VI

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Me encontré alejada de Paul, estaba sentada en una de las esteras de Tatami, mientras el se quedaba mirando a la ventana y de vez en cuando miraba su mano

Comencé a retirar las astillas que salían de la cruda pero fina paja para matar el aburrimiento y el incómodo silencio entre nosotros dos

—¿Que viste?

Alcé mi mirada para encontrar la de Paul, dejando de tocar la paja di un suspiro pesado y me removí en el tatami —No quiero hablar sobre eso —Respondí haciendo el movimiento con mis dedos—

—¿Porqué no? —Por fin la miró—¿Que viste?

—Nada, deja de hacer preguntas, solo le tuve miedo a la voz... —abracé mis rodillas—

—Paul, entra, por favor —Se escuchó a Jessica mencionar desde el otro lado—

Paul obedeció con reluctante lentitud, miró a su hermana y después a su madre como si fuera una extraña

Sus ojos se posaron circunspectos en la Reverenda Madre, pero esta vez sólo inclinó ligeramente la cabeza, como si se dirigiera a un igual, Alicee miró a su madre cerrar la puerta detrás de ella

La chica dejó caer su cuerpo en el áspero tatami dejando escapar otro pesado suspiro de su nariz, sus ojos se plasmaron en el enorme cuadro que había en la habitación, un estoque de tres chocando con una banderilla y en medio de estas una divisa. Todo esto era característico de su casa, a su abuelo le encantaba estar en el ruedo y torear para su propia diversión

¿Que estarán hablando?, pensó ella para si misma mientras llevaba su dedo pulgar a su boca para comenzar a mordisquear la piel de este sin dejar de mirar aquel cuadro con colores rojo, blanco y negro

No quiero volver...No quiero volver...No quiero volver...—Me mencioné a mi misma mientras sentía un ardor en mi pulgar—

Giré sobre mi cuerpo, miré las gotas resbalando del enorme ventanal mientras comenzaba a morder mi dedo índice y después mi dedo anular

Traté de no pensar en nada relacionado con mi madre o las Bene Gesserit, mi boca comenzó a tener un ligero sabor a sangre, retiré los dedos de mi boca y les eché un vistazo, estaban llenos de sangre fresca

Me levanté del suelo para ir a lavar mis manos pero la puerta se abrió rápidamente, dejando ver a la Reverenda madre, detrás de ella estaba mamá y por último Paul

Escondí mi mano detrás de mi espalda, busque un holan de mi vestido para cubrir mis dedos cubiertos de sangre, al ver a la Reverenda tragué seco sin dejar de perderle de vista

—La Reverenda Madre miró a Jessica —Lo has entrenado bien a la Manera… he observado los signos, yo hubiera hecho lo mismo en tu lugar, y al diablo las Reglas

Jessica asintió

—Ahora quiero advertirte en cuanto a ella —dijo la vieja mujer mientras se acercaba a Alicee —No olvides el orden regular de su adiestramiento, su propia seguridad requiere la Voz, ya tiene alguna idea de ello, pero ambas sabemos que necesita mucho más… y desesperadamente —Miró con fijeza a Alicee —Adiós, niña, nos veremos pronto, espero muchas cosas de usted y de su hermano, estoy segura de que tarde o temprano tu voz regresará —miró de nuevo a Jessica—

Un imperceptible signo de comprensión pasó entre
las dos. Entonces la vieja mujer salió de la estancia con suave roce de sus ropas, sin mirar hacia atrás. La estancia y sus ocupantes habían quedado excluidos de sus pensamientos

La mano de mi madre calló en mi hombro, rápidamente alejé su mano de mi hombro y salí de la habitación













—Nunca le des la espalda a la puerta —Paul entró a la sala de entrenamiento con su respectiva ropa

Giré sobre mis talones y lo miré de pies a cabeza con una mirada de aburrimiento

—Deberías disculparte con mamá Alicee

Inconscientemente mis ojos se pusieron en blanco y negué con la cabeza

—Fue grosero lo que hiciste, mamá solo quiere lo mejor para nosotros

Arrugue mi nariz con desagrado

—No hagas esa cara, es difícil para nosotros, lo sé, incluso para ella...

Agité mi mano rápidamente frente a su rostro para hacerlo callar

—Lo que mamá me hizo hacer en esa horrible escuela no se compara con lo que está haciendo contigo, mira como quedé -señalé mi boca- da gracias que papá la obligó a que me sacará de ese maldito lugar

—Vamos Alicee...

Cubrí su boca con mi mano dándole a entender que no quiero seguír hablando del tema —No quiero pelear, estamos bien así —Respondí con suaves movimientos de mi dedos—

Repentinamente, la idea de la partida se hizo más real de lo que había sido nunca, recordé otra vez lo que me había dicho la vieja mujer en la Escuela Madre de Wallach hace ya varios años acerca de un mundo que es la suma de muchas cosas... la gente, la tierra, las cosas que crecen, las lunas, las mareas, los soles… aquella suma desconocida llamada naturaleza

La puerta frente a Paul y Alicee se abrió bruscamente, y un hombre feo y macizo penetró en la estancia, precedido por un brazado de armas

—Bien, Gurney Halleck—dijo Paul—¿Eres tú el nuevo maestro de armas?

Halleck cerró la puerta de un taconazo

—Ya sé que preferirías que viniera para jugar contigo
—Respondió—

Echó una ojeada a la estancia, observando y repasando a fondo, dejándola segura para el heredero del Duque,sus sutiles señales en código estaban por todas partes

Paul y Alicee observaron cómo el hombre se ponía en movimiento hacia la mesa de adiestramiento con su carga de armas, Alicee vió el Baliset de nueve cuerdas que Gurney llevaba al hombro y el multipic colocado entre las cuerdas, junto a los trastes

Halleck dejó caer las armas sobre la mesa de ejercicios, las alineó, las espadas, los puñales, los kindjals, los aturdidores de carga lenta, los cinturones escudo. Se volvió, sonriendo, y la cicatriz de estigma que seguía la línea de su mandíbula se estremeció

—¿Así que ni siquiera me dan los buenos días? —dijo Halleck—

Paul sonrió, entre todos los hombres de su padre, Gurney era el que más le gustaba, conocía sus cambios de humor, sus debilidades, su carácter, era para él un amigo más que una espada mercenaria, mientras que para Alicee bueno mientras no sea su padre y le siga adiestrando como Duncan Idaho estaba bien, no podría darles más de ese reconocimiento de mutuo respeto y confianza, no como él que le da a su padre o a su hermano, no después de lo que le sucedió en la Escuela Madre de Wallach

—Si tú no quieren hablar, yo tampoco —Respondió Halleck—

Paul se levantó y avanzó a través de la estancia —Bien, Gurney —Respondió—¿vienes a prepararte para la música cuando es tiempo de combatir?

—Así que hoy toca faltar al respeto a tus mayores, ¿eh?
—dijo Halleck—No, solo vine para ver cómo es que los mellizos combaten entre si

—¿Dónde está Duncan Idaho? —preguntó Alicee—Se supone que es él quien debe enseñarnos el uso de las armas

—Duncan se ha ido en cabeza de la segunda oleada hacia Arrakis—Respondió Halleck— Aquí no queda más que este pobre Gurney, que apenas acaba de terminar un combate y a lo único que aspira es a un poco de música —pulsó otra cuerda, escuchó y sonrió —Y en el último consejo ha sido decidido que, puesto que han resultado unos combatientes tan poco capacitados, es mejor enseñarles un poco de música a fin de que no malgasten completamente sus vidas

—En este caso cántame una canción—dijo Paul—Así sabré al menos como no se debe cantar

Alicee río y negó con la cabeza

𝓣𝓱𝓮 𝓬𝓱𝓸𝓼𝓮𝓷 𝓸𝓷𝓮𝓼 (⊃∪∩⪽)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora