CAPITULO 1

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SEOKJIN

Me encanta mi trabajo. De verdad. ¿Cuánta gente puede decir eso? Por supuesto, es sólo a tiempo parcial, ahora que he vuelto a la universidad, pero trabajar en el gimnasio ha sido genial para mí. Entro por la puerta principal con una sonrisa en la cara, incluso después del largo camino hasta aquí.

No soy muy sociable y no soporto estar en grupos grandes, pero aquí casi todo el mundo es muy reservado y no quiere charlar. Están ocupados haciendo ejercicio, y yo puedo perderme en mi propio mundo hasta que alguien me hace una pregunta. Suele ser algo como ‘¿Dónde están las toallas? o ‘¿Está rota esta máquina?’. Ese tipo de mierda puedo manejarla.

—Hola, Seokjin. —Jimin entra con una sonrisa radiante, vestido y listo para su clase en directo.

Jimin está casado con Jungkook, el dueño del gimnasio y mi jefe, pero se las arregla solo, eso seguro. Su lista de suscriptores es una locura. Sus clases son divertidas, pero creo que es su personalidad lo que atrae a la mayoría de la gente. Le gusta hablar de su vida mientras hace ejercicio, y realmente, su vida ha sido complicada.

Salió de una relación horrible y abusiva y encontró a Jungkook cuando dice que estaba en su punto más bajo. Es una inspiración. Resurgiendo de las cenizas y haciendo cosas buenas en este mundo. Puede que no lo sepa, pero ha animado a mucha gente a buscar ayuda y a hablar.

—Hola, Jimin.

—¿Te quedas a la reunión de esta noche? —Y ahora, no estoy tan feliz. Mi sonrisa se borra por esa pregunta totalmente inocente. Debería ir a la reunión. Probablemente. No lo sé.

Jungkook y su hermano, Namjoon, junto con su amigo Yoongi empezaron un grupo de apoyo quincenal en el gimnasio. Yoongi es un terapeuta especializado en traumas. Es increíble. Realmente lo es. Pero me siento como un bicho raro cada vez que voy, como si no debiera estar allí o no perteneciera al grupo, aunque me aseguran que sí.

—No, es la primera semana de clase. Tengo que ponerme al día con los deberes.

Frunce el ceño, pero no dura mucho. Esa vibrante sonrisa vuelve a su cara con un rápido movimiento de cabeza mientras se ajusta la bolsa de deporte al hombro. —Quizá la próxima vez.

Asiento con la cabeza, aunque en realidad no era una pregunta. —Quizá.

Los dos sabemos que miento. Intenté ir a las reuniones. Varias veces. La primera vez, fue él quien me convenció de ir, diciéndome que iría si yo también lo hacía. Acababa de salir de una situación muy mala y yo sabía que necesitaba ayuda, así que acepté ir con él. Pero no esperaba que todos quisieran ayudarme a mí también.

Hace dos años tuve un accidente de coche que cambió toda mi vida. Aquel día lluvioso, cuando un coche que iba a toda velocidad chocó contra el mío, lo cambió todo para mí. Antes no era así. No me daban miedo las multitudes ni las situaciones sociales. En absoluto. Yo era ruidoso y tal vez incluso un poco demasiado extrovertido. Vivía mi vida deprisa y corriendo, siempre con ganas de pasármelo bien. Pero entonces ocurrió el desastre, y vaya si me dañó.

Jackson cruza las puertas del gimnasio, vestido y listo para ayudar a Jimin, si tuviera que adivinar. Lleva un conjunto de spandex ajustado y una sonrisa brillante que rivaliza con la de Jimin. Jackson sale con Namjoon y tiene muchos seguidores en Internet. Aunque el suyo podría considerarse ligeramente más escandaloso.

—Hola, Seokjin. ¿Cómo va tu primera semana de clase?

Se me aprieta el corazón en el pecho porque se ha acordado de eso. Es una locura para mí. Llevo un año trabajando aquí. Empecé un año después de mi accidente, e intenté por todos los medios agachar la cabeza y pasar desapercibido. Pero no funcionó.

Primero, Jimin decidió hacerse amigo mío, y luego Jackson también. Sus hombres siguieron su ejemplo, junto con Yoongi, que estoy seguro de que quiere arreglarme a su manera de terapeuta. Pero soy una causa perdida. Aun así, insisten en preocuparse. Me saludan todos los días. Me preguntan por la escuela y si voy a las reuniones. Definitivamente se han colado en mi vida, y no puedo decir que lo odie.

—Estuvo bien.

—¿Tus clases son muy lejos? —me pregunta, y quiero poner los ojos en blanco ante la preocupación de su cara. Todos se preocupan.

Soy el bicho raro que se niega a subirse a un coche, que no puede superar las barreras de mi mente que me dicen que mantenga los pies en el suelo a toda costa. Así que voy andando a todas partes. Para hacer la compra. Para ir al colegio. Al trabajo. A todas partes.

—Está cerca. No está tan mal. —El campus está cerca de mi apartamento. Bueno, sólo unas veinte cuadras pero el campus es bastante grande y extendido.

Frunce los labios, sus ojos son intensos mientras se preocupa. —Hmm... Bueno, normalmente diría que ojalá, ahora puedes descansar un poco las piernas, pero trabajas en un gimnasio.

Me rio entre dientes y voy detrás del mostrador para comprobar si Jungkook ha dejado alguna nota de su turno. Llegará pronto, nunca se pierde una clase de Jimin, pero me gusta comprobarlo. —Me gusta trabajar en un gimnasio, y mis piernas están bien.

Me mira de nuevo, como si quisiera decir algo más. Y con Jackson, honestamente, nunca sabes lo que va a decir. Pero, por suerte, Jimin le grita que se reúna con él y me lanza un beso antes de saltar para alcanzar a su amigo. Suspiro, aliviado por estar sentado solo y no tener que responder a más preguntas. Me gusta que se preocupen por mí, pero a veces creo que se preocupan demasiado.

Como mi mejor amigo, Taehyung. Ha sido mi mejor amigo desde que tengo uso de razón. Siempre a mi lado. Nunca vacila, aunque debería. Es demasiado bueno para mí. Social, inteligente y perfecto. Pero no se da por vencido con mi malhumorado trasero. Dice que somos amigos hasta el final, no importa lo que yo diga.

Pero eso me hace sentir aún peor. No debería tener que preocuparse por mí. Debería estar viviendo su mejor vida. Pero Taehyung no es como nadie en el planeta. Y sé que nunca se dará por vencido conmigo. Dice que quizá mi vida esté un poco dañada, pero no arruinada.

Pero no siento que volveré a ser el hombre que una vez fui. ¿Qué clase de hombre entra en pánico cuando ve un auto? Y me refiero al tipo de pánico de manos sudorosas, corazón palpitante, rodillas temblando, tanto al borde del desmayo. Dime que no es eso un hombre arruinado.

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DAÑADO (Libro III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora