CAPITULO 23

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TAEHYUNG

—Oh, Dios. Sí. Sí. Ahí. —Dios mío, es bueno con la boca. Mis dedos se deslizan por su pelo mientras se mete mi polla en la boca, goteando presemen y babas por sus labios. Parece totalmente libertino y hermoso mientras sus labios se estiran sobre mi polla.

—Espera. Seokjin. —Le doy un tirón del pelo y se desprende de mi polla con un ruido obsceno, mirándome, con el pecho agitado como el mío. Está tan metido en esto, tan cachondo, que se abalanzaba sobre la cama mientras me la chupaba.

—¿Qué pasa? ¿Lo estoy haciendo mal?

Casi me rio, pero no lo hago porque sé que lo dice en serio. Sacudo la cabeza y lo atraigo hacia mí, agarrándole la cara con las manos mientras intento recuperar el aliento. —No. Estaba a punto de explotar.

—Oh. —Sonríe, sosteniendo su peso sobre mí con sus fuertes brazos. —Entonces, ¿por qué me detuviste?

—Pensé que tal vez querrías follarme—, digo con mucha más confianza de la que siento.

Pienso en ese resquicio del que hablamos. Sin penetración. Sé que él no piensa así. Sé que está metido de lleno. Pero mi inseguridad sigue ahí. Nunca había estado con alguien que se identificara como hetero, y el hecho de que sea mi mejor amigo me da aún más miedo.

—Oh, claro que sí—, dice, y la emoción de sus ojos me hace perder los nervios. Mira hacia abajo entre nosotros, a nuestras pollas duras aplastadas entre nuestros cuerpos, y yo hago lo mismo. Está tan caliente que me pregunto qué estará pensando.

—Esto es jodidamente caliente.

Sonrío. —Está a punto de ponerse más caliente. Tengo condones y lubricante en el cajón.

—¿De verdad necesitamos los condones? —Sus ojos se encuentran con los míos, y ahora mi corazón empieza a retumbar en mi pecho, mi cuerpo lleno de nervios una vez más.

—¿Qué?

—Bueno, quiero decir que no he estado con nadie desde hace mucho tiempo, pero me he hecho la prueba dos veces desde la última vez que estuve.

—Yo también me he hecho la prueba desde la última vez que estuve con alguien, aparte que siempre uso condones, pero Seokjin…

Me roba los labios antes de que pueda pronunciar las palabras, hambriento de mí. Devorando mi boca y magullando mis labios con un castigo que ansío. —Entonces, ¿cuál es el problema? Podemos usarlos si quieres, pero sabes que confío en ti. —Me besa con fuerza. —Completamente.

—Yo también confío en ti.

—Entonces, ¿sólo lubricante?—, pregunta con inocencia y nerviosismo en los ojos.

Asiento con la cabeza, deseando sentirlo dentro de mí sin nada más. La idea me produce un escalofrío de placer. —Sí. Sólo lubricante.

Se pone boca abajo a un lado de la cama, rebusca en mi cajón y agarra el lubricante. Vuelve hacia mí y cubre mi cuerpo con el suyo, sin apresurarse. Me besa con fuerza, tomándose su tiempo y explorando mi boca mientras nuestras duras pollas se deslizan una contra otra, y no puedo evitar la sonrisa que se dibuja en mis labios contra los suyos. Su lengua se desliza por mi boca y vuelve a abrirla a lametazos, acariciando mi lengua con la suya cuando entra.

Agarro el lubricante, me echo un poco en los dedos y me dirijo a mi agujero, lo rodeo y me preparo para él. No puedo aguantar más. Llevamos toda la mañana besándonos, después de quedarnos dormidos en el sofá anoche, tras nuestra primera cita para cenar y ver películas. Ya estoy al borde, y cuando deslizo un dedo dentro de mí, lo que coincide con su boca en la mía y su polla dura arrastrándose contra mi polla dura, casi me vuelvo loco en ese momento.

DAÑADO (Libro III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora