*Suena la intro de Breaking Bad*
Leonel y Marco Salamanca secaron el sudor de su frente mientras traían a su padre, Héctor Salamanca a una oscura habitación, iluminada únicamente por una lampara colgando de un cable en el techo. A la izquierda de los primos estaba sentado el ya putrefacto y lleno de gusanos cadáver de No-Doze, el cual, pensaban, seguía vivo, y quien sabe, tal vez lo estaba. Delante de ellos, en el centro de la habitación, había dos cuerpos postrados en una mesa, cada uno cubierto por una sabana.
Leonel caminó serenamente hacia los cuerpos , tomó una de las telas y la levantó con fuerza. Héctor hizo sonar su campana furiosamente, su expresión volviéndose cada vez más retorcida. El cuerpo de Tuco se encontraba recostado frente a ellos, un gran parche metálico y opaco cubría su frente y cabeza, sus brazos ahora hechos de metales soldados toscamente entre sí, al igual que sus ojos y parpados. "Conseguimos reanimarlo usando la tecnología Seinfeld." Es lo que Marco hubiera dicho si él hablara, pero no fue necesario decirlo con palabras, su cara lo decía todo. "El otro cuerpo va a llevar más tiempo reanimarlo." Dijo Leonel con la mirada. No-Doze no dijo nada, principalmente porque estaba muerto, aunque ninguno de los presentes quisiera aceptarlo.
Héctor miró el cuerpo inmóvil de su sobrino, sus ojos se llenaron de lagrimas. "Voy a encenderlo." Comunicó de alguna manera Marco mientras tiraba de una palanca conectada al cuerpo de Tuco. La luz comenzó a titilar, el cuerpo antes inmóvil tenía bruscos espasmos que se convirtieron en violentas convulsiones, chispas y relámpagos salían disparados de cada superficie metálica. Héctor se hecho lo más atrás que pudo mientras veía el horripilante despliegue de luces y electricidad; los primos quedaron característicamente inmóviles durante todo el proceso. Al terminar, todo se detuvo. Una bola de humo negro salió de la boca de Tuco. Sus labios se movían ligeramente, pequeños espasmos que se volvieron una sonrisa.
–Estoy...
El cuerpo mitad hombre mitad maquina se levantó.
–Estoy vivo. – Dijo Tuco con su voz robótica, mirando sus manos, horrorizado.
Mientras los primos ayudaban a Tuco a bajar de la mesa, Héctor golpeaba su campana. "Bienvenido de vuelta, Tuco." Dijo Leonel con la mirada.
–Tuco... Ya no soy SOLO Tuco... Soy...
Tuco levantó su puño, apuntando a una de las descascaradas paredes de la habitación y después de un estruendoso bang, el puño salió disparado como un misil, impactando contra la pared y desmoronándola.
–¡SOY MECHA-TUCO! JAJAJAJAJA – Su risa inhumana sonaba como gigantes engranajes oxidados.
Atraída por un imán en su antebrazo, la mano disparada volvió a su lugar. No-Doze se mantuvo en silencio, supongo que estaba atónito.
"Eso no es todo, con lo que nos sobró de tecnología Seinfeld construimos esto, papá." Leonel tiró de una soga que, a través de una polea, levantó una sabana que cubría una robótica silla de ruedas. Esta estaba equipada con todo el armamento de Seinfeld más todo el armamento al que tenían acceso los Salamanca: metralletas, cohetes, propulsores, misiles, láseres. Héctor contorsionó los músculos de su cara para formar algo parecido a una sonrisa diabólica. Los primos lo ayudaron a sentarse en su nuevo trono, colocando debajo de su mano su vieja campana. Héctor nunca sintió tanto poder. Ding Ding Ding. Al tocar la campana tres veces todas sus armas se desplegaron, listas para destruir.
Tuco saltaba de una esquina a otra, golpeando el aire con sus brazos supersónicos, testeando la capacidad de su nuevo cuerpo.
–Dios, no puedo esperar a PARTIRLE LA CABEZA a esos agentes. También a ese hombre de hierro. ¡Quiero partirle la cabeza a TODOS! ¡¿QUIEN ES EL HOMBRE DE HIERRO AHORA?! – Tuco revoleó una silla de un lado al otro de la habitación.
"Y eso no es todo." Dijo Leonel con la mente. Después de tirar de otra soga con polea, levantó una sabana que cubría una gran caja de madera, la cual golpeó con su reluciente hacha hasta abrirla, revelando otro objeto cubierto con otra sabana y ahora sí, después de levantarla, reveló una extraña maquina. De metro y medio, similar a un motor con dos turbinas centrales, se veía gastada e inacabada, estampado en un costado podía leerse: "Prototipos Waystar." "Robamos este aparato de un camión de camino a recogerlos. Con esto podemos traer a ese socio de negocios y hacer bullicio. Con él de nuestro lado podemos recuperar el territorio de Tuco, eliminar a esos agentes, tomar lo que nos pertenece."
–¡SÍ, venganza, destrucción, más poder, eliminar bandas rivales, más dinero, más problemas, pero traigan los problemas, más territorio, menos agentes! – Tuco siguió dictando todo lo que pasaba por su mente, que ahora eran como 4 computadoras.
"La clave, está en esto." Leonel sostuvo en su mano la bolsa especial de metanfetamina azul que Walter olvidó en lo de Tuco. Los trozos cristalinos de metanfetamina eran opacos, excepto por uno que resplandecía, emitiendo una brillante luz azul. "Esto, no es cristal."
Mientras tanto, en la luna, sí, la luna, el satélite natural "La Luna," un corpulento hombre fumaba su habano, sentado en un destruido sillón, observando inexpresivamente a una stripper bailar frente a él. A su alrededor se encontraban las ruinas de lo que antes era una hermosa casa, tal vez, en algún momento, hubo una familia feliz viviendo en ella, pero ahora no era más que escombros y ceniza. Detrás del sillón se acercó un hombre joven cargando un gato.
–Escuchá T, llegó un mensaje de los gemelos terroríficos. Tienen pensado un ataque en la ciudad, abrir un portal y atacarla y mierdas así. ¿Qué les digo?
El hombre no contestó, inhaló su habano, retuvo el aire, y exhaló. Después de unos segundos habló desinteresadamente.
–Enviá a Sil, un pequeño ejercito. Nueva York, Nuevo México, no son prioridad, pero si los Salamanca tienen una de las gemas... entonces es mejor tenerlos de aliados. Y sobre todo, terminar el trabajo que ese asesino falló...
Se paró, tiró el habano al suelo y lo miró a los ojos.
–Eliminar a ese comediante.
