CAPITULO 23: Confesión

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Emma me veía con impaciente esperando que algo saliera de mis labios pero nada salía de ellos por temor a ser juzgada, por miedo a que la única amiga cercana que tenia se alejara de su lado por miedo a lo que había tras de ella, que la rechazara, mas temor a perderla

Aunque deseaba de verdad confesarle por miedo a que terminara haciendo algo que terminara por delatarla ante su primo pero más que eso quería compartir esa parte de su vida con Emma, se suponía que ya no había secreto entre ellas pero era una mentira porque vivía mintiéndole ¿Cómo podía seguir su amistad así?

—Estoy pidiendo mucho ¿no? siempre estás en tu mundo—me suelta—pero siempre he querido saber que pasa por tu mente, que te hace sufrir tanto y como podría hacerte sonreír, darte la alegría que tú me das a mí—me ve—eres muy importante para mi Meck aunque no lo creas— ¿A qué se refería con eso? No había hecho nada por Emma nunca en cambio ella si— A parte de Inés eres una de las pocas amigas que quiero sinceramente, cuando te vi por primera vez me recordaste a mi en el tiempo que perdí mi rumbo, cuando mi madre estaba al borde de la muerte me aconsejas y no solo físicamente también financieramente, espero pagártelo de alguna manera— ¿Cómo sabia Emma eso? Nadie debía enterarse

—No se quien te abra dicho eso pero...

—Lo se Meck, también estuviste cuando discutí con Albert por todo lo de mi mama, me levantaste el ánimo y me aconsejaste, haz sido una buena amiga y yo nunca he hecho nada por ti solo he logrado hacerte sonreír ¿Cómo no te das cuenta lo buena amiga que ha sido? Y yo...

—Emma—la tomo de las manos a ver como sus lágrimas se asomaban entre sus ojos, no sabía que se sintiera tan frustrada, no he hecho otra cosa que lastimarla pero solo ha visto esas cosas buenas de mi—Te he herido más de una vez y lo lamento, siempre te miento pero aun así me comprendes, eres la amiga más preciada que tengo ¿Por qué pensar que no lo eres?

—Angel y Ed parece que te comprende pero yo no

—Esos dos son unos entrometidos por eso es que lo hacen—la suelto, tenía que contárselo—Emma nunca se lo he contado voluntariamente a nadie pero quiero que lo sepas—aprieto los puños al recordar la primera vez que Brayan entro a mi habitación con otras intenciones, recordaba lo triste que estaba por la pérdida de mi madre, trataba de ser fuerte solo por mi hermano, en esa época pensaba que no podía haber algo peor que perder a mi familia pero siempre había algo más en mi vida

—Tampoco quiero obligarte a hacerlo, es solo que estoy frustrada, ese día en la biblioteca sentía que algo estaba pasando y yo no estaba entera de nada, incluso amenace a Angel con terminar para que me lo contara pero se negó

—No es tan idiota como creí—suspiro para verla—Espero que tu perspectiva que tienes de mí no cambie—me quito las mangas lentamente sintiendo mi pulso acelerarse y mi respiración volverse forzosa, las manos me comenzaron a temblar al darme cuenta de lo que haría, la imagen del rostro de Edward viendo mi cuerpo desnudo aquella noche viene a mi haciendo que me detenga en ese entonces sentía asco por mi ¿Sentiría lo mismo ahora? ¿Fue eso lo que pensó?

— ¿Qué haces Meck? Te pusiste pálida, déjame ir por algo de beber—veo como se intenta levantar pero la detengo

—Yo puedo con esto—suspiro para calmarme y terminar de quitarme la parte de arriba de mi vestido, observo como Emma se cubre la boca al ver todas las cicatrices que habían en mi cuerpo—Brayan desde que tengo 9 años el...—me sorprendo al sentir como me abraza provocando que mi lagrimas comience a salir

—Meck yo no sabía, lo lamento tanto—le correspondo el abrazo al sentirme levemente aliviada por su reacción—Yo soy una tonta por obligarte a contarme algo tan cruel, seguro haz sufrido tanto, no debí...

Los secretos del gorriónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora