13. Sin Piedad

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LAURA

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LAURA

Finalmente me enteré, que tras un año que estuvieron en guerra estos dos mafiosos codiciosos. Decidieron hacer una tregua, porque todo lo que gastaban en armamento para matarse los unos a los otros, estaba acabando con todas sus ganancias.

Para mi desgracia, cuando me topé por accidente con el campamento pequeño en donde tenían al patrón, uno de los cinco hombres que maté era el sobrino de Guillermo. Al que quería como un hijo.

Tanto el patrón como Guillermo que estaba en frente, habían acordado entregarme a mí, para que Guillermo me torturara hasta la muerte y cobrarse la vida de su sobrino.

Alcancé a oír por la llamada que escuché de Damián, que no solo yo estaba en la mira, sino que el patrón también. Esa tregua pactada era tan falsa como los dos mafiosos que acordaron los términos. Cada uno por su lado seguramente tenía su propio plan, y el patrón que supuestamente entró solo con Damián y conmigo ya tendría rodeado el lugar.

Por su parte Guillermo, debería tener planes similares. Y como mi vida no valía nada para estos hombres, yo era la única cuya seguridad estaba a la deriva.

— Lo siento Lorenzo, Damián te llevará, no tiene caso que te resistas él es un hombre entrenado no durarías ni tres segundos vivo, si lo enfrentas. Traté de buscar una solución para que todos estemos a salvo, pero por desgracia tú acabaste con la vida de su sobrino, no tenías modo de saberlo, pero así son las cosas en este mundo. — dijo el patrón sin ningún rastro de emoción en su rostro, y le hizo una seña a Damián para que disponga de mí.

— Levántate mocoso, te vienes conmigo. — Damián sacó un arma y me apuntó directamente. Cuando me levanté de la silla supe que cada paso que diera junto a Damián me llevaría más cerca de la muerte. Debía ante todo mantener el control, el patrón una vez más me demostraba que era una basura sin alma. Que, aunque de verdad hubiese sido una empleada leal a él, de todas formas, me hubiese entregado al matadero.

Porque estos tipos no saben lo que es la palabra gratitud ni mucho menos lealtad.

Damián me llevó del brazo, era un hombre alto y fuerte, aún con mi entrenamiento no tenía posibilidad alguna peleando contra él. Era lejos más fuerte que Alonso, el cual me daba palizas sin mayor esfuerzo.

Salimos de la enorme bodega, y caminamos hasta uno de los aviones privados que seguramente eran propiedad de Guillermo. Y una vez estuvimos arriba, Damián comenzó a revisar toda mi ropa, me quitó la navaja y la pistola que tenía escondidas. Luego comenzó a palpar las zonas de mi cuerpo donde podría esconder más armas.

Mientras tanto yo pensaba en la forma de escapar, de lo que seguro iba a ser una muerte lenta y dolorosa. Entonces mientras me registraba, se topa con la faja que yo usaba todos los días para presionar mis senos.

—¿Qué es esto? — preguntó Damián desconcertado mirando mi pecho.

—Es una faja para ocultar mis senos. — lo miré tranquilamente.

FALSO MAFIOSODonde viven las historias. Descúbrelo ahora