Capítulo 9. Mi princesa

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Hace dos semanas que no veo a Sarah, desde aquel día que la vi en mi sitio de la universidad, no volví a verla; ni en persona ni en sueños. Mi vida a vuelto a ser la de siempre. Nada de crepys ni de espíritus. Sólo soy un chaval de 27 años que va a la universidad y dentro de poco se gradúa. Tras años de tanto estudio por fin podré empezar a trabajar y es que después de dos carreras ya estoy suficientemente formado como para empezar en el mercado laboral. Siempre me había gustado la medicina y por fin estaba a nada de ejercer mi profesión oficialmente. Me había cansado de ser interno y escuchar siempre a los jefes. Quería investigar por mi cuenta, ayudar, no llevar a cabo las investigaciones de los neocirujanos.

Llegué a casa muy cansado. Esta semana la había tenido entera de exámenes y hoy era viernes; por suerte no tenía mas exámenes de momento así que me fui a mi habitación y me tumbé en la cama. Rápidamente se me fueron cerrando los ojos y caí en un profundo sueño.

A lo lejos vi una silueta, la cuál no puede diferenciar de quien era; pero conforme se iba acercando, la vi. Era ella, Sarah.

Una felicidad enorme invadió mi cuerpo, la había echado de menos.
Me acerqué casi corriendo hacia ella y la abracé por la espalda, rodeándola la cintura con mis manos. Apoyé mi mejilla en su hombro y la miré sonriendo.

-Te eché de menos pequeña.
Ella me miró y me sonrió.

S: Hola -dijo bastante alegre- siento no haber venido a visitarte. He estado bastante liada.

-Pensé que te habías olvidado de mi preciosa, y no pasa nada, tranquila.

Vi como sus mejillas se tornaban a un color rojizo y se escondía en mi algo tímida y avergonzada.

S: Es que nos hemos mudado a otra casa más cerca de mi universidad. Antes tardaba dos horas y media en llegar y no me era rentable.

-¿Cómo tú universidad? ¿Ya no irás a la mía? Si estuviste en mi clase.

S: Digamos que desapareció gente y creyeron que fue mi culpa así que me quedé sola. Y en mi casa con tanta gente no puedo estudiar.

-¿Cómo que desapareció gente? ¿sola? Creo que me he perdido pequeña, necesito una buena explicación.

Y es qué quién no iba a hacerlo. Con esos ojos que tenía era imposible no perderse en ellos.

S: Siempre que tocaba hacer trabajos en grupo no se cómo pero siempre tocaba en mi casa y mi familia los mataba. Como era la última que los vio con vida pensaron que era yo y todos se separaron de mi. Por eso no he podido ir al instituto.

La abracé dulcemente y la besé la mejilla consolándola.

-Me hubiese gustado verte todos los días en clase, es una pena.

Entonces puso sus manos sobre las mías y las acarició. En ese momento me di cuenta de que tenía las manos grandes, muy grandes.

-Me encantan tus ojos nena -susurré en su oído dulcemente.

S: Para ya, vas a hacer que me ponga colorada jo.

-No importa, estás preciosa cuando eres un pequeño tomatín.

De repente, quitó sus manos de encima de las mías y se tapó la cara para ocultar sus mejillas ruborizadas.

-Ey, no tengas vergüenza, era un cumplido, no pretendía que lo pasaras mal o que te sonrojaras.

La giré y la miré dulcemente a los ojos mientras me acercaba a ella.
Ella me miró a los ojos y la vergüenza se hacía presente en su mirada
Me acerqué más a ella y la besé dulcemente. Me lo siguió timida.
Su manera de besar me dió a entender que era su primer beso y que se lo estaba dando yo. Pasé mis manos por su cintura y la pegué a mi.
La transmití en el beso todo mi amor, todo lo que pude.

Ethan Fitzgerald [EDITANDO] [LS 2] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora