12. El Sanguinario Guillermo

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LAURA

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LAURA

Uno de los enemigos más temibles del patrón era un tal Guillermo. El tipo no solamente era codicioso, para abarcar cada vez más territorio a fin de vender su mercancía. Sino que además sus métodos para acabar con sus competencias, eran despiadados y sanguinarios. Intentaba asociar su nombre a un aura no solo de misterio, sino que, de temor, aún en el mundo mafioso, que de por sí estaba repleto de muerte y excesos de maldad.

Para mi desconsuelo cuando el patrón dispuso el cambio de casa, todos los que éramos empleados fuimos trasladados con los ojos vendados. Tan solo pudimos saber que nos trasladaban en vehículos todo terreno por caminos sinuosos y difíciles de transitar. Hasta estuvimos unas cuantas horas arriba de botes con motor.

Lo que para mí significaba, que lo poco que había logrado estudiar ya no me servía de nada. La nueva geografía donde nos llevaban sería completamente desconocida para mí.

Si antes se me hacía difícil saber hacia dónde debía huir, ahora sencillamente era imposible saber incluso dónde estaba. No podía imaginar peor escenario para mi próximo intento de escape.

La Mansión esta vez era aún más lujosa, y estaba emplazada en lo que parecía ser una hermosa isla. No había forma a simple vista que se acercara el enemigo, si no era por aire o por agua. Y al recorrer el lugar me di cuenta que había cámaras por todos lados. Así como guardias armados hasta los dientes.

Pasó un año más, mientras seguíamos entrenando la lucha cuerpo a cuerpo.

Pero Alonso había cambiado bastante, la mayoría de las veces pasaba por mi lado y esta vez yo era como invisible. Y se dedicaba a coquetearle a las empleadas más jóvenes. Era muy raro que hiciera una broma pesada de mí.

Lo único que podía deducir, es que el juego de la ruleta con el arma tuvo un impacto muy profundo en él.

Y me sentía tan aliviada, poder trabajar con tranquilidad de lo que me mandaran sin estar todo el tiempo esperando una paliza de él.

Pero el patrón se notaba cada vez más distante, en algo ocupaba todo su tiempo, y al parecer tenía que ver con Guillermo su enemigo.

Todo lo que se mandaba a comprar lo traían personas de absoluta confianza del patrón. Como el capataz infeliz que al parecer no me recordaba a mí. Ni mucho menos se acordaba del niño enfermo que asesinó sin piedad. Y además de él, estaba Damián. Solo ellos dos volvían cada quince días con todas las cosas que se le encargaban.

Para mi infortunio me era cada vez más difícil apoderarme de productos femeninos como en la casa anterior. Ahí la situación no era tan controlada, y además estaba la señora Berta que era la que se encargaba de los listados.

Ahora tenía que andar rondando por la cocina, para poder modificar los números, en cuánto a cantidad de todos los productos femeninos que se mandaban a comprar para las empleadas.

FALSO MAFIOSODonde viven las historias. Descúbrelo ahora