𝕮𝖆𝖕𝖎𝖙𝖚𝖑𝖔 31 por poco...

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Matt y yo estábamos solos mirando las estrellas en un lugar muy apartado del instituto, donde no se escuchaba ningún ruido. Solo éramos él y yo.

— Aquí tienes — me extendió su celular y yo lo miré confundida, pero lo tomé.

Ahí había un video que yo debía reproducir. En el video se veía a Alexa y a él solos en un pasillo del instituto, y él la enfrentaba preguntándole por qué ella había hecho lo de las fotos. Y ella burlonamente le dijo que ella no iba a dejar que él fuera feliz con nadie más. En conclusión, el fin del video era mostrarme que Matt tenía razón.

Sentí mucha felicidad, pero no la expresé.

— ¿No te da gusto? — preguntó Matt.

Asentí.

Matt se puso de pie y me invitó a hacer lo mismo. Posteriormente, me tomó de la mano y echó a correr conmigo hacia el interior del instituto. Al llegar a la puerta de su habitación, nos detuvimos.

— Me he quedado sin compañero de cuarto — me explicó — entra sin miedo, no te haré nada que tú no quieras —rió pícaro.

Todo el instituto estaba a oscuras. La habitación de Matt estaba igual, pero inmediatamente que entramos, él encendió una linterna.

La electricidad puede fallar, pero entre Matt y yo, la energía era única . Con el brillo de la linterna iluminando apenas nuestras siluetas , sentí cómo el ambiente se cargaba de una tensión eléctrica distinta. Sus ojos me buscaban con una intensidad que me dejaba sin aliento, y sin decir una palabra, su mano encontró la mía, atrayéndome hacia él en un gesto que hablaba más que cualquier explicación.

— ¿Por qué te confundo? — soltó.

Lo miré confundida.
— ¿De qué hablas?

— Un día borracha me confesaste que te tenía confundida.

— Eso... no pasó — aclaré.

— Sí pasó y no me aguanté y te besé — se sentó a mi lado.

— Tú lo dijiste... estaba borracha.

— Los borrachos no mienten — explicó.

— Ya no. No me confundes porque ni siquiera me gustas — puse los ojos en blanco.

— ¿Ah, sí? — me retó — quiero ver eso — se levantó y dejó la linterna en la cama, haciendo que la iluminación empeorara y que solo se viera un poco su silueta.

— Matt, ¿qué haces? — titubeé.

Lo tenía justo enfrente de mí, su altura era asombrosa, sus brazos musculosos y bien definidos me hacían querer estar en ellos. Matt se quitó la sudadera y luego se dio la vuelta para poner la prenda en su tocador, y me dio una vista asombrosa (su amplia y definida espalda desnuda), aparte de ese tatuaje en su nuca que me ponía la mente a volar. Se volvió frente a mí y allí me percaté del tatuaje más reciente.

Yo permanecía inmóvil en la cama, solo analizando cada movimiento. Matt se acercó a mí y tocó mi cara, y eso me hizo estremecer.

Acercó su cara a la mía y poco a poco su respiración se iba volviendo más rápida. Yo estaba loca por tocarlo y besarlo, pero quería seguir jugando un poco más.

— Te ves espectacular con esa pijama de cerditos — habló sin apartarse de mí.

Intenté abrir los labios para intentar decir algo, pero las palabras se me fueron cuando la mano de Matthew tocó mi pierna.

— ¿Qué estás haciendo? — inquirí.

— Aún no hago nada.

— Matt, creo que es mejor que me vaya... — me interrumpió clavándome un beso.

Quise apartarlo y la verdad no sé por qué.

A medida que ese beso se volvía más intenso, pasional y brusco, parecía que el tiempo se detenía. Mis pensamientos se dispersaban mientras anhelaba sentir las manos de Matthew explorando cada centímetro de mi cuerpo, y como si fuera magia, él respondió a mi deseo. Mi mano se deslizó hacia su nuca, mientras la suya acariciaba delicadamente mi rostro y la otra se posaba en mi muslo, aumentando la intensidad del momento. Nos separamos brevemente para recuperar el aliento, pero el deseo ardía en nuestras miradas, alimentando la pasión que nos consumía.

— Matt... yo... yo nunca — volví la mirada — ya sabes...

Matt me calló con otro beso y luego se apartó un espacio.
— Lo sé.

— Pero no quiero que lo hagas con pena o timidez. — sonreí pícara y a la vez nerviosa.

— Dios, Izel, pero es tu primera vez.

— No tengas compasión — volví a unir mis labios con los de él.

Por si volvemos a vernosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora