Capítulo 5. La horrible pesadilla

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Se me hizo raro que el silencio dominara la casa así que seguí caminando; hasta que vi una mancha roja en la alfombra que era beige.

Seguí las gotitas rojas y ahí estaban mis hermanas, sin cabeza, sin brazos y sin piernas. Tenían restos de semen en sus vientres, estaban desnudas y con varios condones al rededor.
Grité asustado y busqué a mis padres. ¡¡Dónde están!!; pensé.

Subí a su habitación y mi padre estaba tirado en el suelo. Una barra de hierro atravesaba su cabeza y estaba lleno de sangre. Sus ojos estaban en blanco.

Miré la habitación y mi madre estaba en la cama, atada de brazos y piernas. Tenía un tiro en la sien y un condon en el vientre.

Corrí hasta mi cuarto asustado y recogí un par de prendas. No sé ni cómo ni quién lo hizo pero mi puerta se cerró de un portazo mientras yo estaba dentro. Intenté abrirla desesperadamente pero no lo conseguí. Estaba encerrado, en mi propio cuarto, con toda mi familia muerta en el resto de la casa.

Fui hacia la ventana para salir por ahí pero se cerró al acercarme. Entré en el baño asustado y esta vez tranqué yo la puerta. Me hice una bola en el suelo y de repente empecé a escuchar unos ruidos extraños que provenían del salón. Los ruidos cada vez aumentaban más y más; estaban subiendo a la parte de arriba cuando de repente escuché como la puerta de mi habitación se abría de golpe.

Los ruidos cada vez eran más intensos y de repente algo empezó a arañar la puerta de mi baño. Asustado me hice una bola en el suelo y me abracé las piernas cerrando los ojos lo más fuerte posible.

Cuando la puerta se abrió vi a un ser tan alto que con la espalda tocaba el techo de mi habitación. Su cara transmitía daño, dolor, crueldad. Su cuerpo estaba lleno de cortes, marcas de balas, cuchillos clavados... Tenía la mitad del cuello cosido; como si le hubiesen intentado decapitar. Sus ojos eran blancos; no se le veía el iris. En los brazos tenía hoyuelos, como si le hubiesen quitado carne de ahí.
Le faltaban dedos.

Cuando le miré de arriba abajo, volví la mirada a su cara y sonrió dejándome ver unos colmillos enormes, llenos de sangre.

Al ver los colmillos me asusté más y me eché hacia atrás pegándome a la pared de la ducha.

Se acercó a mi hasta que sentí su respiracion en mi cuello.

Z: Encantada de conocerte -susurró en mi oído- te vendré a vistar más a menudo guapo.

Noté un mordisco en el cuello y me desperté de golpe entre lágrimas y bañado en sudor.

Ethan Fitzgerald [EDITANDO] [LS 2] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora