*Suena la intro de Breaking Bad*
La oferta laboral de Saul Goodman era mas que prometedora; pero si Walter era algo en esta vida, era ansioso. Ese mismo día, W.W.H. estaba planeando como conseguir dinero por su propia cuenta (Hustling). Iba a hacer negocios con el capo de la zona, Tuco Salamanca. Tuco era un hombre violento y salvaje, pero no completamente irracional. Vivía en su propio mundo donde regían sus propias reglas, como si todos estuvieran equivocados menos él, el juez del mundo. Al parecer, el hombre perfecto para hacer negocios.
Jesse Pinkman, el segundo de Walter, lo esperaba en la esquina de HotDog para arreglar el futuro de sus operaciones criminales. Walter llegó con una mochila desbordante de metanfetamina que podía verse a kilómetros de distancia.
-Ayo bitch – Dijo Jeese, abriendo los brazos, como si esperara una explicación de Walter.
-Jesse ¿Qué pasa Jesse?
-Te dije que este Tuco eran malas noticias. Nos metimos en un marrón de los grandes ¿Y para qué bitch? Ya conseguimos un trabajo mejor redituado y más seguro que trabajar con ese matón.
Walter lo interrumpió – El que pone las reglas en este lugar soy yo ¿Ok Jesse? Un buen negocio no se detiene, es cosa de pragmatismo, de termodinámica ¿Ves a algún negocio grande detenerse? No ¿Amazon? ¿Google? No. – se contestó a si mismo, como si la respuesta fuera tan obvia que no merecía la pena esperar.
–Me chupa un huevo bitch, no estoy hablando de ganancias, estoy hablando de nuestras vidas. Esto es un suicidio.
–Por eso no vamos a ir.
Jesse lo miró, confundido.
–Vas a ir vos solo, Jesse.
–Ah no, no no no No NO.
–Yo soy el cocinero. Eso dijiste, solo soy el productor, es como en el rap. Soy el productor, el beat maker y vos sos la voz, el que se encarga de los negocios, el que da la cara ¿Capiche?
3 Días pasaron desde que Walter envió solo a Jesse a hablar con Tuco. Jesse yacía en una cama de hospital. Todos y cada uno de sus huesos rotos.
–Jesse, te hicieron pija –Dijo Walter, sorprendido de que su plan infalible sea en realidad falible.
–No me digas bitch – Contestó Jesse con las pocas fuerzas que le quedaban.
–¿Y la metanfetamina que te dí?
Jesse no podía contestar, no por vergüenza, literalmente no podía.
–NO, JESSE, ¿DÓNDE ESTÁ? –Walter agitó el cuerpo roto de Jesse hacia atrás y adelante, sus brazos volviéndose ligeramente verdes.
–Tuco
Cuando Walter entendió el sutil mensaje de Jesse, supo que tenia que hacer algo al respecto.
En su laboratorio/casa rodante, su Bati-cueva, si se quiere, Walter estaba creando su nueva arma. Él era capaz de derrotar a Tuco si se dejara llevar por su ira y liberara todo su poder; pero no podía permitirse hacer eso. Su modo Hulkenberg duraba horas, como 2 horas para ser preciso. Le ganaría a Tuco, pero la destrucción colateral marcaría a Walter como un objetivo para las autoridades y en su mente el ya era sospechoso para el FBI y ser más sospechoso pondría en peligro su operación ilegal criminal.
Walter llegó a la base de operaciones de Tuco, cargando una bolsa gigantesca de metanfetamina en sus manos; sus guardias lo dejaron pasar. Al entrar a la habitación principal del edificio, la guarida del mal, se vio cara a cara con el salvaje hombre con el que iban a hacer negocios, el hombre que mando al hospital a Jesse con sus propias manos. Estaba en su escritorio, recostado en su silla, sus pies inquietos sobre la polvorienta mesa, rodeado de hombres armados, sus dientes brillaban por el metal que los recubría. Tuco sonrió y dirigió su mirada furiosa hacia Walter. Al verlo, clavó un cuchillo en la mesa y apoyó sus pies en el suelo.
–Vengo a hacer negocios, Tuco. A buscar lo que es mío y a ofrecerte más producto a cambio de más dinero. Eso es hacer negocios... – Antes de que pueda seguir hablando, Tuco lo interrumpió gritando.
–¿¡LO QUE ES TUYO!? JAJAJAJAJA –Tuco paró de reír inmediatamente y miro penetrantemente a Walter.
–Así es. – Dijo W.W.H. acercándose a la mesa, mientras soltaba su cómicamente enorme bolsa de metanfetamina azul – Negocio, te doy cristal, me das dinero, es así. Ah, y quiero 50.000 dólares por adelantado, por los daños físicos, psicológicos y espirituales que le causaste a mi compañero Jesse. – Tuco se inclinó hacia Walter para hablarle en voz baja. Su vos baja era como la voz alta de cualquier persona normal.
–Dejame entenderlo... – Tuco se acomodó en su propio cuerpo, se mentalizó en escena para repetir los eventos, como si fuera el detective Poirot resolviendo un crimen, poniendo todas las piezas en su lugar. – Primero, te robo tu cristal... segundo, LE PARTO LA MADRE a tu camellito... – Al decir eso Tuco golpeó el aire con la fuerza de una patada de caballo. – Y ahora, venís y me traés ¿MÁS CRISTAL? JAJAJAJAJA, BRILLANTE...
–Sí, brillante... – Dijo uno de los hombres de Tuco, con una tímida sonrisa. Sabiendo que arriesgaba su vida al decir eso.
Walter puso su icónica cara de constipación, la señal de que las cosas se iban a descontrolar. Se acercó lentamente a la mesa de Tuco, todos en la habitación expectantes de su siguiente movimiento. Algunos apoyaron su índice en el gatillo, preparándose para lo peor. Uno de por atrás se distrajo con una mosca.
–Sí, así es, pero te equivocas en una cosa...
Walter tomó lentamente un trozo de cristal de la desproporcionada bolsa de metanfetamina, como un pintor dando la última pincelada a su obra maestra.
–¿Esto? No es cristal.
El brazo de Walter se puso verde radioactivo, sus venas se hincharon y sus músculos se expandieron y con un latigazo de su brazo estroló el trozo de cristal contra el suelo. De pronto, el cristal exploto, causando una onda expansiva que dio vuelta la habitación. Tuco salió volando y chocó contra la pared, con tal fuerza que la agrieto en el punto de impacto. El resto de sus hombres terminaron en el suelo, desorientados y gravemente heridos. Walter siguió en pie gracias a su resistencia superior de su modo Hulkenberg. Con la bolsa de cristal explosivo en la mano, Walter amenazó a Tuco; antes de que pudiera decir algo, Tuco hizo señales a uno de sus hombres para que le de el dinero que pedía. Walter vio al hombre colocar los billetes en una bolsa de tela con el signo "$" inscripto, tomó la bolsa como un atleta olímpico recibiendo una medalla de oro y miró a Tuco.
–Ahora somos compañeros de negocios y voy a traerte más mercancía quieras o no. Una bolsa igual a esta por 50.000 dólares, todas las semanas.
Walter W. Heisenberg se dio vuelta y emprendió su retirada, victorioso, con su bolsa de "cristal dinamita" en una mano y la bolsa de billetes en la otra. Después de dar un paso cerró los ojos y se llevó las manos a la cabeza.
–Una bolsa igual a esta en tamaño volumétrico, no es contenido explosivo... La bolsa que te voy a traer es metanfetamina de verdad; aclaro para que no haya malentendidos.
W. volvió a darse vuelta con una sonrisa engreída, como si esa ultima aclaración hubiera cerrado el trato con Tuco, el cual estaba prácticamente inconsciente en el suelo. El mayor poder de Walter no era su modo Hulkenberg o su metanfetamina explosiva, ni siquiera sus ligeros poderes psíquicos, era su suerte. A pesar de todo, el universo se ponía siempre de su lado.
Walter caminó a su auto. Cada paso era una prueba irrefutable de su superioridad. Lo que le decía su padre era verdad, "todo en la vida se soluciona con una explosión." Esto es canon, su padre de verdad dijo eso, léanlo en la wiki.
Una vez dentro del vehículo, miró el edificio de Tuco, las ventanas rotas, el aire acondicionado en el suelo. La adrenalina se disipó por su cuerpo y comenzó a golpear el volante desenfrenadamente, sus brazos ligeramente verdes. Walter se lastimó la manita.