XIX

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—Algunos de ustedes han visto con malos ojos el hecho de que haya cambiado la costumbre de los cuencos de agua —dijo Leto—Es mi forma de decirles que muchas cosas van a cambiar aquí

El silencio reinó alrededor de la mesa

Alicee miró a Paul y señaló con sus dedos que estaban sutilmente al lado de su mejilla y preguntó siendo disimulada —¿Cuencos?—

Los dedos de Paul respondieron

—Una de las sirvientas vendía el agua que las toallas de la entrada principal daban al secar nuestras manos

Leto tomó su jarra de agua y la levantó, de modo que se reflejara a la luz de las lámparas a suspensor

—Como Caballero del Imperio —dijo —Quiero proponer un brindis

Los demás tomaron sus jarras, con sus ojos fijos en el Duque, en la repentina inmovilidad, una lámpara derivó levemente, empujada por una corriente de aire proveniente de las cocinas, las sombras jugaron con los rasgos de halcón del Duque

—¡Aquí estoy, y aquí permaneceré!—exclamó Leto—

Hubo un movimiento abortado de llevar las jarras a las bocas… que se interrumpió porque el Duque mantenía aún su brazo en alto

—Mi brindis será una de las máximas más queridas a vuestros corazones—Bebió de su agua —Que empiece la comida—dijo el Duque, y se sentó—

Lentamente al principio, después con creciente animación, la cena prosiguió, el fabricante de destiltrajes cumplimentó a Jessica por la comida y el vino

Los sirvientes comenzaron a depositar sobre la mesa las fuentes de la comida Liebre del desierto asada con salsa cepeda, aplomage siriano, Chukka helado, Café con melange y Pato a la marmita servido con vino espumoso de Caladan

—Ambos son importados de Caladan —dijo ella—

—¡Soberbio! —dijo él, probando el chukka— ¡Simplemente soberbio!, y ni una gota de melange en él, uno termina aburriéndose de encontrar especia en todos lados

El representante del Banco de la Cofradía se dirigió a Kynes

—Según tengo entendido, doctor Kynes, se perdió otro tractor a causa de un gusano

—Las noticias viajan aprisa
—dijo el Duque—

—¿Así que es cierto? —preguntó el banquero y dirigió su atención a Leto—

—¡Por supuesto que es cierto!—replicó bruscamente el Duque—La maldita ala de acarreo desapareció, ¿Cómo es posible que una cosa tan grande desaparezca sin dejar huella?

—Cuando el gusano apareció, ya no era posible salvar el tractor —dijo Kynes—

—¡Algo así no tendría que pasar! —repitió el Duque—

—Habitualmente, los rastreadores tienen sus ojos puestos en la arena —dijo Kynes —Lo que les interesa principalmente son las señales del gusano, la tripulación de un ala de acarreo es normalmente de cuatro hombres, dos pilotos y dos técnicos, si uno… o incluso dos de esos hombres estuvieran al servicio de los enemigos del Duque…

"Está furioso e indeciso"
—pensó Alicee— "La pérdida de aquel tractor le ha afectado más profundamente de lo que debiera, hay algo más en aquella pérdida, actúa como un hombre desesperado" —Tomó su tenedor,esperando ocultar con aquel gesto su repentina amargura —"¿Y por qué no?, está desesperado y con justa razón"

—Ha-h-h, ya veo —dijo el banquero—Y usted, como Árbitro del Cambio, ¿Qué hace en un caso así?

—Debo considerar mi posición muy cautelosamente —dijo Kynes—Y ciertamente no voy a discutirla en la mesa

𝓣𝓱𝓮 𝓬𝓱𝓸𝓼𝓮𝓷 𝓸𝓷𝓮𝓼 (⊃∪∩⪽)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora