Capítulo 20

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María fue llevada a su habitación para que estuviera más cómoda, el medico que la atendería había llegado y Altair era la única que estaría que acompañaría a su hija en la revisión.

Mamá, no era necesario que trajeran al doctor – dijo con serenidad y tranquilidad

Hija, es mejor que te atienda, me dejará más tranquila el saber con certeza que estás bien de salud – explicó Altair con cautela, mientras el médico ingresaba a la recámara

¡Si eso te da paz, está bien! – respondió un poco aturdida aún

¿Cómo te encuentras ya, María? – cuestionó – me comentaron que fue un desmayo

¡Que tal, doctor! Así es, de repente comencé a sentir mucho mareo, me sentí muy débil y mi visión se fue tornando borrosa, ahora ya me siento bien – explicaba con claridad y calma – de hecho, no consideraba necesario que viniera, pero mi familia insistió

¡Es un chequeo para ver que todo anda bien después del desmayo! – respondió mientras tomaba la presión – es mejor poder descartar alguna afección grave... ¿Te habías sentido mal anteriormente?

Pues he tenido bastante cansancio desde hace aproximadamente 3 semanas, y en estos días he tenido mareos frecuentes – contestó nerviosa bajo la mirada de su madre

¿hace cuanto fue el último periodo de menstruación? ¿Has tenido algún retraso? – preguntó el doctor

El último periodo fue hace 6 semanas – respondió nerviosa – pero durante el último año me ha pasado frecuentemente donde he tenido retrasos de varios días e incluso semanas.

¿Te has realizado alguna prueba de embarazo? – inquirió mientras veía el resultado de la prueba de glucosa

¡No! – dijo María cabizbaja

¡Altair, puedes ayudarla a hacerse está prueba, por favor! – exclamó mientras sacaba de su maletín una prueba de embarazo – yo estaré en el pasillo esperando

¡Claro! – acercándose a María quien se encontraba un poco consternada por un posible embarazo – ¡vamos, hija!

El médico esperó en el pasillo, hasta que Altair salió para confirmar que la prueba estaba lista.

¡María, felicidades! ¡estás embarazada! – después de observar el resultado de la prueba – los síntomas que has tenido son a causa de ello, te recetaré vitaminas y suplemento alimenticio que debes empezar a tomar, aunque te recomiendo ir lo más pronto con el ginecólogo que llevará tu embarazo.

¡Así lo haremos, doctor! – contestó Altair, dado que María había quedado bastante sorprendida con la noticia.

Altair y el medico salieron de la habitación dejando a María a solas.

¡embarazada! – susurró para sí misma asombrada por lo que estaba sucediendo – ¡estoy embarazada! – tocando su vientre y deslizando su mano sobre él – ¡un hijo de Alejandro y mío! – con voz melancólica, pero con evidente alegría

¡Hermanita! ¿Qué dijo el médico? – preguntó Alondra, entrando junto a Aldo, Altair y Octavio, a la habitación – ¡responde, Mar! ¡por favor! – cuando María seguía sin responder y con el rostro lleno de confusión

¡Chicos, tranquilos! – exclamó con firmeza Octavio

Debemos esperar y si ella quiere contarlo, lo hará sin presiones – expresó Altair dirigiéndose a sus hijos

¡Estoy embarazada! – pronunció con una sonrisa melancólica y llena de amor, y lágrimas de felicidad a punto de salir por sus ojos - ¡Voy a ser mamá! – sus hermanos y su padre quedaron bastantes sorprendidos, y no pudieron decir nada

¡Alejandro, lo tendrá que saber! – soltó Aldo impresionado por las palabras de su hermana

¡No, no, no! – emitió con evidente angustia – ¡Al menos no ahora! ¡por favor! ¡prométanlo!

¡No vamos a decirle nada, hija! Hasta que tu estés lista para hacerlo – pronunció Octavio con seriedad – ¡Me hace muy feliz esta noticia, seré abuelo! – gritando con gran alegría

Todos estaban muy felices por el embarazo de María, pero ella pidió que no dijeran nada a ninguna otra persona, ni siquiera a Alejandro que es el padre y que estaba demasiado preocupado por su esposa.

Alejandro estaba en la hacienda de sus padres, pero no podía estar tranquilo, él necesitaba ver a María, saber que había sucedido con su salud, pero lo corrieron y no le permitieron verla, estaba enojado como un león enjaulado.

Al siguiente día Daniel llamó por teléfono a María, quería verla y saber si aceptaba salir a tomar o comer algo. Nadie, a excepción de los padres y hermanos de ella, sabían sobre su embarazo.

¡Daniel! – habló al responder la llamada

¡María! ¿Cómo te encuentras, supe de tu desmayo? ¿el médico te atendió? – cuestionó con curiosidad

¡Sí! al parecer fue a causa de la presión, quizá tanto estrés me hizo mal, pero ya me siento bastante bien – mintió

¡Me alegra saberlo! – exclamó Daniel – ¿Podríamos vernos? ¡Te invito a comer!

¡Lo siento, pero no estoy con muchos ánimos de salir! – expresó ella con notable agotamiento

Entonces ¿podría pasar a la hacienda y verte? – con insistencia – ¡quiero pasar tiempo contigo!

En verdad, no lo creo conveniente – con tacto e intentando ser lo más cortes posible – posiblemente coincidamos en otra reunión u ocasión

¡María, seré muy honesto contigo! – habló con seguridad – ¡Tú me gustas demasiado! quiero pasar tiempo contigo y que puedas conocerme, quiero que me des la oportunidad de conquistarte y hacerte feliz

¡Daniel...! – murmuró en voz baja, asombrada por la confesión – yo...

¡Piénsalo! Yo tengo la certeza que puedo hacerte feliz – pronunció con firmeza

¡Lo siento, Daniel! Pero yo también seré muy sincera contigo – exclamó con serenidad – no voy a darte falsas esperanzas...yo sólo puedo verte como un amigo, no quiero ni estoy interesada en ningún otro tipo de relación contigo, a pesar de que tengo problemas con Alejandro aún sigo casada con él, y muy a mi pesar lo sigo amando

¡Solo tienes que darme la oportunidad, Mar! – suplicó con desesperación

¡Daniel, por favor! – respondió ella con incomodidad – ya dije lo que siento y pienso, respeta mi decisión ¡por favor! – no dejó que él pronunciara otra palabra más – ¡debo colgar!

El sendero del corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora