TAEMIN
Era viernes y tenía toda la velada planeada. Una vez que saliera del trabajo, compraría comida china para llevar como siempre, y luego me llenaría la boca mientras veía algún drama en la televisión. A continuación, tomaría un baño de burbujas caliente y me sumergía mientras hojeaba revistas para bebés. Los viernes por la noche era cuando cedía a mi placer culpable. Me encantaba ver todas las cosas de bebés en las revistas mientras fantaseaba con el día en que tal vez tendría un hijo propio. No es que viera que eso sucediera pronto, pero tenía mis sueños.
Suspiré y miré mi reloj por millonésima vez. Choi MinHo llegaba diez minutos tarde a su cita y nunca llegaba tarde. Estaba frustrado por dos motivos; uno, quería ver su cara sexy y segundo, si llegaba tarde, no podía irme hasta que terminara su sesión. Tenía que cerrar la oficina porque era recepcionista y gerente de oficina.
Cuando el Omega del Dr. Kim, Kibum entró por la puerta con su bebé, me encendí. Me paré y le sonreí al bebé. —Hola Mijoon. ¿Cómo está mi bebé favorito? —Le hice cosquillas en sus mejillas regordetas y él me dedicó una sonrisa desdentada.
—¿No recibo un hola? —Se rio Kibum.
Sonreí. —Perdón. ¿Cómo estás?
—Genial. Y solo estoy bromeando. Sé cómo es la fiebre del bebé. ¿Quieres abrazarlo?
—Por supuesto. —Mi voz se elevó con entusiasmo. Di la vuelta al escritorio y Kibum me entregó a Mijoon. Le sonreí al niño y él me devolvió la sonrisa, arrullando. Besé su pequeña frente, inhalando su olor a bebé. —Dios, quiero tanto uno de estos.
Kibum asintió con la cabeza, su mirada empática. —El Alfa correcto está ahí para ti.
Suspiré, acariciando el suave cabello de Mijoon. —Quizás. —Kibum sabía de mi problema con los Alfas. Una vez había estado en una parrillada de trabajo en la casa del Dr. Kim y había compartido algo después de unas copas. Kibum y yo nos hicimos muy buenos amigos después de eso.
—No todos los Alfas son tan tontos que no saben que existen diferentes razones por los defectos de nacimiento. —Bufó.
Besé al bebé de nuevo, mi corazón dolía. —Espero que tengas razón.
Kibum me sonrió. —Serás un padre increíble.
La puerta se abrió abruptamente y MinHo entró con aire agobiado. Sus mejillas estaban sonrojadas, y cuando me vio sosteniendo a Mijoon, se detuvo en seco.
—Oh, ¿ese es tu bebé? —Parecía desconcertado.
Mi cara estaba caliente cuando le devolví a Mijoon a Kibum. —No. No tengo un bebé.
Kibum sonrió educadamente a MinHo. —Mijoon es mi hijo.
—Oh. —MinHo asintió. —Un bebé precioso.
—Gracias. —Kibum sonrió.
Di la vuelta al mostrador, tratando de concentrarme en mi trabajo. —¿Por qué no toma asiento, Sr. Choi? Le haré saber a la oficina administrativa que está aquí.
Hizo una mueca. —Lamento llegar tarde. Tuve una gran reunión y duró mucho. Iba a llamar, pero la batería de mi celular estaba agotada.
—Oh. Bueno, está bien. —Parecía tan sinceramente arrepentido, ¿cómo no iba a aceptar su disculpa?
—¿Eres donante? —Preguntó Kibum.
—Sí. —MinHo asintió, luciendo avergonzado.
—Eso es maravilloso. —Kibum lo miró de arriba abajo. —Esa es sin duda una gran noticia para los clientes de esta clínica. Parece que tienes genes excelentes.
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