*Suena la intro de Breaking Bad*
Los muchachos pasaron cuatro agonizantes días junto a Tuco. El plan era llevarse a Walter y Jesse a México, donde iba a esclavizarlos y obligarlos a cocinar metanfetamina para el cártel de Don Eladio. Con sus grandes habilidades de persuasión, Walter consiguió retrasar ese tan temido día, pero ese tiempo prestado se terminaba. Tuco sirvió los últimos taquitos al pastor que iban a comer en Nuevo México, después iban a partir. Los primos de Tuco, hijos de Héctor, se encontraban en camino.
Walter, desesperado, intentó varias veces meterle cristal explosivo en la comida, pero su plan era siempre arruinado por Héctor el cual le advertía a su sobrino; Tuco ante esa situación intercambiaba su plato con el de Walter, este no tenia otra opción más que comerse el taco explosivo. El modo Hulkenberg de Walter le brindaba una resistencia enorme, así que una explosión ligera, que mataría a una persona normal, no le causaba mayor daño que unas quemaduras de 3er grado y algún que otro diente partido. Tuco al ver el humo saliendo de la boca y orejas de Walter sospechó que, tal vez, había algo raro en esos tacos. Walter le aseguró que no era más que el exceso de salsa picante. Otro infalible engaño.
Las ideas se agotaron y Jesse seguía moribundo, no había nada más que hacer. Ambos necesitaban un milagro.
El agente Hank Shrader y el agente Dale Cooper detuvieron su auto frente a la casa de Tuco y Héctor Salamanca. Apoyaron una mano en sus armas enfundadas y golpearon la puerta. Tuco fue a la puerta entusiasmado mientras a Walter le explotaba otro cristal en la boca.
–Marco, Leonel ¿Son ustedes? – Dijo Tuco apoyando su oreja en la puerta.
–Señor Tuco Salamanca, somos el agente Hank Shrader y el agente Dale Cooper del FDECTBIUA.
Todos en la casa se levantaron de su asiento sorprendidos, excepto Jesse, Héctor y el cadáver de No-Doze porque era físicamente imposible para ellos. Walter, en vez de alegrarse de haber sido salvado, se vio más acorralado que ninguno; si lo descubrían en la casa de Tuco habría preguntas. Su única debilidad.
–¿Le molestaría dejarnos entrar? – Dijo Dale calmado pero firme.
Tuco miró nerviosamente de un lado a otro, pensando su siguiente jugada.
–No te andes con rodeos Salamanca. –Dijo Hank agitado, dando un paso hacia el frente.
Tuco no tenía que atacar o escapar. Abrió la puerta de una patada y de un puñetazo en el pecho envió a Hank contra su auto, abollándole la puerta al chocar. Mientras Hank recobraba el aliento y se levantaba, Dale desenfundó su pistola. Los puños de Tuco eran más rápidos que las balas; antes de que Dale pudiera jalar el gatillo Tuco le dio un derechazo a la mano, haciéndolo soltar su pistola y lo tiró al suelo de una patada. Hank logró levantarse, sacó su pistola y comenzó a disparar. Tuco esquivó las balas como si fuera Matrix y se metió dentro de su casa, tomó un fusil de asalto y con la otra mano empujó a Héctor hacia la salida trasera donde estaba su auto. Hank ayudó a Dale a ponerse de pie.
–Perdón Hank, solo soy una carga, no me ayudes y buscá a Tuco.
Antes de que Hank pudiera entrar a la casa, Walter se escabulló por la ventana sin ser visto, llevando a Jesse en sus hombros, sin darse cuenta que dejó atrás su preciada y brillante bolsa de metanfetamina azul (No explosiva) sobre la mesa del comedor. Walter y Jesse escaparon sanos y salvos, ahora solo tenían que atravesar todo el desierto de nuevo México hasta llegar a sus hogares. No soy experto en geografía pero debían ser como 1 millón de kilómetros. Mientras Walter lo llevaba en hombros tarareando "Shimmy Shimmy Ya", Jesse sintió algo en la pierna, como una mordedura de un insecto.