Tocaron a mi puerta muy temprano y yo recién me estaba cepillando el cabello.
— ¿Quién? — pregunté.
— Soy tu mamá — gritaron en respuesta.
— Pasa.
Mamá entró a mi habitación y se quedó observándome un momento, yo no dejé de hacer lo que estaba haciendo.
— Quiero que salgamos a comer hoy — se sentó en la orilla de la cama — ¿qué dices, hija?
— Mamá, mira, yo de verdad no quiero faltarte al respeto, pero tengo todo grabado en mi mente. Lo de ese día no sale de mi cabeza — confesé.
— Lamento — se levantó de la cama — hija, lamento todo lo que dije... por favor, acepta esta "cita" conmigo y pasémosla bien.
A pesar del carácter fuerte que mi madre tiene, no podía dejar de quererla, o odiarla y esas cosas. Siempre he querido llevarme bien con ella, tal vez hoy es el inicio.
— Está bien — sonreí.
— A las 11 te espero abajo — me lanzó un beso.
Empecé a alistarme rápidamente, me sentía emocionada. Hacía tiempo que no salía a solas con mamá.
— ¿A dónde iremos? — pregunté entrando al auto.
— Primero vamos al spa a hacernos unos arreglitos.
Llevaba tiempo esperando momentos así con mamá.
Llegamos al spa y estaba muy bien habitado, algunas amigas de mi madre comenzaron a saludarnos.
— Tienes una hija igual de hermosa que tú, Kendra — habló una señora.
— Verdaderamente sí, que tengo una hija hermosa — volteó a verme y me regaló una sonrisa dejando ver sus perfectos dientes.
Mamá es muy hermosa, tiene un cuerpo muy lindo, es morena, un poco pequeña y con un cabello muy bonito y un rostro casi perfecto.
Primeramente pasamos al área de masajes y allí nos asistió una señorita joven y con un toque angelical. Mientras nos masajeaban, escuchábamos música suave.
Luego de eso, pasamos a las uñas. Noté que mamá se las hizo almendradas, pintadas de rojo. Yo me las hice igual, en forma de almendra, pero con un color rosa pastel.
Pasamos al cabello. Mi madre se hizo ondas y la verdad las hacían ver más bella.
— Te ves muy linda — la halagué.
— Gracias, ¿tú qué te harás? — señaló mi pelo.
De inmediato, el estilista soltó mi cabello.
— Estoy pensando en cortarlo — hablé, volviendo la vista al espejo enorme que tenía en frente.
— ¿Qué? — exclamó mamá y el estilista al mismo tiempo.
— Sí, es que quiero un cambio — me miré, analizando mi cabello — mmm, me gustaría cortarlo más arriba de los hombros — hablé sonriente.
— Estoy segura de que te quedará perfecto — habló el estilista.
— Te vendría bien aclararlo un poco — sugirió mamá.
— Sí, me parece perfecto.
El estilista comenzó. En un momento me puse nerviosa al ver cómo cortaba todo mi cabello, luego me aplicó el colorante que había elegido hace un momento.
Wao, me encanta. Está bellísimo. Me siento diferente, me veo hasta más grande. Mm, esto me encanta verdaderamente. Me hablé a mí misma mientras me miraba al espejo.
Recibí varios halagos por parte de mi madre, el estilista y varias clientas más. Al salir de aquel establecimiento, fuimos a comprar ropa y luego a comer.
— Está delicioso — hablé mientras cogía mi bebida.
— Es fascinante la comida de aquí.
— Voy al baño.
Me levanté para ir al baño. Estaba un poco retirado de donde nos encontrábamos. Al entrar, me di cuenta de que dejé mi cartera y mi celular. Me lavé las manos y salí.
— Hija, te han enviado un mensaje.
Rápidamente tomé mi móvil y había un mensaje de Zayan. El corazón me dio un vuelco. Me saludaba y me preguntaba qué tal estaba. Rápidamente le respondí.
— Con respecto a lo sucedido la otra vez — empezó a hablar mamá.
— Ma — intenté hablar.
— No, espera, Izel — me interrumpió.
— Sé que no soy la mejor madre y que... a veces te exijo demasiado — me miró a los ojos — pero lo hago porque no quiero que pases por las cosas que yo pasé.
— Mamá, ni siquiera sé lo que pasaste... nunca me lo has contado.
— Cuando era muy joven, mis padres me echaron a la calle porque yo era "un gasto para ellos" — hizo comillas con los dedos — ellos estaban metidos en la droga, nunca me buscaron. Yo pasé muchas necesidades... vivía en una construcción, comía a veces.
— Mami, lo lamento — tomé su mano — pero, ¿ahí fue cuando conociste a papá? O sea, ¿cuando vivías en la calle?
Mamá se quedó pensativa un momento y se puso pálida al instante. Se limitó a no decir otra cosa más acerca del tema.
— Solo me preocupa tu educación porque quiero que seas grande en la vida... sé que tu padre también es fuerte, pero él va a cambiar.
— Ma, no sabía todo eso. Eres muy fuerte y una guerrera.
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Por si volvemos a vernos
RastgeleEn un mundo donde las palabras y los puños chocan, una chica se debate entre su pasión por escribir y su obligación de boxear. En el instituto, se ve envuelta en un triángulo amoroso con un boxeador y un chico diferente. Sin embargo, un secreto amen...