20. Un Aliado Peligroso

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LAURA

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LAURA

Me costó dormir. No me gustaba como Alonso ganaba cada vez más terreno en nuestros encuentros sexuales. Cada vez se le ocurría una nueva cosa, me ponía tensa pensar que otras ocurrencias pasarían por su cabeza.

Y ya sea con Alonso o Damián a mi lado, no pasaba ni cinco minutos de salir al patio o el jardín, cualquier recorrido por la propiedad parecía estar monitoreado, aunque al mirar no veía cámaras.

Un día me acerqué a límite donde estaba erguida la enorme pandereta de cemento y su borde, alambres de púas y otras cosas. Creo que hasta estaba electrificado el perímetro. Y lo disimulaban con toda clase de arboles para que se vea más estético.

En realidad, me pasaba casi todo el día en una prisión de lujo.

Me miraba al espejo con un hermoso vestido puesto, la prenda con que soñaba de niña, pero no podía sentirme feliz. Él peligro parecía estar todo el tiempo en el aire.

Después de colgar la llamada con Alonso no me podía dormir pensando en si fue buena idea mostrarme frente a Damián, dado que él era uno de los hombres de más confianza del patrón. Y ya era un temerario soldado curtido por los horrores de los enfrentamientos entre cárteles. Toda esa experiencia de vida, lo volvían a mis ojos alguien difícil de predecir, y toda su persona era en verdad intimidante. Tan solo de mirarme en tono hosco, era difícil sostenerle la mirada.

Mis posibilidades de que baje la guardia algún día para que tenga la oportunidad de huir, eran nulas. Y volví a mirarme al espejo, sintiendo rabia, me veía bonita con ropa nueva si, pero solo era una chica estúpida.

Bajé a preparar mi desayuno, la casa como siempre estaba silenciosa.

Y en la cocina estaba Damián, en cuanto entré me dio una mirada tan penetrante que me recorrió un escalofríos por la piel. Jamás me observó de esa manera antes.

—Buenos días. — dije en tono más bien bajo, intentando que no se note mi nerviosismo.

—Hola Laura. ¿Qué tal descansaste sin tu Alonso? — me dedicó una semisonrisa.

—Bien. — no pude evitar sonrojarme de nuevo, lo decía en un tono que había que ser muy despistado para no darse cuenta que insinuaba la falta de sexo.

—Parece que las cosas no están saliendo como se esperaba. Alonso va a tener que quedarse más días de lo esperado. — No sé si fue mi idea, o me contaba la noticia con cierto gusto.

—Vaya, no me dijo nada anoche en la llamada. — Respondí pensativa. Entonces él soltó una carcajada, con un timbre tan varonil y profundo que resonó en toda la estancia.

—No creo que le den ganas de hablar de negocios contigo precisamente...

—¿Cómo sabes tanto de nuestras charlas? — lo miré a ver qué respondía. Todavía rondaba la desconfianza por aquella sombra que vi en la puerta.

FALSO MAFIOSODonde viven las historias. Descúbrelo ahora