Capítulo 21: Pero él siempre conmigo y yo con él...

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PEDRO

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PEDRO


El efecto de la cena seguía intacto, sentía un calor abrasador, que no se había acabado con lo ocurrido en la iglesia.

Llegamos a la habitación, sus tacones rojos hacían un ruido coqueto, el vestido  destellaba y hacía notar su silueta tan marcada, se veía tan bella, que la abracé presionándola contra mi masculinidad y ella río suavemente, volteándose para besarme.

--Me traes vuelto loco con ese vestido, te ves preciosa...

Caímos a la cama, ella debajo de mi cuerpo, busqué desesperado bajo su ropa, bajé las medias hasta su rodilla y me hundí en su entrepierna, saboreándola, ella jadeó, se aferró a mi cabello y murmuró.

--Tú también me traes loca...

--Estás tan mojada...tan dulce...

--Sólo para ti, mi vida...

Estaba tan húmeda que pensé que seguir dilatando lo quería hacerle sería una tortura. Abrí mi pantalón y Belén susurró.

--Quítame bien la ropa...

Deslicé las medias, desabroché sus bellos zapatos y sin pensarlo, entré en ella, las lentejuelas del vestido raspaban un poco mi abdomen, Belén desabotonaba mi camisa y me desnudaba mientras la embestía, su mirada estaba encendida. Besé sus pechos, desesperado, Belén me sostenía y gemía despacio, en mi oído. Me olvidé que estábamos en casa de mi papá, que eran cerca de las dos de la madrugada, que podrían habernos visto por San Diego y Alameda, sólo me importaba ella, mi mujer, mi Belen, mi compañera.

Le saqué el vestido, porque ya me lastimaba el roce y quedó frente a mí, desnuda, bella, conté sus lunares con mis labios, su cuerpo estaba lleno de ellos, pero amaba los que decoraban su espalda. La acomodé boca abajo y volví a entrar en ella. Comenzó a moverse cadenciosamente, meciendo sus caderas con ese movimiento de ola de mar, haciendo que cada embestida se sintiera más deliciosa. No iba a durar mucho más así, traté disimuladamente de ir bajando la intensidad, pero me fue imposible y luego de unos segundos, sentí que se me nublaba la vista, me corrí dentro, jadeando un poco más fuerte, a riesgo de despertar a mi familia. Belén sostuvo mi mano y me acomodó en la cama. Me abrazó, hundiendo su nariz en mi pecho.

--Te amo, te amo tanto...no te imaginas cuanto bebé...-murmuró totalmente vulnerable.

--Y yo a ti, eres tan linda, tan sexy, tan mía...

Me besó y la caricia caliente me dejó una quemadura, se levantó a buscar algo con qué cubrir su desnudez, dejó su vestido en la maleta, los zapatos también, la observé cómo tomó mi camiseta amarilla de los Lakers, se la calzó y me lanzó mis calzoncillos Hugo Boss verdes.

--Quiero dormir sin ropa, es más rico.

--Nunca sabes cuando puede haber un terremoto, Pedro, lo mejor es siempre dormir con calzones.

Mi Sono Innamorata (Pedro Pascal)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora