14. Búsqueda Implacable

148 11 0
                                    

LAURA

LAURA

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

LAURA

Me acerqué como pude a la cabaña, el poco descanso y el excesivo esfuerzo de mis músculos, no me dejaban caminar bien.

Se notaba que el lugar no estaba tan poblado, la puerta trasera de la cabaña estaba sin llave. Eso quería decir que los dueños no temían que llegara un intruso, o por lo menos no era lo más común ver gente.

Para asegurarme de que no hubiera nadie, llamé a grandes voces tres veces y nadie contestó.

Entonces me apresuré a sacar más agua y comida para meter en la mochila. Subí a los dormitorios y encontré la habitación de una chica. Aproveché para tomar ropa cómoda y calzado. Y en la cocina saqué de un botiquín lo que necesitaba para curar mis heridas.

Luego me fui a la parte trasera de la cabaña donde había una bodega. Y se me dibujó una sonrisa al ver una bicicleta. Esperaba que me fuera de utilidad para avanzar más, y sin pensarlo me subí dirigiéndome en la dirección por donde se fueron con el auto.

Para salir del amplio terreno había un camino de tierra, que comencé a recorrer de forma apresurada. Lo que menos quería era que la familia volviera y me viera con la bicicleta que de seguro era de sus hijos.

Luego alcancé un camino urbanizado, y me fue todavía más fácil avanzar.

Iba a una velocidad considerable, cuando se me ocurrió que debía deshacerme de la ropa que llevaba puesta. Y me cambié tras unos arbustos.

Con la nueva tenida, de lejos me veía más femenina, por lo tanto, si ese camino era sobrevolado por mis persecutores, quizás podría despistarlos. De seguro todavía me andarían buscando con mi ropa formal de hombre.

Di gracias a que el camino era plano, lo cual me ayudó mucho a recorrer kilómetros sin demasiado esfuerzo de mis piernas, que además estaban lastimadas.

Durante todo el día pedaleaba y descansaba. Solo paré más de diez minutos para comer y seguir rumbo.

Mi corazón se llenó de esperanza cuando a lo lejos vi un pueblo, quizás la misma sensación de un sediento en medio del desierto cuando divisa a lo lejos una fuente de agua.

Se notaba que era una zona turística. Había muchos restaurantes, pequeños hoteles y diversos centros de entretenimiento.

Lo primero que llamó mi atención, fue una estación de buses. Me acerqué y me di cuenta que uno de ellos salía en una hora. Pero me faltaba el dinero para comprar el pasaje.

En un parque cercano había un grupo de jóvenes que se notaba andaban en un bus particular. Entonces me dirigí a ellos para ofrecerles la bicicleta.

En pocas palabras les conté que había llegado de paseo y perdí mi billetera y no tenía cómo volver a casa.

FALSO MAFIOSODonde viven las historias. Descúbrelo ahora