✎ . . . Capítulo cuatro

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La shinigami y la muerte

El sol brillando en su punto más alto era lo que acompañaba al trio de compañeros ahora mismo, quienes se encontraban caminando por la calle siendo dirigidos por ______ hacia un destino desconocido para ellos. Durante el camino, no hacían más que resolver las dudas del menor.

—Entonces ¿No tienes casa? —preguntó el niño azabache caminando detrás de la diosa.

—Lleva dos semanas vagabundeando por ahí —susurró la shinki mayor regresando su vista al pequeño.

—¡Dejen de conspirar en mi contra! —reclamó la diosa bromeando y sacando un par de risas de sus compañeros.

—Me hace dormir en un basurero —se victimizó la pelirroja poniendo una mano en su pecho.

—¿En serio?

—No, no es literal. No tienes que tomarte todo tan en serio —respondió la ojiverde mirando de reojo al niño.

—¿Y quién era el chico de antes?

—Ah, verás pequeño, en este mundo aparte de ______ existen… —las palabras de la pelirroja fueron interrumpidas por su ama.

—Es un bellaco, un rufián sin oficio ni beneficio —se cruzó de brazos mientras miraba al pequeño azabache—. Es la clase de personas con las que debes evitar juntarte Aki.

El niño asintió rápidamente, ganándose un suspiro por parte de Haru quien no podía creer que ese niño de verdad siguiera a su ama con tanta devoción.

—¿Y por qué estabas con él?

—Olvida eso, ya llegamos —habló la diosa mientras llegaban a un pequeño puesto de ropa de segunda mano, ______ hurgó entre los bolsillos de su manto.

Finalmente logró sacar unas cuantas monedas que había recolectado de pequeños "trabajos" anteriores y que ahora le servirían de algo, después de todo no iba a permitir que su segundo y más joven shinki vistiera aquella bata blanca que traía puesta desde que su alma tomó forma humana. Con las monedas en sus manos, se las entregó a la pelirroja.

—Tendras que comprarle algo digno —dijo despidiéndose de sus monedas casi sin querer soltarlas.

—¿Por qué yo? —preguntó la contraria siendo tomada por sorpresa.

—Porque yo los asustaría. Anda que tenemos que ir a ver a Hiyori —apuró la diosa apoyando la espalda en un muro fuera del establecimiento.

—Bien… usted manda —asintió de mala gana mientras tomaba la mano del niño con algo de miedo y ambos entraban en el lugar, después de todo no había mucho de que preocuparse, apenas salieran del sitio serían olvidados.

Mientras tanto la diosa en las afueras observaba la gente pasar frente a ella, pero no parecían notarla en absoluto, solo continuaban su paso. Su mente divagó hasta el par con el que siempre estaba, era cierto que con ellos era el mismo caso, ahora eran tres.

—Pobrecillos, solo querían tener una buena vida —susurró mientras apoyaba su cabeza detrás y dejaba escapar un sonoro suspiro. El sonido de una campanilla la sacó de sus pensamientos.

—¡______! ¡Mira lo que me compraron! —habló una voz infantil, la diosa dirigió su mirada al azabache y a la pelirroja quienes habían llegado a su lado.

El chico vestía una camiseta azul simple, un pantalón negro, una chaqueta blanca desabotonada y una pequeña gorra de igual color. Eso sin olvidar unos zapatos negros muy parecidos a unos tenis.

𝐃𝐢𝐨𝐬𝐚 𝐒𝐡𝐢𝐧𝐢𝐠𝐚𝐦𝐢 ━━━━𝐊𝐨𝐟𝐮𝐤𝐮Donde viven las historias. Descúbrelo ahora