✎ . . . Capítulo trece

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✎ No somos iguales

En términos de mayoría, Yato y ______ llevaban la ventaja, pero las habilidades de Rabo fácilmente podrían superar a un dios de la calamidad retirado y a una shinigami que solo peleó en la época feudal.

-¡¿Dónde está?!

-¿Eh?

-¿Dónde está el dios de la calamidad que conocía? -cuestionó el peligris mientras chocaba su katana contra la del azabache.

______ trató de llegar por sorpresa, pero falló terriblemente pues aunque lograba ganar velocidad con sus alas todavía no estaba acostumbrada a manejar a Aki como arma. Era mucho más ligero que Haru y empuñarlo con una mano era algo difícil.

-¿Dónde está esos hermosos ojos consumidos por la depravación? Mi único deseo es luchar contra ese par de desalmados, el dios de la calamidad y la shinigami.

-¡Cállate! -expresaron ambos con fastidio, a pesar de ser dos, Rabo sabía cómo manejarlos a ambos.

En un determinado momento, el hombre pegó un salto que lo elevó y le dió unos momentos para pensar.

«Ya veo, aún no es suficiente» murmuró mirando a Hiyori en los escalones, la cual observaba sin saber que hacer.

-No estás del todo a salvo en el aire -habló una voz femenina golpeando la nuca del anterior humano y mandandolo al suelo donde fue recibido por Yato, pero el grisáceo lo esquivó.

Ahora estaba frente a la castaña, alzando su katana listo para matarla. Quizá así podría desatar la completa ira del dios de la calamidad.

-¡Maldita sea! -maldijo ______ en los aires, aún si intentaba bajar a toda prisa no llegaría a tiempo.

Sin embargo, Sekki se atravesó a tiempo para evitar el cometido del hombre. La katana llegó volando desde un costado y evitó el golpe fatal que recibiría la chica.

Yato intervino de inmediato aprovechando la distracción de Rabo, tomó la mano de Hiyori y salieron corriendo en dirección al puente. El hombre junto con la shinki de cabello corto se limitaron a mirarlos con desprecio.

Mientras tanto en el mundo humano, varios dioses observaban la implacable tormenta de penumbra y otros tantos peleaban contra los ayakashis, tal era el caso de la diosa Bishamonten o la diosa Amaterasu, la cual defendía su templo de varios ayakashis infiltrados.

-Esa tormenta -comentó uno de sus shinkis, un hombre de cabello negro recogido en una coleta y brillantes ojos amarillos mientras se dirigía a su compañero-. ¿No te parece conocida?

-¡Pues claro! -respondió su compañero con una sonrisa, un chico pelinegro con su cabello también recogido en una coleta atada con una cinta roja-. Siempre peleabamos en esas tormentas junto a _______.

De vuelta en el templo de Rabo, la joven no tan joven shinigami distraía al peligris lo suficiente para que Yato pudiera llevarse a Hiyori lejos del lugar del desastre.

-Deja de intentarlo, ¿Qué puedes tú hacerme con este pequeño niño? -cuestionó con burla el hombre poniendo su dedo sobre la punta del clavo-. ¡Haruki!

-¡Hakki!

La invocación de las guadañas ocurrió nuevamente, ambos poseian la misma guadaña en sus manos listos para empezar un nuevo combate.

-Oh vamos, ¿De verdad crees que quiero pelear? Haruhime solo quería verte de nuevo -pronunció haciendo que la guadaña volviera a ser una chica.

-Sí, claro. Solo estoy aquí por los recuerdos de Shion y Hiyori, ustedes me importan un carajo -respondió la diosa con brusquedad.

𝐃𝐢𝐨𝐬𝐚 𝐒𝐡𝐢𝐧𝐢𝐠𝐚𝐦𝐢 ━━━━𝐊𝐨𝐟𝐮𝐤𝐮Donde viven las historias. Descúbrelo ahora