15. Planes

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Un mes transcurrió desde que Triana tomó el control de aquel lugar donde los sueños parecían olvidados y las pesadillas eran la única realidad. El ambiente negativo denotaba por cambios evidentes, desde la instalación de cámaras de seguridad hasta horarios que debían seguirse rigurosamente al pie de la letra. La idea de escape se desvanecía, nadie se atrevía a mover un dedo sin que Triana estuviera enterara. Un día, Triana reunió todas las chicas nuevamente.

—La palabra de Dios dice que cuando el fin esté cerca se verán señales. —Dijo Triana con los brazos detrás de su espalda, dando vueltas por todo el cambiador donde estaban las chicas. —Yo, al igual que Dios, planifiqué el fin para una persona que se negaba a seguir mis órdenes. —Dijo mientras se acercaba a donde Yatzil. —Pero yo no veo que tu fin esté cerca. ¿O sí?

—Tria... —intentó intervenir Elizabeth.

— ¡Tú ni te metas! Déjala que ella hable.

— ¿Qué quieressaber? —Preguntó Yatzil con voz firme.

— ¿Qué es lo que quierosaber? —preguntó Triana mientras soltaba una carcajada. —Lo que quierosaber es por qué no te has muerto de hambre.

—Acaso no sabes que una persona es capaz de sobrevivir sin comer más de 21 días.

Triana se quedó callada unos segundos y dijo. —No me esperaba que lo supieras, la verdad, menos de una persona que viene de un lugar como el tuyo.

—El lugar de origen no define a la persona, sin embargo, tus pensamientos revelan quién eres en realidad.

Todas las chicas comenzaron a reírse. —¡Silencio! —Gritó Triana molesta. —Triana la cogió del pelo y le dijo. — ¿Desde cuándo te has vuelto tan insolente?

—Decir la verdad solo es insolencia para los que intentan cubrir una mentira.

—Vamos a ver si eres tan valiente hoy en la noche. —Dijo Triana mientras la cogía del brazo bruscamente.

— ¡Suéltala! —Intervino Elizabeth jalándola del pelo.

— ¡Whisky! —Le gritó Triana, y este salió en su auxilio. Whisky puso sus manos alrededor del estómago de Elizabeth separándola de Triana.

— ¡Suéltame! — Elizabeth gritaba con la respiración hiperventilada, luchando desesperadamente por liberarse. La angustia y la desesperación se entrelazaban en un dramático intento de escape. —Porque solo con hombres sabes defenderte. ¡Dale! Que no tienes valor, hijueputa, peleemos, solo vos y yo.

—Déjala, Whisky. —Ordenó Triana, y este aventó a Elizabeth a un lado. —Por su maldita insolencia, hoy vas a asistir al prostíbulo, obligada y vas a acostarte con cualquier hombre que te quiera.

— ¡No! Yo ya no quiero acostarme con nadie más. —dijo Yatzil casi llorando.

—No te estoy preguntando, lo vas a hacer y punto.

— ¿Si no qué? —dijo Elizabeth mientras se levantaba del piso. Whisky la detuvo, pero Triana puso su mano y apartó a Whisky a un lado.

—Déjala. —Triana se le acercó a Elizabeth y con las cejas fruncidas le dijo furiosa. —Si no, mandaré a tu amiga al agujero negro, y sabes muy bien lo que le pasó a la última persona que estuvo ahí. Elizabeth se quedó en silencio y salió corriendo fuera de la habitación llorando. —Las quiero listas antes de las ocho; los hombres las esperan, muchachas. —Y soltó una risa burlona.

Todas las chicas comenzaron a murmurar entre sí, y entre esas voces, la frase que más se repetía era sobre ese dichoso agujero negro. Yatzil estaba sumamente confundida y decidió acercarse a sus amigas, Cristal y Karina.

—No puede ser tan malo ese agujero. —decía Cristal.

—Lo es, créeme. —le contestaba Karina.

—Disculpen, ¿qué es el agujero negro? —Karina en ese momento quedó en silencio y no dijo una palabra. — ¿Ustedes ya han estado ahí?

—Yo no. —contestó Cristal. —Pero ella sí. —y señaló a Karina.

— ¿Podrías decirme qué es lo que pasa? —preguntó nuevamente Yatzil.

—Discúlpala, ella es un poco tímida y le cuesta hablar con las personas. —Cristal miró a los ojos a Karina. —Anda, dile... solo por esta vez para ayudarla.

Karina soltó un suspiro y comenzó a contar —Hace un año, cuando recién comencé a conocer a Cristal, de hecho, yo fui la primera persona que le habló a ella,

— ¿Tú?

—Sí, aunque parezca increíble, yo no era muy sociable en ese entonces. —Intervino Cristal. —Cuando la tristeza llega el silencio es vicio pasajero, porque como cualquier vicio no es bueno que se quede mucho tiempo

—Sí, un día un cliente llegó sumamente borracho, yo no lo quería atender, pero Triana queríaobligarme a hacerlo. Yo le insistí que no me obligara a hacerlo porque me daba asco y su forma de caminar y de hablar traía muchos recuerdos a mi mente. Pero parecía que a Triana esto nunca le importó, así que a la fuerza me metió con ese hombre y...

— ¿Y entonces? —preguntó Yatzil.

—Me metí en el cuarto con él y cuando me quiso obligar a hacerle sexo oral, le mordí el pene y comencé a rasguñarlo y golpearlo porque si hay algo que más odio es que me obliguen a hacer cosas que no quiero. La última en entrar ahí fue Sofía, la chica que mataron cuando tú viniste. —A Yatzil se le puso la piel pálida del susto. Cristal cogió del hombro a Karina y ambos miraron a Yatzil. Cristal le dijo: —Sofía llegó junto con Elizabeth al bar de manera voluntaria para trabajar. Pasaron meses y subieron de nivel más alto que cualquier otra.

Karina continuó contando: —Pero entonces, Sofía comenzó a tener un cliente recurrente y Triana notó esa actitud sospechosa. Instaló unos micrófonos en un cuarto y comenzó a escuchar una conversación que ella tenía con ese hombre.

Cristal continuó diciendo: —En los micrófonos se escuchaba a Sofía planeando una revolución contra Marcelo y un escape con el hombre que era un policía infiltrado que había quedado completamente embobado con ella. Triana fue a contarle al jefe, este estaba furioso y ordenó a sus dos matones favoritos entrar al cuarto, sacar al policía mientras Triana jalaba a Sofía del pelo.

Karina terminó de contar: —Ambos fueron llevados a un callejón cercano y ejecutaron al oficial frente a ella, luego la llevaron al agujero y estuvo ahí hasta que llegó su reemplazo... o sea, tú.

— ¿Yo?

Cristal quitó el hombro de Karina y se acercó a Yatzil. —Mi niña, lo más seguro es que ya estabas en los planes de Marcelo.

—Lo que Marcelo no cuenta es que ella se va a ir de aquí. —Dijo Elizabeth apareciendo con los ojos hinchados de tanto llorar.

— ¿Pero cómo? Si esos dos cubren las únicas dos salidas del prostíbulo.

—Si no existe otra salida, hazla. —Dijo Elizabeth con una sonrisa. —Karina, ¿el agujero es tan oscuro? No hay ni un rastro de luz.

—La única luz que entra es en el día por una pequeña ventanita, creo que es para que no quede ciega. Y durante la noche a veces alumbra la luz de la luna. —Contesto Karina.

— ¿De qué tamaño?

Karina cogió un labial y en la pared comenzó a dibujar un rectángulo. —Más o menos así.

—Bien. —Dijo Elizabeth y aplaudió. —Milagro, ¿crees que ella podría pasar por ese agujero estrecho?

—Déjame pensar. —le contestó. — ¿Tienes una faja?

Elizabeth fue corriendo al cuarto diciéndole. —Espérame, ya vengo. —arrebató sus cosas y sacó una faja y fue corriendo de regreso. —-Aquí está. —y se la entregó a Milagro.

— ¿Estás pensando lo mismo que yo? —dijo Milagro con una sonrisa.

—Creo que sí.

Camino viejoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora