Capítulo 5: Anarquía

9 3 5
                                    


[Hospital Portland. Tres horas antes]

He llegado a la conclusión de que parezco un completo Imbécil persiguiendo a ese miserable de Kalum.

Había tratado en más de una ocasión de pedirle "amablemente" que me acompañara de regreso al Hospital Lenox. Pero no, mi idea no le pareció en lo absoluto.

Él prefería seguir allí, pasando revista en una habitación con tres pacientes entubados y uno casi sin signos vitales. Ya eran caso perdido.

Le dije que era un amigo de su hermano y el solo había contestado «Yo no tengo hermanos ».

Así que, mientras en emergencia la policía (que también había llegado de pronto) trataba de calmar a los pacientes histéricos y los doctores escapaban a sus casas, no me quedó de otra que agarrar al imbécil de la bata, y arrastrarlo.

—Mira imbécil—le dije. Quizás con demasiada brusquedad.—Esta mierda solo está empeorando y yo tengo el encargo de cuidar de ti. Así que vienes o vienes.

—¿Qué diablos te pasa? ¡Yo a ti no te conozco! ¡Suéltame!

Y me empujó. Lo que solo hizo que me fuera encima de él. Lo tomé por el pecho y lo pegué contra la pared.—Mira desgraciado.—levanté la vista. El imbécil era más alto que yo. Moreno y de cabello crespo. Tenía rasgos entre latino e Indu. No se parecía en nada a Richard.—No tienes idea de la mierda que e pasado. Y no tardarás en terminar como los paramédicos que vinieron conmigo. Con 12 puñaladas cada uno. Así que mejor vienes conmigo o te juro que saco el bisturí que llevo en el bolsillo y te lo calvo en el estómago, para que mueras lenta y dolorosamente mientras el ácido te corroe las vísceras.

Al parecer, eso lo había convencido. Sin decir más, corrimos, y descendimos hasta el primer piso. Huyendo y evitando toparnos con algún Crespuscular. See, había improvisado el nombre y ahora tenía como identificarlos. De algo me habían servido las pláticas con Mabius.

Escondidos en el cuarto dónde la gente de limpieza guarda sus herramientas, oía los gritos de mis colegas por todo el recinto. No había manera de salir. Disparos, golpes, y más gritos. Al parecer, Kalum se había dado cuenta de que le convenía mantenerse a mi lado. Perdí la cuenta de a cuantas personas golpeé y dejé inmóviles. Eran ellos o yo. Y yo tenía una persona con quién regresar.

El hospital se había convertido en un infierno. Habían más locos que en un psiquiátrico.

La música de la locura saturaba el aire, mientras el caos y la destrucción se tragaba entera la ciudad. Había oído algunas explosiones y disparos a lo lejos.
Apenas había amanecido, y la noche no dejó más que charcos de sangre y cadáveres por todas partes. Por suerte, no los conocía. Pero sabía que en el Lenox de seguro estaría igual. Y rogaba en mi adentros que Richard estuviese bien.

Me sentía lleno de ira, odio hacía la vida. Cada vez que sentía que tenía algo bueno, un poco de felicidad. De paz. Esta simplemente se desvanecía.

Y ahora estaba atrapado en un baño, con un tipo que no me agradaba, tratando de lograr escapar de un hospital sin morir. Mientras solo Dios sabía que le podría estar pasando a mi chico.

Mi chico...

Joder. Pensar en Richard de forma posesiva y me resultó... bastante satisfactorio.

—Hey—me llamó una voz y me giré. Había estado viendo la puerta.

—Dime.

—¿Cómo se supone ques saldremos de aquí?

Levanté una ceja hacía él— Así que ahora sí te interesa. Pues te diré que aún no lo sé. Solo vamos ha esperar a que los crepusculares se alejen.

Parasomnia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora