𝕮𝖆𝖕𝖎𝖙𝖚𝖑𝖔 30 el apagón

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Los días anteriores antes de entrar al instituto, salí varias veces con mis amigas. Tuve un reencuentro con Zayan, quien regresó de su viaje. En mi familia, todo marchaba normal. Papá seguía la comunicación y las salidas con el papá de Matthew, y ambos seguían felices, recuperando el tiempo perdido. Después de aquella noche en mi jardín, Matt y yo no nos hemos vuelto a ver. Pero aquí estoy en el instituto y sé que es cuestión de tiempo para que eso pase.

En el instituto, todo estaba vuelto un caos. Las chicas y los chicos hablaban de una tal pijamada, pero yo no le di importancia y seguí con mis cosas.

— Izel, ¿qué pijama usarás? — me preguntó Ashley.

— ¿Pijama?

— Sí, es que todos los 10 de octubre se hace una aquí en el instituto — me explicó Lisbeth.

— No quiero estar — hablé.

— ¿Y si te digo que te daré unos apuntes para escribir tu novela?

— En serio — abrí los ojos — pues, siendo así... sí.

Las niñas y yo nos vestimos listas para la pijamada. En la cancha de baloncesto se estaba llevando a cabo la pijamada de los chicos y en el salón de baile la de las chicas. Ambos lugares estaban cerca.

Había una decoración muy bonita, pero me dolían los ojos de solo ver tanto rosa. En el suelo había muchísimas camas improvisadas, las luces eran LED y estaba lleno de niñas de muchas edades. Algunas maestras también estaban vestidas con pijama para asegurarse de que todo marchara bien.

Las chicas y yo también comenzamos a improvisar una cama para las 3, bueno, las 4 porque la prima de Ashley también estaba.

Varias dinámicas comenzaron, pero yo no tenía mente para nada.

Me escapé del salón de baile sin ser notada. Necesitaba salir a pensar un poco, pero esa paz que buscaba fue interrumpida cuando la presencia de Alexa al frente de mí me hizo recordar todo entre ella y Matt.

— Hola — saludó con un tono para nada amistoso.

— ¿Qué quieres? — pregunté.

— Ay, solo quería saludar.

La miré de arriba a abajo sin importancia y me fui. A esa chica se le nota la hostilidad por encima de la ropa.

Llegué a un área bastante sola y allí me senté a pensar un rato. Pero un apagón me hizo levantarme de inmediato. Desde lejos se podían escuchar los gritos de todos alarmados. Permanecí quieta para luego incorporarme e ir hasta donde estaban las chicas.

Dando varios pasos lentos, con las manos extendidas para no chocar, había dejado mi celular y no tenía cómo alumbrar, y todo el instituto estaba oscuro. Choqué con algo de repente que me hizo soltar un grito.

— ¡Ah! — caí al piso, encima de lo que parecía ser una persona.

La persona que permanecía anónima por la oscuridad tocó mi cintura intentando alejarme. Yo aún no reaccionaba bien, la mano de la persona subió hasta mi cara y la tocó. Ese tacto me parecía conocido, pero rápidamente alejé el pensamiento de mi mente y me iba a levantar cuando su mano me acercó por la cintura hasta hacer caer mi cuerpo nuevamente en el de él. Sentí sus labios encontrar los míos rápidamente y me dejé llevar en ese apasionado beso. En mi mente, él era Matthew.

— Hasta a oscuras te reconozco — habló Zayan.

Tragué saliva con fuerza, parpadeé varias veces y carraspeé. O sea, ese chico no era Matt, era Zayan.

En ese instante, la luz volvió y frente a nosotros se detuvieron Matthew y algunas personas más al ver aquella escena. Actué por instinto y me incorporé rápidamente.

— Ah, la luz regresa justo a tiempo para iluminar el escenario de su drama romántico. Deberían empezar a vender entradas — rompió el silencio incómodo Matt.

Lo atravesé con la mirada y él hizo lo mismo. Siguió su camino y se fue.

— Mierda — susurré.

— Oye, ¿dónde estuviste durante el apagón? — me interrogaron mis amigas al volver.

— Fui por algo a mi habitación — mentí.

En el salón donde estaban las chicas no había ninguna maestra, por lo que solo éramos nosotras.

— Oye — habló alguien detrás de mí.

— Te estoy hablando, torpe — voltee rápido.

— ¿Qué quieres, Matt?

Podía escuchar los susurros de las chicas.

— Vamos — me ordenó y a la vez hizo un gesto para que lo siguiera.

— No — hablé firme.

Se acercó a mí con agilidad y, antes de que pudiera reaccionar, me subió sobre sus hombros. Empecé a moverme para safarme de su agarre, pero fue imposible.

— Matthew, ¿qué haces? — se paró en frente Ashley.

— Solo hablaremos.

Matthew salió conmigo en sus hombros, pero cuando llegamos al techo del instituto, me soltó.

— ¡Imbécil, ¿qué haces?! ¿Estás loco? — le golpeé el pecho, pero él solo me miraba.

— Te estoy hablando, te digo que qué mierda te pasa — tragué saliva — idiota.

Matt se acercó a mí. Nuestros labios se encontraron en un beso lleno de pasión y deseo. Sus manos se aferraron a mi cintura con fuerza mientras mi corazón latía con intensidad. Cada roce era como una chispa encendiendo un fuego dentro de mí, un beso duro y ardiente que me dejaba sin aliento. La tensión entre nosotros se palpaba en el aire y, aunque al principio me resistí, pronto me dejé llevar por la vorágine de emociones que inundaba cada centímetro de mi ser. Era un beso que hablaba de deseo desenfrenado y anhelos ocultos, un encuentro feroz que nos consumía a ambos en un torbellino de sensaciones.

Por si volvemos a vernosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora