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MINHO

—¿Estás bien ahí dentro? —Llamé a la puerta del baño.

—Sí —respondió TaeMin con voz débil. —Saldré en un minuto.

Me alejé y me senté en el borde de la cama. El sonido del inodoro tirando de la cadena y él cepillándose los dientes, precedieron a la salida de TaeMin del baño. Cuando salió estaba pálido e inestable sobre sus pies. Me puse de pie para guiarlo de regreso a la cama, y se arrastró entre las sábanas con un gemido.

—Has estado enfermo cuatro mañanas seguidas. ¿Crees que esto significa lo que yo creo que significa? —Le pregunté, acariciando su cabello.

—Probablemente, —dijo suavemente, su voz amortiguada por las sábanas.

—Tengo unas pruebas de embarazo en el baño. Si estás dispuesto a hacerlas en un momento,¿podemos tomar una?

Asomó la cabeza por encima de las mantas. —¿De verdad? ¿Tienes pruebas aquí?

—Sí. Las compré hace un tiempo, justo después de ofrecerme para ayudarte a quedar embarazado. —Me reí. —Supongo que me sentía bastante confiado.

Él sonrió y luego hizo una mueca. —Oh MinHo. No me siento bien. —Apartó las mantas y corrió de regreso al baño.

Hice una mueca al oírlo vomitar un poco más, y después de unos veinte minutos, siguió la misma rutina de tirar la cadena del inodoro y los sonidos de cepillarse los dientes. Me paré y llamé a la puerta. —¿Listo para una prueba?

—Uh, huh. —Abrió la puerta y retrocedió para dejarme entrar.

Agarré las pruebas de debajo del lavabo y rompí el sello. Luego saqué uno de los palos blancos. — Dice orinar en la punta rosada, y luego esperamos cinco minutos por el resultado. —Le entregué la prueba y la tomó con el ceño fruncido.

—Dios, si no estoy embarazado, algo está horriblemente mal conmigo.

—Estas embarazado. Apostaría mi testículo izquierdo.

Puso los ojos en blanco. —No hagas eso.

Sonriendo, me senté en el borde de la gran bañera de mármol. —Vamos, hazlo ya. Él se rio y se fue al baño.

—No me mires. No puedo orinar bajo presión.

—Nunca triunfarías en la cárcel.

Resopló mientras dejaba caer sus bóxers. —Creo que no acabar en prisión es suficiente éxito.

—Buen punto. —Cerré mis ojos. — Dime cuando termines.

—Ya voy. —Pasaron unos momentos. —Está bien, he terminado.

Abrí mis ojos. Se estaba subiendo los bóxers y la prueba estaba en la parte trasera del inodoro. Una vez que se hubo lavado las manos, cerró la tapa del inodoro y se sentó. —De verdad sabemos cómo vivir, ¿verdad?

Me reí. —Esta es una parte necesaria del proceso. No siempre pasaremos todo el tiempo en el baño.

Se frotó el estómago. —Me siento súper hinchado.

—Esa probablemente sea una buena señal.

—¿Lo es?

Me encogí de hombros. —¿No se quejan siempre los embarazados de estar hinchados?

—¿Tan pronto?

—Quizás. —Me reí. —Para dos personas que quieren un hijo, seguro que no sabemos nada de nada.

—Deberíamos comprar algunos libros y leerlos juntos a la hora de dormir. —Miró hacia arriba con expresión esperanzada.

—Sí. Amaría eso. —Hice un esfuerzo concertado para estar en casa a la hora de la cena todas las noches durante el último mes. Quería demostrarle a TaeMin que había sido en serio lo que había dicho acerca de pasar una nueva página. Tuvimos unas noches maravillosas, nadando y cocinando juntos. Ni siquiera extrañaba no quedarme hasta tarde en el trabajo. Me preguntaba si me molestaría trabajar menos, pero no podía esperar a llegar a casa con él cada noche. —Nos haré chocolate y podremos acurrucarnos y leer.

Un donante sin igualDonde viven las historias. Descúbrelo ahora