después encerrarse en el baño, él se marcho a la habitación en la que se había estado quedando, y ella lloró en silenció mientras se duchaba. Los padres de Alejandro no supieron de esa discusión porque habían salido desde muy temprano.

Alejandro pidió a Ana, que alguna de las empleadas cambiará sus cosas a la habitación de María, les daría el gusto a sus padres de verlo dormir en la misma habitación que ella, pero ellos se lamentaran por esa decisión.

Tocaron la puerta de la habitación de María.

¡Adelante! – respondió ella, aún tenía rastros de haber llorado.

Señora empezaremos a cambiar las cosas del señor, así lo indicó él – informó la empleada

¡Claro, sin problema! ustedes se quedan aquí, yo iré a realizar las compras para la comida – dijo María, mientras salía arreglada con dirección al pueblo

Que le vaya bien señora – expresó la empleada

¡Gracias! – contestó María

Alejandro llamó a Julia para verla cerca del río en el lugar que habían destinado para sus encuentros.

Al ver llegar a Julia la abrazó y plantó un beso en sus labios. Seguía sintiéndose confundido por lo sucedido con María, estaba seguro de que había sido una trampa de ella para atarlo, no podía dejar de pensar en ello, tenía recuerdos borrosos de la noche anterior pero sus sentimientos decían otra cosa diferente a su pensamiento. Sentía culpabilidad de haber engañado a Julia.

¡Te extrañé tanto, mi amor! – exclamó Julia – intenté alejarme de ti, pero no puedo

¡Te necesitaba tanto! – mencionó Alejandro para después besarla nuevamente

¡No sabes que tanto anhelaba estar entre tus brazos! – Besándolo

¡Mi Julia! ¡mi vida! ... quiero dejar todo e irme contigo a donde nadie pueda encontrarnos – dijo acariciando el rostro de Julia

No podemos Ale, tu no podrías abandonar a tus padres y yo me muero si no puedo ver a mis abuelos – expresó tristemente – quizá el destino tiene algo bueno para nosotros, yo te esperaré, sé que podremos ser felices juntos.

Se dejaron llevar por la pasión y se entregaron en cuerpo y alma. Alejandro se seguía sintiendo culpable de haber tenido relaciones sexuales con María, pero sus pensamientos y sentimientos lo llevaban una y otra vez a ese momento y ahora ya no eran recuerdos borrosos, sino que recordaba nítidamente lo que sucedió, sin embargo, su amor permanecía con Julia.

Los días transcurrían y Alejandro tomó como hábito asistir diario a comer, con sus padres y con su esposa, en la hacienda. María amaba cocinar y los paladares de los demás adoraban la comida que preparaba.

La comida transcurría entre pláticas amenas, conversaciones entre Alejandro y Fernando sobre los trabajos en la hacienda donde las veces que María había intervenido fue de gran ayuda y aportó buenas ideas para mejorar el manejo de la hacienda y empresas, para Rebeca y Fernando el tener a María en la casa era una bendición, la querían sinceramente, y para Alejandro su presencia ya no era tan molesta como en un inicio.

Algunos animales están enfermando y sospechamos que es debido al alimento que se les está suministrando, Jerónimo ya revisó, pero no tenemos aún la situación clara sobre lo que está ocasionando que estén mal – comentó Alejandro

Podríamos pedir que otro veterinario venga a checarlos, alguien que se enfoque más al ganado bovino – respondió su padre

Podría pedirle a Ricardo, mi amigo, que venga a revisar la situación de los animales que enfermaron – dijo María – él es experto en el ganado bovino o vacuno, y el ganado equino – explicó relajada

¡No! – contestó Alejandro – buscaré a alguien más – dijo con molestia, el solo nombre de Ricardo hacía que sintiera molestia, recordaba la manera en que veía a María y la forma en que ella sonreía al hablar con él, no le agradaba en absoluto que estuviera nuevamente cerca de ella.

Pero hijo... – respondió Rebeca

Richard es un gran veterinario y no creo que se niegue a venir – expresó María con confusión

¡Dije que NO! – exclamó enojado mientras se paraba bruscamente de la silla para irse

¡Lo siento! – dijo María de manera apenada

No te preocupes, se le pasará, me encargaré de buscar a otra persona para evitar más conflictos – señaló Fernando con calma, sonrió silenciosamente porque sospechaba que su hijo lo que tenía eran celos

Los encuentros de Alejandro con Julia seguían, ella estaba cada vez más enamorada y él seguía enloquecido por ella, sin darse cuenta de que realmente ese amor estaba cambiando y muy pronto lo sentiría por alguien más.

Alejandro y María dormían en la misma cama, él dejó muy claro que no deseaba tocarla, y aunque ella se muriera por estar nuevamente entre sus brazos no haría nada para forzar esa situación. El dormir junto a ella le generaba tensión, y en su mente se repetía una y otra vez la noche que pasó con ella, podía sentir su olor, la suavidad de su piel y sus labios sobre los de él, pero intentaba convencerse de que la seguía odiando y que su amor era solo para Julia.

El sendero del corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora