18: Mucho calor.

289 31 22
                                    

Me había enfermado. Dormir a la intemperie, bajo la mano impredecible del cielo y del mar, habían hecho estragos en mi ya agotado cuerpo, y la fiebre era el método que hallaba para intentar curarse.

Pero yo ya estaba comenzando a delirar. Los paños fríos que envolvían mi cuerpo no funcionaban para devolverme la temperatura corporal habitual y solamente me mantenían húmedo contra las sábanas de la camilla, entre las cuales tiritaba al jadear.

A pesar del malestar, había algo bueno, recibía muchas visitas de Sanji, que acariciaba mi pelo y ronroneaba contra mi cuello, mientras me abrazaba y me protegía de mi inventado frío.

Amaba estar con él y dormirme sobre su pecho, escuchando el latir tan sereno de su corazón como canción de cuna que me arrulla. Él solía pasar las horas que no estaba cocinando conmigo, jugueteando con mi cabello, contándome cosas o pidiéndome perdón.

Sanji se disculpaba conmigo todo el tiempo.

Pedía perdón por la supuesta brusquedad cuando me mordió, por la forma en la que ocupaba espacio en la camilla cuando se recostaba a mi lado. Incluso pedía perdón por pedirme perdón.

Se me encogía el corazón en pena, y abrazaba su cuerpo fuerte y bellísimo como los cuarzos que brillan bajo la luz del sol, con el ánimo de transmitirle mi confianza. Quería que no se disculpara más.

A veces se ponía tan triste que el azul de sus ojos se sentía nostálgico y congelado. Pasábamos los ratos en silencio, reflexionando con melancolía sobre los males que alguna vez nos supieron atrapar. Pasado un rato, su azul triste se tornaba lentamente en un casi celeste lleno de amor que siempre estaba dispuesto a recorrerme la piel hirviendo con besos.

Así pasaron cuatro días.

También me visitaban Nami y Robin para charlar, para que no comiera solo, o simplemente para preguntar cómo estaba y guardar un cómodo silencio juntos. Disfrutaba su compañía.

A Luffy lo veía todos los días. Siempre venía a jugar; me hacía caras raras, me contaba cosas y no se sabía estar quieto ni cinco minutos. Verlo tan lleno de energía me dejaba el triple de agotado, pero también era divertido.

Aunque lo notaba distinto. Un poco más distante; evitando el contacto físico a toda costa, inclusive una vez lo atrapé mirándome la marca con ojos oscuros.

Luffy tampoco era muy bueno ocultando sus feromonas. La enfermería, mientras estaba él presente, olía a preocupación y celos.

Y eso no me sorprendía. Al fin y al cabo, nosotros nos habíamos besado. Un beso sublime que había disfrutado muchísimo, del cual no me arrepentía y que deseaba que se repitiera algún día.

Pero la idea de serle infiel a Sanji me parecía atroz. No quería hacer eso, él no se merecía eso.

Pero mi piel quemaba distinto bajo la presión de esos ojos oscuros que muy pocas veces se presentaban serios.

Me reprimía. Debía hacerlo. Amo a Sanji, es mi alfa. Y ya bastante malo era tener que escuchar los gritos de sus discusiones constantes.

Sanji estaba furioso con Zoro por sobreexigirme y con Luffy por no hacer nada para castigar a Zoro.

Zoro estaba furioso con Sanji por haberme mordido y con Luffy por no haber evitado que eso sucediera. Creo que incluso está furioso con Chopper por no poder curarme la gripe y por no poder deshacer la marca.

Luffy no estaba furioso con nadie. Pero sí estaba muy celoso y no le gustaba el tiempo que pasaba con el rubio a solas.

La situación era tan tensa que las chicas sólo hablaban de eso, a pesar de que no querían preocuparme de más.

El gran guerrero del mar. (Usopp x All)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora