|Capítulo 8|

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—¿No tienes ni la menor idea?

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—¿No tienes ni la menor idea?

Luce estaba entrando en pánico porque yo no sabía qué estudiar, si es que iba a estudiar algo en una universidad.

—Nada ortodoxo me entusiasma demasiado —me encogí de hombros mientras me llevaba la taza a la boca.

Era viernes y en pocas horas arrancaría el partido de hockey de despedida para Rusbell, todo el pueblo —sin excepciones— estaba invitado. Olivia era patinadora artística y haría una rutina antes del arranque, así que estábamos desayunando para luego salir en dirección a la pista.

—¿Nada? Podrías intentar viendo el listado de todas las carreras de la Universidad de Varsado e ir descartando —sugirió.

—Ya lo hizo. Tachó todo —respondió Olivia mientras comía la quinta tostada de la mañana.

Luce dijo que tenía pensado ir afuera a estudiar diseño, Italia o Francia aún no se decidía. Esa era la razón por la que había discutido con Jake, pero se habían arreglado. Estarían juntos hasta que ella se fuera.

Olivia, por su parte, tenía bien en claro que lo suyo eran las estadísticas, pero no tanto como para estudiar solo Matemáticas, así que se decidió por Actuario. Devon estudiaría Administración de Empresas así que se verían seguido en la Facultad de Economía. Ellos tenían un poco más de suerte.

Luego, me dijeron que Jake seguiría el mismo camino que Devon y que creían que Shane estudiaría Ciencias Políticas, pero no estaban seguras, no hablaban tanto con él.

Y después estaba yo... nada.

A mí no me aterraba la perspectiva de no saber qué hacer, me parecía mejor que hacer algo que no quería realmente. A mis padres sí les preocupaba, no entendían que yo necesitaba un poco más de tiempo para entenderme a mí misma.

—Ya voy a encontrar lo que es para mí —dije y luego cambié de tema—. ¿Qué vas a patinar hoy Olivia?

Me enternecía la preocupación de Luce por mí, pero no la necesitaba, no me sentía mal por mí misma. Olivia ya sabía que era una pérdida de tiempo tenerme lástima y compadecerse de mí.

—La rutina individual que hice en el Nacional —me sonrió—. Luce ya la vio.

—Es increíble. El primer puesto mejor merecido del mundo.

—No lo dudo —le sonreí.

El día prometía mucho. Estaba emocionada por verla patinar, hacía muchos años que no lo hacía. Y en el fondo también me picaban las ganas de ver a cierto pelinegro jugando hockey.

 Y en el fondo también me picaban las ganas de ver a cierto pelinegro jugando hockey

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Sobre el cielo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora