Mientras caminaba por los pasillos del centro comercial local en busca de un regalo de cumpleaños para su hermana, mis pensamientos vagaban una vez más hacia él. Sus ojos, que habían sido mi faro en el aula, ahora se habían convertido en una obsesión constante que no podía sacar de mi mente.
De repente, una voz conocida rompió mi ensimismamiento. Volteé y allí estaba él, parado frente a mí en la sección de libros. Nuestros ojos se encontraron por un instante, y aunque su expresión era de sorpresa, también parecía haber un destello de reconocimiento en ellos.
—¡Hola! —dije, tratando de ocultar mi nerviosismo.
—Hola —respondió él con una sonrisa tímida.
El silencio que siguió fue incómodo, pero también lleno de posibilidades. ¿Qué debía decir? ¿Cómo podía aprovechar este encuentro casual para acercarme más a él? Mi mente corría a mil por hora mientras luchaba por encontrar las palabras adecuadas.
Finalmente, encontré el coraje para romper el hielo.
—¿Buscas algún libro en particular?
La conversación fluyó con una facilidad que me sorprendió, y pronto nos encontramos inmersos en una discusión animada sobre nuestros libros favoritos y las últimas películas que habíamos visto. Por un momento, el mundo exterior parecía desvanecerse, dejándonos a él y a mí en una burbuja de complicidad compartida.
Cuando nos despedimos al final de nuestra conversación, sentí una mezcla de emoción y anticipación. Este encuentro casual había abierto una puerta que nunca antes había imaginado posible, y no podía esperar a ver a dónde nos llevaría.
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Entre destellos de café oscuro
Genç KurguEn el laberinto de la cotidianidad, donde las rutinas eran muros infranqueables, sus ojos se erigieron como ventanas hacia un mundo desconocido. Cada mirada era un destello de posibilidades, un atisbo de lo que podría ser si tan solo nos atreviéramo...