Phoebe y Luke tenían una cita. Era otoño y las hojas cafés caían de los árboles, algunos de los campistas habían vuelto a casa con sus padres, así que el campamento se encontraba mucho mas vacío que de costumbre. Y aunque sonara algo cursi, Phoebe y Luke tenían una cita. Una cita organizada por Luke.
Una parte de Phoebe no entendía muy bien porqué él quería una cita, generalmente sus citas eran citas no planificadas.Y por otra parte creía que era una de las cosas mas tiernas y eso provocaba un nerviosismo que no había sentido antes.
Se sentía emocionada.
—Luces preciosa.
Traía el cabello suelto y las ondas se le formaban sobre sus hombros. El frío se empezaba a hacer presente, así que llevaba puesto un sweeter azulque hacían que su rostro se iluminara.
Phoebe siempre se veía preciosa, pero a Luke le gustaba decirlo, porque las mejillas de las chicas adquirían un tono rosa, un gesto involuntario del que a veces ni siquiera ella se daba cuenta.
—Gracias. —le dió una tierna sonrisa con la que Luke quedó encantado. —También te ves bien.
Luke se veía muy muy bien. Tan bien que a veces Phoebe sentía que no podría apartar sus ojos de él. Tenía una belleza natural y atrayente.
Luke agarró la mano de Phoebe y tiró de ella para besar sus labios. Un beso fugaz. Algo que ya se había vuelto parte de su rutina.
Luke la guío a través de los árboles hasta una planicie en medio del bosque. Annabeth había sido su pequeña cómplice en todo esto. Estando dentro del campamento no es que pudieran tener una cita en algún restaurante o ir por un café, así que la mejor opción era un pequeño picnic.
—Sorpresa. —susurró en su oído. —¿Te gusta?
Sentía como si su corazón fuera a explotar de amor por Luke.
—Todo es muy lindo. —dijo con sinceridad.
Ambos se sentaron sobre la manta. Habían estado en ese lugar mil veces, un pequeño rincón en el que ambos podían estar solos. Y cada una de las veces se sentía especial.
Dejó caer su cabeza en el hombro de Luke y este dejó un beso sobre su frente mientras la rodeaba con sus brazos. Luke quiso decir algo en ese instante, pero estaba nervioso, como nunca antes, así que las palabras se quedaban atascadas en su garganta y el final mantenía el silencio. ¿Tan difícil era hacer una simple pregunta? Se perdía en sus pensamientos, intentando decir todo aquello que quería decir.
