15

307 41 9
                                    

TAEMIN

Sooyoung y su esposo Kyung-ho nos recibieron a MinHo y a mí en la puerta de su casa. Su pequeño, Minseok, abrazó la pierna de su madre, mientras me sonreía.

Sooyoung me dio un cálido abrazo y Kyung-ho me estrechó la mano vigorosamente. —Bienvenido, —dijo alegremente.

Minseok cayó sobre su trasero con una risita, y su mamá lo levantó.

—Le gusta fingir que puede caminar, pero se cae si no se agarra de algo. —Ella me sonrió. —Entren, vamos a la sala de estar.

La mano de MinHo presionó la parte baja de mi espalda, y agradecí su toque. Estaba súper nervioso por conocer a su hermana por primera vez. Habíamos planeado algunas reuniones, pero cosas habían surgido cada vez y teníamos que cancelarlas. Pero hoy era el día.

Nos sentamos en la gran sección frente a Sooyoung, mientras Kyung-ho traía una bandeja de galletas y una taza de café. Dejó los refrescos en la gran otomana frente a nosotros. —Sírvanse ustedes mismos. Sooyoung horneó las galletas, —dijo.

—¿Has horneado para nosotros? —MinHo arqueó las cejas. —TaeMin, no tienes idea de lo especial que es eso.

Me reí y me serví una galleta con chispas de chocolate. —¿De verdad?

—No le hagas caso a mi hermano. Le gusta hacerme pasar un mal rato porque Kyung-ho hace la mayor parte de la cocina de nuestra casa.

—Me encanta cocinar. —Kyung-ho sonrió. —No es una carga.

Ella suspiró. —Él es el Alfa perfecto.

Kyung-ho se rio entre dientes y sirvió café en cada una de nuestras tazas. —Esto es descafeinado, por cierto, TaeMin.

—Oh, gracias. Estoy tratando de eliminar la cafeína, pero es difícil. Necesito esa sacudida en la mañana. —Hice una mueca y vertí un poco de crema en mi taza.

—Creo que mientras solo tomes cafeína con moderación, estarás bien. —Sooyoung me guiñó un ojo.

—Antes tomaba tres tazas al día, así que tener una sola ha sido una tortura. —Soplé una risa.

—Estaba bastante malhumorado las primeras semanas cuando tuvo que dejarlo. —MinHo me sonrió.

—Era mi droga. Deberían tener instalaciones de rehabilitación para los bebedores de café. —Mordí la galleta. —Mmmm, esto está delicioso.

—Gracias. —Sooyoung pareció halagada. —Es la receta de mi mamá. —Miró hacia el techo. —Gracias mamá.

MinHo le había explicado que ambos padres habían fallecido unos años antes.

—Mi mamá tiene unas recetas de gran nivel —dije. —En realidad, nunca a horneado mucho.

—¿En serio? —Sooyoung rió. —Mi mamá horneaba como loca. Pero cuando se trataba de comida de verdad, no era tan buena cocinera.

MinHo asintió. —Crecimos con unos guisos dolorosamente malos.

Sooyoung sonrió. —Probaría cualquier cosa. ¿Recuerdas esa cosa de zuchini con piña? MinHo se estremeció. —Oh Dios. No me lo recuerdes.

—¿zuchini con piña? —Abrí los ojos y toqué mi estómago redondeado. —Eso suena repugnante.

—Lo era. —Se rió Sooyoung. —Horrible incluso.

Kyung-ho se rió entre dientes. —Ojalá pudiera haber conocido a tus padres.

Sooyoung suspiró. —Te habrían amado. —Miró a Minseok, que estaba tirado en el suelo masticando un bloque de plástico. —A los dos también les habría encantado ese mocoso.

Un donante sin igualDonde viven las historias. Descúbrelo ahora