V

383 25 0
                                    

—Terminemos ya con esto, vieja mujer

—¡Vieja mujer! —gritó ella
—Tienes valor, no puede negarse, bien, vamos a ver esto, señor mío —se inclinó hacia él y su voz se convirtió en un susurro —Vas a sentir dolor en la mano, y mi gom jabbar tocará tu cuello… y la muerte será tan rápida como el hacha del verdugo, retira la mano y el gom jabbar te matará, ¿Has comprendido?

—¿Qué hay en la caja?—Alicee movió sus manos rápidamente haciendo esa pregunta, llamando la atención de la Anciana—

—Dolor —Respondió sin vacilar—

La chica apretó los labios, ¿Cómo es posible que esto sea una prueba?, se preguntó a mi misma

—¿Has oído hablar de los animales que se devoran una pata para escapar de una trampa?—preguntó la vieja mujer—Esa es la astucia a la que recurriría un animal, un humano permanecerá cogido en la trampa,soportará el dolor y fingirá estar muerto para coger por sorpresa al cazador y matarlo, y eliminar así un peligro para su especie

La fulmine con una mirada de enojo, mis puños estaban cerrados con fuerza a los costados de mi cuerpo

—¿Por qué me haces esto?
—preguntó Paul—¡Quema!
—siseó—

—¡Silencio!—Gritó la Anciana—

El dolor ascendió por su brazo, el sudor perló su frente, cada fibra de su cuerpo le gritaba que retirara su mano de aquel pozo ardiendo

Sin volver la cabeza, intentó mover sus ojos para ver aquella terrible aguja envenenada acechando a su cuello, se dio cuenta de que jadeaba e intentó dominarse sin conseguirlo

"¡Dolor!",esa palabra resonaba en la cabeza de Alicee, sus ojos se abrieron como platos, muchos recuerdos llegaron a su mente con tan solo recordar esa palabra y tener imágenes sobre aquel terrible suceso en la Escuela Madre de Wallach IX

Inconscientemente cubrió sus oídos rápidamente al ver y escuchar los gemidos y quejidos de dolor que salían de la boca de su hermano, sus palmas titubeantes en sus oídos como si tuviera un ataque de pánico, su mandíbula y sus mis dientes castañeaban rápidamente al tener esas horribles imágenes en su cabeza "No otra vez", pensó para si misma

—Ya basta —murmuró la vieja mujer —¡Kull wahad! Ningún hijo de mujer había tenido que soportar nunca tanto, es como si hubiera querido que fracasaras —Se retiró, apartando el gom jabbar de su cuello —Retira tu mano de la caja, joven, y míratela

Paul reprimió un estremecimiento de dolor, y miró fijamente el oscuro hueco donde su mano, como movida por voluntad propia, se obstinaba en permanecer

El recuerdo del dolor le impedía el movimiento, la razón le susurraba que no iba a sacar más que un muñón renegrido de aquella caja

—¡Retírala!—restalló ella—

Sacó la mano de la caja y la miró, atónito, ni una señal. Ningún signo de la agonía sufrida por su carne, alzó la mano, la giró, distendió los dedos

—Dolor por inducción nerviosa—dijo ella—No puedo ir por ahí mutilando potenciales seres humanos, de todos modos, habría más de uno que daría su mano por conocer el secreto de esta caja -la tomó y la sumergió entre los pliegues de su ropa-

—Pero el dolor…—dijo Paul—

—El dolor —sorbió ruidosamente—Un humano puede dominar cualquier nervio del cuerpo

Paul se levantó rápidamente y se acercó a Alicee, la miró en estado de shock

—No te he ordenado que te acerques a ella—musitó la Anciana con desdén—

—¿Que le pasó?—Comenzó a retirar las manos de sus oido—Alicee...—Paul notó que su mano izquierda le dolía, la abrió, y descubrió cuatro sangrantes marcas allí donde las uñas se habían clavado en su palma, dejó caer la mano a lo largo de su costado y utilizo la otra —Alicee...—mencionó de nuevo con ese tono de voz dulce y suave—

Lentamente lo miré a los ojos, estos estaban borrosos y empañados, un pequeño puchero salió de mi boca y unas cuantas lágrimas resbalaron en mis mejillas rápidamente

—Estoy bien —susurró su hermano—¿Estás bien?—ahueco su mano entre su mejilla y su cuello—

Alicee asintió con la cabeza y limpió sus lágrimas

—Niños, Niños, Niños—suspiró la Anciana con irritación—¿Has tamizado alguna vez arena?

—Si—Respondió Paul mientras limpiaba las lágrimas de su hermana—

—Nosotras, las Bene Gesserit, tamizamos a la gente para descubrir a los humanos

Él levantó la mano derecha, sin separarse de su hermana intentando hallar el recuerdo de su dolor

—¿Y eso es todo…el dolor?

—Quizá tú seas el Kwisatz Haderach, quién sabe... Siéntate, aquí a mis pies

—Prefiero estar de pie, aquí...con mi hermana

—Tu madre se sentó a mis pies, una vez

—Yo no soy mi madre

—Me detestas un poco ¿eh?
—Miró hacia la puerta y llamó—¡Jessica!

La puerta se abrió y Jessica apareció en el umbral, mirando la estancia con
ojos duros, se suavizaron al ver a Paul y Alicee, consiguió sonreír débilmente

—Jessica, ¿has dejado alguna vez de odiarme?—preguntó la vieja mujer—

—Te quiero y te odio a la vez —dijo Jessica—El odio…es a causa del dolor que nunca podré olvidar, el amor…es…

—Sólo los hechos básico—dijo la vieja mujer, pero su voz era suave—

Puedes entrar ahora, pero guarda silencio, cierra esa puerta y asegúrate de que nadie nos interrumpa, Jessica entró en la estancia, cerró la puerta y se inmovilizó, apoyada en ella

El contacto de la puerta era duro y real contra su espalda, todo en la estancia era inmediato y ejercía presión contra sus sentidos

Paul y Alicee miraban a su madre, hubieran querido irse y estar solos y pensar en aquella experiencia, pero sabían que no podrían hacerlo antes de recibir el permiso, la vieja mujer había adquirido una especie de poder sobre ellos

—Dejenos a solas—ordenó la Anciana—

Rápidamente sentí como si mi cuerpo reaccionara por si solo. Paul y yo salimos de la habitación y nos quedamos en la sala de meditación que estaba justo a lado, finalmente se escuchó la puerta cerrarse en seco

𝓣𝓱𝓮 𝓬𝓱𝓸𝓼𝓮𝓷 𝓸𝓷𝓮𝓼 (⊃∪∩⪽)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora