—Yatzil, despierta —decía doña Mercedes mientras sacudía el cuerpo de Yatzil, el frío de la mañana envolvía su conversación en un velo misterioso y sombrío.
— ¿Qué pasó? —preguntó Yatzil, sus ojos se abrieron como portales a un mundo desconocido y lleno de incertidumbre.
—Ven.
Yatzil siguió a su madre hacia la sala, su corazón latiendo con un ritmo inquietante, como si presentimentara una tragedia. Le pidió que se asomara por la ventana, y al hacerlo, un escalofrío recorrió su espina dorsal. Su padre, había desaparecido como una sombra en la neblina que se desvanecía en la distancia.
— ¿Dónde crees que pueda estar? —le preguntó Yatzil a su madre, su voz estaba llena de temor.
—No lo sé. —contestó—. De tu padre me puedo esperar cualquier cosa.
— ¿Y Elías?
—Lo estaba bañando, ahora lo dejé jabonándose.
—Pero si apenas son las 6:00 de la mañana.
—Necesito que te los lleves al pueblo, para que doña Julie los cuide mientras regresa tu padre. Esta mañana leí las hojas que trajiste anoche y metí todos los documentos que te pedían.
— ¿Qué hay de la firma de mi papá?
—Yo tengo su cédula y puedo recrear su firma.
—Se pondrá muy enojado, no quiero que te haga algo malo.
—Si, además, tú me pusiste la idea en la cabeza y sabías que tendría riesgos, ¿verdad?
—Sí, pero no quería ponerte en peligro.
—Yatzil, cuando una mujer vive bajo maltrato, siempre está en peligro.
Yatzil solo se quedó pensando unos segundos, las palabras de su madre resonaban como un trágico recordatorio de su difícil realidad.
—Está bien, te haré caso, voy a ir con Elías.
Su madre continuó bañando a Elías mientras Yatzil alistaba su ropa para también bañarse e irse con él. Los dos estaban listos, su madre le dijo que fueran en la bicicleta, pero en realidad no confiaba mucho en que esa bicicleta aguantara a ambos, y sería peligroso que se cayeran en pleno viaje. Así que Yatzil prefirió que se fueran a pie antes de que pasara alguna desgracia con su hermano. Por un camino de tierra y bosque a ambos lados. Elías corría con una rama en la mano, golpeaba los árboles y cuidaba de no ensuciar sus zapatos blancos ni su ropa para causar una buena impresión.
Yatzil escuchó unos vehículos atrás de ella, lo cual le pareció extraño, ya que por esa zona no solían pasar; lo único que pasaban eran pájaros que se hospedaban en los árboles. Llamó a Elías, que se encontraba en medio del camino, para que no estorbara. El ruido del motor retumbaba como un ominoso presagio.
El rugido del motor del vehículo cortaba el aire, mientras Yatzil sostenía la mano de su pequeño hermano, paralizados. La van sombría se detuvo, y sus ventanas oscuras ocultaban los secretos de los hombres aterradores que descendieron, llenos de tatuajes y cicatrices. Yatzil luchaba por mantener su temple, su rostro inexpresivo ocultando el terror que rugía dentro de ella.
—Buenosdías —dijo uno de los hombres con una sonrisa que se sentía más como una amenaza.
—Buenosdías —contestó Yatzil, sus palabras susurradas apenas se escuchaban en la densidad del miedo. —Niña, ¿tú sabes el camino al pueblo más cercano por casualidad?
—Sí, es hacia allá —contestó, señalando con mano temblorosa el camino que llevaba hacia el pueblo.
—Tengo miedo —susurró su hermano, y su voz temblorosa rompió el frágil caparazón de Yatzil.
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Camino viejo
Mystery / ThrillerEn los sórdidos callejones de la gran ciudad, Yatzil, la joven campesina, se encuentra atrapada en las fauces de una existencia desgarradora. Arrancada de su apacible pueblo, es arrojada al turbio mundo de la prostitución, donde su inocencia se desv...