CAPITULO 33

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SEOKJIN

No puedo creer que esté en el coche y a punto de viajar dos horas hasta nuestra ciudad natal. Pero quiero hacerlo. Puedo hacerlo. No he visto a mis padres ni a mi hermana en dos años. No he visto a la familia de Taehyung por el mismo tiempo. Puedo hacerlo. Inspiro y exhalo lentamente mientras Taehyung entra en la autopista y Yeontan se acomoda en el asiento trasero.

—¿Estás bien? —Se registra y tomo su mano entre las mías, colocándolas sobre su muslo mientras conduce.

—Estoy bien. Me pregunto si la ciudad ha cambiado.

—Mamá me ha dicho que han abierto una gran tienda nueva. Qué bien—, bromea, y yo me rio.

Nuestra ciudad natal es muy diferente de Seúl. Es pequeña, en medio de ninguna parte. Pero es mi hogar, y estoy encantado de volver por un tiempo. Me moría de ganas de irme de allí cuando era más joven, y ahora no podría vivir allí. Pero lo he echado de menos. He echado de menos muchas cosas en los últimos dos años. Pero estoy decidido a no perderme nada más.

Después de dos paradas para que Yeontan haga pis y de que yo respire hondo, llegamos a nuestra ciudad natal un poco antes del anochecer. Me siento extrañamente triunfante cuando Taehyung aparca el coche delante de la casa de sus padres y lo apaga.

—Lo has conseguido—, dice, radiante de orgullo, y yo me inclino hacia él y beso feliz a mi novio.

—Lo he conseguido.

—Estoy muy orgulloso de ti. —Me mira. Miro la casa de sus padres y luego la mía, extrañamente contento de que no parezcan diferentes en absoluto.

—Hagámoslo.

Acepta y salimos los dos. Engancha a Yeontan a su correa y lo suelta del coche. Parece dudar cuando mira mi mano, pero no, no vamos a hacerlo. Lo agarro de la mano mientras nos acercamos a casa de sus padres. Después iremos a casa de los míos.

—Primero la más fácil de las dos—, dice, imitando mis pensamientos.

Cuando llama al timbre, contesta su madre, cuyos ojos bajan hasta nuestras manos entrelazadas y vuelven a subir hasta su cara. —¿Taehyung?

—Hola, mamá. ¿Podemos entrar?

—Por supuesto, cariño. —Ella lo abraza con fuerza y él no me suelta la mano en todo el rato. Mira a nuestro perro y se enamora al instante. —Es precioso. Incluso más bonito que las fotos que enviaste. Bueno, hola, pequeñín.

Yeontan se emociona, intenta saltar sobre ella, y ella se ríe alegremente antes de darme un fuerte abrazo.

—Ya estás aquí. Me alegro mucho de que estés aquí. —Me aprieta fuerte, y yo le doy palmaditas en la espalda, intentando inspirar un poco de aire.

—Lo estoy. Lo estoy superando.

Se retira, con las manos aún en mis hombros, y me mira. —Estoy muy orgullosa de ti. Es fantástico.

Mi pecho se hincha por sus elogios, y entonces el padre de Taehyung llega a su lado, con sorpresa en la cara. —¡Chicos! Ya están aquí. No nos dijiste que venías.

—Eso es culpa mía—, le digo. —No estábamos seguros de si podría hacerlo.

Me palmea el hombro feliz. —No tenía dudas, hijo. —Sus ojos se dirigen a nuestras manos entrelazadas, y sus cejas se disparan, mirando a su hijo. —¿Algo más que quieran contarnos?

Estoy radiante. Tan orgulloso de llamar a Taehyung mi novio, pero él se me adelanta. —Estamos saliendo. Tenemos una relación.

No parecen muy sorprendidos, y supongo que, viendo lo unidos que siempre hemos estado Taehyung y yo, no debería sorprenderles demasiado.

DAÑADO (Libro III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora