Oscuridad

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Sola en el jacuzzi, Chiara cogió la botella de vino a medio acabar que Violeta había dejado atrás y la apuró en tres tragos.

No era la primera vez que estaba a punto de tener relaciones sexuales con una de sus secretarias, pero sí la primera que la rechazaban de tal forma.

Ella era Chiara, Chiara Oliver, y se merecía una muestra de respeto mínima.

Le dolía lo que acababa de pasar, y lo había intentado callar con esa botella sin dar resultado alguno. Sabía que ese tipo de dolor, que no había sentido nunca antes, se asociaba al amor más que a la atracción física.

De toda la gente del mundo, de todas las chicas que habían caído en sus pies, tenía que empezar a enamorarse de la única que la hacía enfadar, que la juzgaba y que parecía jugar con sus sentimientos actuando tan incongruentemente.

Pararía este amor pasajero como fuera, así que la morena decidió que la relación con su secretaria volvería a ser únicamente profesional. Además, ya que Violeta la había dejado tirada, no podría reprocharle ningún encuentro más que decidiera tener con nadie. Por tanto, ahora volvería una era de Chiara que había quedado atrás hacía unos pocos meses.

Volvería a ser la mujeriega jefa que tanta rabia le daba a su secretaria y, de esa manera, la pelirroja se daría cuenta de lo que se había perdido por huir como una cobarde y ella misma podría dejar atrás este estúpido enamoramiento.

Al poco rato de esta pequeña reflexión, Chiara salió del jacuzzi, se puso el batín y se dirigió a su habitación. Una vez dentro escribió en el grupo de whatsapp que compartía con Ruslana y Martin, "Rusmarki", que necesitaba verlos para hablar con ellos.

Una vez enviado el mensaje y gracias al vino anterior se durmió casi instantáneamente, sin darse cuenta de las lágrimas que le habían empezado a resbalar por la cara momentos antes de caer en los brazos de morfeo.

En la habitación de Violeta

La pelirroja llegó a habitación hecha un lío de emociones, con las mejillas mojadas por todas las lágrimas que se le habían ido escurriendo desde su huída del jacuzzi.

Con lo que acababa de hacer estaba poniendo en riesgo la misión por la que había estado sacrificándose todos estos años y principalmente los últimos meses de su vida.

Sabía que escapar de la situación no era la mejor manera de actuar, pero al darse cuenta del contexto general se vio colapsada y necesitó echar a correr para airear sus ideas.

Lo peor de todo es que le dolía haber dejado a Chiara allí sentada, en una posición tan vulnerable, y aunque intentara sacársela de la cabeza no podía parar de ver los confundidos ojos de su jefa penetrándole la cabeza.

Sentía por ella más que una atracción. Era una hipócrita, pensó, pues cómo vas a pillarte de la mujer que tanto daño te ha hecho y a la que tanto daño le harás cuando la traiciones.

Por tanto Violeta se convenció de que, aunque le removiera por dentro, era mejor haber parado allí antes de llegar más lejos.

No sabía cómo podría haber seguido con la tapadera si hubieran llegado a acostarse y a despertarse una en los brazos de la otra, y prefería no averiguarlo.

A partir de aquel momento pondría distancia con Chiara e intentaría meterse en la mafia a través de Ruslana y sobre todo de Martin, con quien había congeniado y hablado prácticamente todos los días desde su llegada a la empresa.

Con las ideas un poco más claras y el pulso estabilizado, Violeta fue al baño para lavarse la cara e irse a dormir.

Al llegar al espejo se vio reflejada, con los ojos hinchados y las mejillas rojas. De repente sintió unas terribles ganas de vomitar, pues el efecto eufórico del alcohol ya había surtido efecto y ahora se encontraba sola con ella misma y un estómago tremendamente delicado.

Cherry Bullet ( Kivi )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora