Capítulo 36: Yo no soy esa mujer...

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LITORAL CENTRAL, CHILE

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LITORAL CENTRAL, CHILE.

15 DE ENERO DE 2029.


NARRADOR.


-Pepé...-exclamó Julieta desde la orilla.

Las dos niñas jugaban con baldes y palas en la arena oscura y húmeda, sus cabellos estaban llenos de ese polvillo casi invisible. Belén dormía sobre la barriga de Pedro y se sobresaltó. Tenían un día de playa, alejados un poco del ruido.

--¿Zup girls?...-repuso él restregándose los ojos e incorporándose.

--Ven...-gritó Julieta nuevamente.

--Ve, tranquilo.-susurró Belén.

La mujer contempló cómo los tres se arrodillaron en la arena y tomó su celular. Por esos días, no sólo había aprovechado de ver a su familia, sino concertar citas para poder hacer stand up en Santiago. Ángela la estaba ayudando.

--El otro miércoles, en el Bar de René.-respondió su amiga.

--¿Irá gente?

--Es que yo creo que serán como unos cinco minutos y haz chistes sobre ser del sur.

--Pensaba ir sola, para no exponer a Pedro...aunque ahora que recuerdo que se va ahora, tiene temporada de premios.

--Mejor, busca quién te cuide las niñas y vamos.

--Tendría que pedirle a mi suegro, bueno él siempre me apoya.

--Avísame, si no puede él, le pedimos a mi mamá...está llorando mi niño y justo el Carlos salió por la cresta...

--Estos huevones siempre desaparecen cuando una los necesita.

Cortó, al son del llanto de su ahijado Ismael. Fijó su vista en las olas, en el aire salino, en su familia que jugaba entre medio de todo ese paisaje estival. Un impulso la hizo caminar por la arena caliente, hasta sentirla más fría, el agua tocó sus pies e ingresó en el agua.

--¿Vas a nadar?-preguntó Pedro.

--Sólo un chapuzón.

Quería volver a nacer, ya no como una Belén más tímida, más introvertida, que dejaba que la trataran mal. Y la forma que se le ocurrió de bautizar a esa nueva ella, fue entrando en las olas. Se atrevió a usar bikini aquel día, mostrar los rastros que la maternidad dejó en su silueta, sin pena ni vergüenza.

Luego de salir a la superficie, se entretuvo con las niñas, mientras Pedro contestaba una llamada. Comenzó a atardecer y él no dejaba de hablar por celular. Una leve molestia se apoderó de su pecho. Así que antes que comenzara a correr el viento helado, volvieron bajo la sombrilla y comenzó a desarmar el lugar dónde descansaban.

--Vamos a llegar a la casa de la tía, se van a bañar, luego, comeremos.

--Quiero papas fritas.

--Mi amor no puedes comer papas fritas todos los días.

Mi Sono Innamorata (Pedro Pascal)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora