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TAEMIN

No había sido un sueño.

Cuando abrí los ojos y MinHo estaba a mi lado en una silla profundamente dormido, me di cuenta de que no lo había soñado después de todo. De hecho, había venido a mi casa para ver cómo estaba. Estudié su rostro mientras dormía, sorprendido de que se hubiera molestado en visitarme. Sin embargo, estaba agradecido, de lo contrario, todavía podría estar tendido en el frío suelo.

Estaba mejor. Me dolía el cuerpo, pero no me sentía tan caliente como antes. Mi piel todavía estaba sensible al tacto y mi estómago estaba revuelto. Pero ya no sentía que fuera a morir. Cambié de posición para conseguir un poco de agua y los párpados de MinHo se abrieron.

Se sentó, frotándose los ojos. —Maldición ¿Me quedé dormido?

—Eso está permitido. —Sonreí débilmente.

Su mirada se intensificó cuando se posó en mí. —¿Cómo te sientes?

—Mejor.

Se puso de pie y puso su palma en mi frente. —Estás fresco. Aunque todavía caliente.

—Mis camisas están sudorosas. Creo que tal vez la fiebre bajó. —Hice una mueca mientras me sentaba más recto contra las almohadas. —Recuérdame que nunca más vuelva a comer en . —Me froté el estómago. —En serio pensé que el Kimbap me había matado.

Sonrió y eso le hizo parecer menos exhausto. Tenía arrugas debajo de los ojos. —Debes evitar los kimbap en general.

Hice una mueca. —Sí. Nunca más.

Se levantó lentamente. —Rebusqué en tu alacena antes para ver si tenías algo que pudieras comer que no fuera pesado. Te voy a hacer un caldo. ¿Crees que pueda tu estómago contener eso?

—Creo que sí.

Fue hacia la cocina, y lo vi irse, todavía pellizcándome a mí mismo, se preocupaba lo suficiente por mí como para estar aquí. Habíamos tenido una buena conexión la noche que fuimos a cenar, pero no me había invitado a salir desde entonces. No estaba seguro de lo que eso significaba. Supuse que había decidido que yo no era su tipo. Pero siempre que venía a la clínica, la misma chispa que compartíamos siempre había estado ahí. Para ser honesto, había estado confundido, pero no me correspondía preguntarle por qué no quería salir conmigo.

Luego se había presentado en mi casa hoy.

Cerré los ojos y descansé hasta que lo escuché regresar. Dejó una bandeja encima de mí y fruncí el ceño. —Olvidé que tenía una bandeja.

—Estaba en la cocina. —Él sonrió.

—Literalmente nunca desayuno en la cama. Descansar en la cama no es tan divertido cuando se está soltero. La mayoría de las mañanas me levanto temprano y salgo a correr. Tal vez si tuviera un Alfa, habría disfrutado los sábados y domingos por la mañana perezosos en la cama.

Acercó su silla. —Come lo que puedas. No sientas que tiene que terminar todo el tazón.

Probé el caldo salado y tragué algunas cucharadas calientes. —Mmmm. No está nada mal.

—No tienes mucha comida en tu casa. Me alegro de que al menos tuvieras ese caldo.

Hice una mueca. —Principalmente tengo poca comida en casa.

—Seguramente compras comida al paso ¿De ahí el incidente del Domppa's?

—Oh Dios. No me lo recuerdes. —Me estremecí. Comí algunas cucharadas más y luego suspiré. — Creo que ya no puedo comer.

Un donante sin igualDonde viven las historias. Descúbrelo ahora