Capitulo 24: El Escape

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Saori caminaba por los pasillos de lo que alguna vez fue el palacio del reino Overbius.

Un reino antes poderoso y rico, gobernado por bisontes, pero que ahora había caído contra las fuerzas de Adán y su ejército.

Para este entonces Atsdra ya abarcaba siete reinos animales, todos sumidos en la destrucción y la sangre.

Solo él y sus hembras gobernaban, hace poco creó un consejo, siete de sus generales más respetadas para gobernar los siete reinos.

Pero Saori tenía noticias y estaba a punto de entran en los apocentos de su amo, para su sorpresa detrás de la puerta nunca había ruido.

Jamás, tan solo sus pasos, siempre le pareció raro está actitud, desde que fue capturada como esclava siempre había ruido en las recamaras de los líderes, ricos y políticos y solicitaban si presencia.

Desde ruidosas risas a carcajadas, hasta gritos de placer y gemidos, pero desde que se convirtió en general de Adán, nunca escuchó este tipo de ruidos que aún le aceleraban el corazón.

_Deja de pensar en estupideces... Ya no debes tener miedos_ se dijo así misma sacando de sus pensamientos esas horribles escenas que fue obligada a vivir desde muy jóven y entró en la habitación de Adán.

_Señor, le tengo noticias de los reinos de los dragones... Señor ¿Que está haciendo?_

Preguntó ella mirando como Adán se preparaba para crear una pintura, ya tenía todo listo, el lienzo, los colores y la escena.

_Saori mi hermosa felina, llegaste justo a tiempo, cierra la puerta por favor_ Saori hace lo que se le ordena y se acerca a su líder.

_Desde hace rato he querido hacer una pintura pero no pude conseguir que carajos pintar hasta que tú llegaste._

Ella levanta una ceja y hace una expresión de desconfianza pero hace que él se ría un poco _así es, tú serás mi modelo, puedes hablar mientras posas para mí querida._

Él señalaba amablemente dónde debe estar _solo debes quitarte la ropa por favor_ ella se sorprende y comienza a negar con la cabeza.

_¡¿Que?! ¡Ni lo sueñe! Jamás, no pienso desnudarme para nadie nunca más_ Adán suspira, entendía muy bien porque pero ya había lidiado con personas como ella y sabía sus trucos.

_¿Que pasa mi diosa? ¿Por qué quieres ocultar tu bello cuerpo de tú señor y amo? Pensé que confiabas en mi como yo confío en tí._

La mis con mucha gentileza y tomó su mano _siempre he querido plasmar tus hermosa ojos en pintura, tan brillantes como un diamante, tu sedoso cabello pálido y corto, tus perfectas y poderosas manos._

La hizo dudar de su decisión y cada palabra sonrojaba sus mejillas _oh mi señora ¿Por qué? ¿Por qué me oculta la obra de arte que es usted y sus atributos dignos de una deidad._

Lentamente ella dejó que él la despojara de su uniforme y armadura mientras le susurraba al oído mil formas de seducción.

Cada toque que recibía de él al quitarle sus ropas la hacían suspirar y gemir, causando que él sonriera sonriera satisfecho.

Para cuándo ya estaba completamente desnuda y presa de sus manos, ella fue llevada a la cama de su señor y puesta en la posición perfecta para él.

De espaldas al lienzo, sosteniendo sobre su espalda las sábanas de seda dejando expuestos sus pechos y trasero, ella tenía una mirada seductora y su cola se enrollaba en su pierna levemente.

_Perfecto, ahora puedes darme la información mientras le doy inmortalidad a tú cuerpo mi diosa._

Ella tragó saliva y estaba roja, jamás nadie le había ordenado hacer algo tan vergonzoso y lo que más le molestaba es que lo estaba disfrutando.

Cazadores: lobos del norteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora