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13 SUEÑOS
JINGLE JINGLE

Iván miró pensativamente mientras los cristales que sostenía en sus manos hacían un ruido bastante tranquilizador mientras los lanzaba al aire. Normalmente tendría mucho cuidado con los cristales de maná, pero estos pequeños sin habilidades particulares habían sido reducidos a sus juguetes durante la semana pasada.

Parecía que el Reino no tenía intención de darle ninguno de los cristales de maná que habían adquirido de monstruos fuertes. Más bien se utilizaban para fabricar duelas y otras herramientas.

Probablemente los adquiriría si explicara para qué se usarían, pero luego el Reino conservaría todos los artefactos que produciría para su ejército.

Su progreso con sus estadísticas se había estancado bastante ya que parece que fabricar pociones parecía cada vez menos efectivo para la experiencia. Aunque Iván no estaba obsesionado con la fuerza, prefería tener sus estadísticas en una posición alta para no ser inepto en una emergencia o en el Reino y la Santa Iglesia decidieran que no tiene utilidad.

No sería difícil para él transmutar el suelo a su alrededor para actuar de manera defensiva u ofensiva, pero tener que entrar en contacto con lo que sea que quisiera transmutar lo dejaría en una posición vulnerable en la que preferiría no estar.

Y esto lo hizo pensar. ¿Y si hubiera una manera de transmutar el mundo que lo rodea sin mover un dedo? Si pudiera lograr eso, entonces sería esencialmente invencible. Fue entonces cuando recordé que ese ideal también era muy buscado por los alquimistas.

"Ars Magna", el sueño de los alquimistas de moldear el mundo sólo con sus pensamientos. Semejante cima provocó entusiasmo en Iván. Aunque creía que moldear el mundo entero era imposible para él, tenía la esperanza de que, dentro de cierta distancia, ese control existiera.

El problema era que, incluso como alquimista, no poseía un hechizo tan devastador. Por mucho que quisiera pensar que existiera, no podía crear su propio mundo solo con sus pensamientos.

Lo que trae a colación el punto anterior: había obtenido todo lo que podía del Reino. Si quisiera ese poder, tendría que buscarlo.

'La mazmorra.' Iván pensó para sí mismo. Nadie había llegado nunca más allá del nivel 65 del laberinto, e incluso si lograran alcanzar ese nivel se encontrarían con el legendario Behemoth. Una bestia temible a la que ni siquiera el héroe legendario, a quien todos llamaban el más fuerte del mundo, pudo enfrentarse.

Pero como suele decirse, cuanto mayores son los riesgos, mayores son las recompensas. Iván no tenía dudas de que al final de la Mazmorra habría un tesoro que el mundo codiciaría. En cuanto a si ese tesoro lo ayudaría en su objetivo o le ayudaría a crear Ars Magna, Iván no tenía idea. Todo lo que sabía era que si permanecía dentro del alcance del Reino por más tiempo se volvería loco.

Tenía muchas ganas de iniciar el plan que había elaborado desde que llegó a este mundo. Ver a Hiyama en excelentes condiciones no hizo más que avivar estas llamas. Y el tipo que le entregó el material ya le dio la impresión de que por un alto precio le ayudaría en su fuga.

Por ahora sólo tenía que esperar el momento perfecto en el que Claire no estuviera visitando el Atelier. Había pasado un gran mes trabajando con ella, pero ahora tenía que llegar a su fin. Ya sea que fuera una espía o no, preferiría no arrastrarla a los niveles más bajos del Calabozo sólo para saciar su curiosidad.

Y aunque se sentiría sola sin su ayuda enérgica, Iván no sintió ningún remordimiento al hacer lo que creía que era preservar su vida normal. No tenía idea de cuán fuertes son sus vínculos con el Reino, pero en lugar de hacerla traicionarlo y vivir una vida huyendo, sintió que la mejor opción sería huir por su cuenta.

ARIFURETA: The Otherworldly AlchemistDonde viven las historias. Descúbrelo ahora