3- La recuperación de Susu

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- ¿Estás... bien? – La pregunta de Josuke me hizo reaccionar. Me reincorporé sobre mis propios pies y él me soltó con cuidado, como si de lo contrario me pudiese caer. Yo tomé aire e instintivamente posé mi mano sobre mi pecho, tratando de calmarme.

-Sí... me asusté – Sentí que mi rostro enrojecía y no tenía el valor de volver a verle a la cara.

-Deberías dejar de salir corriendo así... especialmente en la calle y cuando no llevas puesto tus lentes – Recordé que la vez que ellos me encontraron llorando no llevaba puesto mis lentes. Irónicamente, esta vez sí los llevaba. – Quiero decir, es algo bastante peligroso... -

-Ya entendí – Respondí ofendida, a pesar de que él estaba usando un tono de voz muy gentil. -Estoy bien... gracias por eso... pero ya puedes irte... - Le dije aún sin devolverle la mirada.

Él no se movió de su lugar y comencé a molestarme.

- ¿Qué? ¿No escuchas? Dije que ya puedes irte – Repetí esperando a que se fuera, incrédula de lo terco que podría ser al respecto, preguntándome por qué insistía en quedarse y acompañarme, pero solo escuché un sonido de pensamiento de su parte.

-Suzuki, me estás sujetando de la camiseta... - Dice Josuke. Volteo a ver mi mano que tal como dijo lo estaba sujetando con fuerza de su camiseta amarilla, como si fuese una niña que temía que al soltarse se perdería. Me aparté, liberándolo como si me quemara, y otra vez me sentí avergonzada.

-Lo siento... - Dije. Escuché una risita de Josuke y me volví a molestar.

- ¿Estás segura de que estás bien? – Esta vez dudé en responderle.

La verdad es que no estaba bien, y no quería ir al hospital con Kanase, ni fingir ser alguien que no soy. Yo me quería aferrar con uñas y dientes a mis planes, pero Josuke me estaba tentando a olvidarme de ellos, y yo temía que podría ceder. Culparía a Emi por no poder darme el lujo de hablar con una amiga, con alguien de confianza, que ahora quería sujetarme de Josuke como si fuese el último salvavidas.

-Odio este lugar... - Digo sintiéndome incapaz de continuar. Parece que tomé desprevenido a Josuke al soltar eso tan de repente.

- ¿Te... refieres a esta calle? Podemos ir a otro lado si quieres – Dice torpemente y yo frunzo el ceño mientras aprieto los puños.

-No... olvídalo, ya déjalo... -

-No, no, puedes decirme, la verdad es que tengo curiosidad por saberlo – Insiste, y yo vuelvo a querer ceder. Siento que estoy yendo a un terreno peligroso al permitirle saber mis razones, y me muerdo el labio dudando si continuar o no.

Josuke me invita a ir a una plaza y terminamos en unos columpios, los niños no parecen aprovechar este lugar en este horario. Me da mi tiempo para hablar, y solo comenta cosas sin importancia que suceden momentáneamente, como si quisiera aligerar el ambiente. Yo tomo aire y suspiro pesadamente, pensando en las palabras que diré.

-Odio Morioh... odio estar aquí... a eso me refería antes... – Dije apretando las cadenas de mi columpio.

- ¿Enserio? ¿Por qué? Sé que no es el mejor lugar del mundo al que vivir, tiene sus cosas malas y eso... pero no es tan malo – Responde Josuke, y puedo sentir que está sorprendido por mi afirmación. Yo me quedo en silencio, ya no estaba tan molesta, solo estaba resignada. Apoyé mi cabeza suavemente contra una de las cadenas y me balanceé suavemente. – Ya veo... no es eso... debes de extrañar mucho tu ciudad natal... ¿no es así? –

Le dio al clavo. Supongo que no era tan difícil de adivinar. Sentí una punzada de dolor al sentir que alguien lo podía comprender, pero era gracioso que fuera alguien que apenas conocí. Ni siquiera Kanase lo hubiese adivinado hasta que se lo dije. Me vino un recuerdo de él bastante disgustado cuando le dije que planeaba irme de Morioh en el futuro, y creo que luego de eso fue que empezamos a salir.

Mi vida en MoriohDonde viven las historias. Descúbrelo ahora