CAPITULO 32

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TAEHYUNG

—Más despacio, amigo—, le digo cuando Yeontan intenta tirar de la correa, descontento con el ritmo lento que Seokjin y yo hemos establecido para el paseo.

Disminuye un poco la velocidad y mira a Seokjin, que sonríe y está en su mundo mientras caminamos por la calle. Ha podido subir en el coche tres veces desde aquella primera vez hace dos semanas, y cada vez, juro que estoy aún más asombrado de él. Por eso voy a abordar el tema que tengo en mente.

—Mamá llamó ayer cuando me dirigía a clase.

Parece ligeramente preocupado. Mi madre no llama a menudo, no por otra razón que porque ambos estamos ocupados con la vida. Ella tiende a comprobar en su mayoría a través de textos.

—¿Ah, sí? ¿Está bien?

—Sí, está bien—, le digo, un poco nervioso. No quiero presionarlo o hacerlo sentir culpable si necesita decir que no. —Se acerca el día de Chuseok y va a invitar a tu familia, como siempre. Quería saber si estaríamos allí este año.

Deja de caminar, y noto los nervios que emanan de los dos, pero no me suelta la mano, así que lo considero una victoria.

—No tenemos que ir, Seokjin. No pasa nada. Me parece bien cocinar en nuestra casa o pedir comida a domicilio. No importa. —Me giro hacia él, apretándole la mano y molestando a Yeontan porque hemos dejado de caminar. —No me importa lo que hagamos mientras estemos juntos.

Me pasa la mano libre por la mejilla. Hoy hace frío y los dos llevamos abrigo, pero él lleva una gorra con el logotipo del gimnasio y está buenísimo así. Tiene las mejillas enrojecidas por el frío.

—Quiero ir.

Me muerdo el labio inferior con nerviosismo. —Sé que quieres, pero si no puedes, no puedes. Eso también se lo he dicho a mamá.

Aún no le he dicho que estamos saliendo. Seokjin tampoco se lo ha dicho a su familia y, sinceramente, no habla con ellos muy a menudo. Quiere hacerlo en persona, y lo respeto. No creo que tengan ningún problema con ello. Lo quieren y les da igual que salga con un chico o con una chica. Francamente, probablemente les sorprenderá más la parte de salir con alguien.

—Quiero hacerlo. Creo que puedo hacerlo.

—Sé que puedes—, digo con firmeza. —Pero no tienes que forzarlo—, reitero lo mismo que le he estado diciendo todo el tiempo.

—Quiero hablarle de ti a mi familia. —Sonríe, pasándome el pulgar por el labio inferior. —Mi madre se va a volver loca. Probablemente empezará a planear la boda enseguida.

Me echo hacia atrás, levantando las manos juguetonamente. —¡Vaya! Cálmate. No me vas a encerrar tan fácilmente. —Sonrío y él me da un empujón con su gran hombro, casi haciéndome caer.

—Podemos ir el miércoles por la noche. Nos quedamos hasta el viernes. Será divertido.

Los nervios se apoderan de mí y me duele el estómago de preocupación por él. —¿Qué tal si les damos una sorpresa?

Me mira con desconfianza mientras caminamos. —¿Por si me asusto y cambio de opinión?

Me encojo de hombros, porque sí, eso es exactamente. No quiero que se sienta fracasado. Conmigo, creo que por fin lo está superando. ¿Con su familia? No estoy seguro. No ha estado cerca de ellos lo suficiente en los últimos dos años como para sentirse seguro.

—Si lo haces, lo haces. No será para tanto.

—¿Crees que les importará que llevemos a Yeontan?

—No. A mis padres les encantan los perros.

—Okey. Lo haremos. Va a ser genial. —Tiene una sonrisa confiada en la cara, pero le tiembla un poco la voz.

Tiene que estar nervioso. Demonios, yo estoy nervioso. Pero nada en este mundo podría decepcionarme cuando se trata de él. Es el ser humano más valiente que conozco. Si llegamos a nuestra ciudad natal para el Chuseok, realmente no me importa. Nos tenemos el uno al otro.

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DAÑADO (Libro III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora