18. Marca De Propiedad

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LAURA

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LAURA

Alonso no me presionó más esa noche para que termináramos intimando, como intentaba en un principio. Después que se cortó la señal que emitían esos hombres que aparentemente ingresaron al local de Noa, nos fuimos del crucero.

Para dormir me puse el pijama de siempre y solo me abrazó toda la noche, la única diferencia fue que me pidió un beso antes de dormir. Que duró bastante y hasta pensé que pasaría a mayores. Pero al final con un suspiro de resignación me soltó y solo me sujetó de la cintura para dormir.

No entendía nada.

Al otro día temprano me llamó llorando Noa.

—¡Laura!, anoche después de cerrar se metieron unos tipos y robaron toda la recaudación del día, y los anteriores que teníamos también...— Se puso a llorar desconsoladamente, y yo me congelé al saber que fue verdad lo que vi en la pantalla.

—No, no puede ser Noa, ¿avisaron a la policía?, quizás tengan formas de saber quienes fueron...— en el fondo de mi corazón quería gritarle que el sospechoso número uno durmió a mi lado, pero no podía.

—Los polis ya están aquí, pero el sistema de cámaras que teníamos fue completamente destruido. Están tratando de ver si dejaron alguna huella. No lo puedo creer Laura, ¡jamás nos había acontecido una cosa así!¡Joder que esto es una tremenda putada que nos han hecho! — Noa lloraba desconsolada del otro lado de la línea y yo quería llorar con ella. Sin haber ordenado el ataque me sentía culpable.

—Voy para allá Noa, quizás necesiten ayuda en lo que sea, espérame. — le dije y colgué, no podía dejar sola a mi amiga en estas circunstancias, no me importaba lo que pensara Alonso. Debía al menos estar allí para consolarla.

ALONSO

Laura se había vuelto un poco lenta en captar las indirectas.

Mandé un grupo a robar y hacer destrozos en el local de su amiga, solo para que se enterara que no había lugar en donde ella quisiese trabajar para alejarse de mi y que lograra quedar en pie. Me duché mientras ella se metía al baño de la habitación.

Lo que más me desquiciaba era tener que estar masturbándome para darle tiempo a ella, para adaptarse a la idea que tenía que volver a casa. Cuando bien podía tomar lo que quería, encerrarme con ella en la habitación hasta que me rogase por un descanso. Y ella ni podía ir a la policía a denunciarme. No después de tener varios muertos en su haber. ¿Acaso no se daba cuenta que no tenía un alma en el mundo a quien recurrir? ¿Qué podía esconderla del resto del mundo para siempre sin que nadie se percatase de su ausencia, o siquiera la reclamara como desaparecida? ¿Tanto confiaba en sus lazos débiles con su amiga Noa?

Bajo el agua caliente evocaba de nuevo las imágenes de su cuerpo en ese vestido blanco. Me imaginaba acariciándola, haciéndole experimentar cómo se siente un orgasmo, que me deseara y me pidiera que la llevara al camarote.

FALSO MAFIOSODonde viven las historias. Descúbrelo ahora