1- Love fool

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Mi nombre es Mizuki Suzuki, y soy una estudiante de preparatoria. Este año me he mudado, a regañadientes, a un pequeño pueblo llamado Morioh con mi mamá, mi padrastro, y mi hermano mayor Riku. Sé que algún día, cuando sea lo suficientemente mayor, podré irme a donde yo quiera, y probablemente regrese a mi ciudad natal, donde todos mis amigos y verdadero hogar me esperan.

Al principio me fue bastante difícil adaptarme a este pueblo y a su gente. Por mi enfado respecto a todos los cambios a los que me tuve que enfrentar, me construí una personalidad poco amigable.

Tengo miopía, por lo que debo usar anteojos para poder ver con nitidez. Se me recomienda usarlos todo el tiempo, pero desde que llegué a Morioh decidí solo usarlo cuando realmente me sea necesario, como para alcanzar a ver el pizarrón en clases, caminar por la calle y tomar algún transporte público, o leer un libro. No tenía intención de hacer amigos porque establecer nuevos lazos significaría que en el futuro tendría que decidir entre mis viejos amigos o los nuevos, y ya bastante fastidio tenía que lidiar con mi nueva vida. Así que, si no necesitaba reconocer rostros no usaba los lentes, y naturalmente frunzo el ceño porque no puedo ver, así que no me fue tan difícil montarme una máscara malhumorada que mantuviera a la gente apartada de mí, y si alguien ignoraba mi máscara solo tenía que responderles con desdén o ser un poco grosera y era suficiente.

Observar o escuchar a otros estudiantes convivir tan amistosamente con los demás, me hacía extrañar a mis viejos amigos; los buenos tiempos, antes de que ese estúpido de mi padrastro convenciera a mi mamá de traernos aquí. Mi enojo a veces era demasiado, y por no saber controlarlo terminaba asustando a los demás, para luego suspirar en solitario.

En el fondo sabía que yo no estaba contenta de ser así, me arrepentía un poco porque debía soportar tanta soledad. Quería poder tener a alguien con quién hablar, y no solo en mi casa cuando el teléfono y mis amigos estuviesen disponibles.

Uno de esos días vi a un chico que estaba igual de solitario que yo, pero a diferencia mía, él no tenía una máscara que ocultara lo triste que realmente estaba. Algo dentro de mí me impulsó a intentar acercarme a él.

-Oye ¿Qué te pasa? – Pregunté un poco ofensiva por la personalidad a la que me había acostumbrado a usar. Al ver su mirada sorprendida y algo asustada de que le hablara, intenté relajarme para no asustarle, y me puse mis lentes. – Quiero decir... ¿Estás bien? – arrastro un poco las palabras con timidez.

Su posición de cachorrito abandonado se relajó y terminó abriéndose a mí. Su nombre era Touma Kanase, iba al mismo año que yo, pero distinta clase, así que no tenía ni idea de quién era yo. Me contó que odiaba la escuela, y yo pude concordar un poco con él ya que no quería estar en ese lugar. Al notar que teníamos eso en común su confianza en mí aumentó un poco y prosiguió a contarme por qué estaba triste.

Resulta que él era bastante popular, le caía bien a la gente y ellos no lo trataban como un bicho raro, pero que aún así no lograba tener ni un solo amigo de verdad. Todos eran pasajeros, y nadie lo buscaba para salir. Además, siempre que parecía tener éxito con las chicas ellas lo terminaban rechazando, diciendo que "solo lo veía como un amigo" a pesar de que ni siquiera se sentía como un amigo.

-La gente es muy tonta ¡No les hagas caso! Mira, yo seré tu amiga – Le dije dándole unas palmadas en el hombro. Él me observó incrédulo, pero con un brillo de ilusión que me causó gracia de lo adorable que era.

- ¿Enserio lo dices? –

- ¡Claro! ¿Por qué no? Ambos odiamos la escuela, eso nos hará cercanos ¿verdad? – Dije bromeando. La verdad es que solo tuve un impulso de amabilidad, queriendo ayudar a alguien que parecía necesitar ayuda, y a lo mejor, un poco cansada de la vida que yo misma estaba buscando.

Mi vida en MoriohDonde viven las historias. Descúbrelo ahora