21: Un olor fresco (+18)

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TW: Este capítulo puede contener escenas de sexo explícito; ass eating y algo de cruising.

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Mi celo fue atenuado por las pastillas de Chopper, así que pude transcurrir dos días de relativa paz. Mis feromonas, aunque aún dulzonas, eran apenas perceptibles. A una distancia prudencial, nadie se daría cuenta. 

Aunque en este instante no había casi distancia entre Zoro y yo...

Nuestras sesiones de entrenamiento se volvieron una excelente rutina para desestresar el cuerpo y fortalecer la mente. Por las noches, seguía bailando cuando lo sentía necesario. Me hacía sentir vivo. Por el contrario, cuando tenía días muy agotadores, prefería dormirme temprano. Unas buenas ocho horas de sueño como mínimo, eran necesarias para mantener mi salud lo mejor posible. 

Pero el entrenamiento con Zoro era cien por cierto obligatorio. ¿Por qué? Porque era adictivo... Zoro era muy adictivo.

Siempre vestía una musculosa entallada al cuerpo, o a veces incluso elegía prescindir de la prenda, dejando a plena vista sus pectorales bien formados. Yo me esforzaba por enfocar los ojos en las gotas de sudor que le resbalaban eróticas por la piel tostada. Me daban ganas de pasar la lengua.

Yo me esforzaba en los ejercicios. Quería hacerlos bien y lucir sexy haciéndolo, porque él pensaba que yo no me daba cuenta, pero siempre lo atrapaba mirándome el culo. Al hacer sentadillas me tomaba mi tiempo, para permitirle verme bien. 

En realidad, aunque no pronunciáramos palabra al respecto, no éramos ajenos a la realidad. Sabíamos bien clarito que estábamos jugando a seducirnos con los toqueteos, con las miraditas, con las posturas provocativas, con los gemidos de esfuerzo e incluso con las feromonas en el ambiente. 

Sentirlo a él, el todopoderoso Zoro, jugando a la seducción conmigo era divertido y tremendamente excitante. Si Chopper no me hubiera dado esas ridículas pastillas, hoy estaría derritiéndome entre aquellos brazos musculosos.

Aquella mañana, era mi último día de celo. Me levanté de buen humor, en la noche había sentido como Zoro se escabullía por los dormitorios para acariciarme el rostro y las piernas mientras yo fingía dormir. Su toque había sido tan suave que me había dado cosquillas. Luego de eso, Zoro acercó su rostro a la cara interna de mi muslo, y olfateó, dejó un escueto beso y, bufando en frustración, se separó de mí. 

Supe, al despertar y revisar los calendarios de celo, que pronto sería el de Zoro. Eso explica todo, y me daba una idea.

Hoy era mi última toma de las pastillas de Chopper, sin embargo, no quería que mis últimos momentos de celo fueran inhibidos. Los anticonceptivos en mi cuerpo harían su trabajo aunque me saltara una sola pastilla, en teoría, esto que estoy tomando es una droga fuerte. Dejé la pastilla en su botecito y salí del dormitorio directo al gimnasio.

Me había puesto un pantalón blanco holgado de una tela muy fina, debajo tenía ropa interior oscura que se transparentaba. Obviamente elegí el atuendo a propósito. Arriba decidí usar una musculosa negra entallada que dejaba un poco de mi abdomen a la vista. 

Cuando Zoro me vio, su cara se volvió un poema; tomó color apenas su mirada profunda se posó en mis caderas, mi pantalón se deslizaba deliciosamente por ellas, dejando ver el elástico de mi ropa interior. Sus colmillos salieron a relucir cuando vio que aún tenía las marcas de las bocas ajenas, sé que su alfa estaba poniéndose dominante y loco por poseerme. 

Sonreí altanero, orgulloso de la reacción, y me puse a hacer el primer ejercicio de la rutina. Estiraba mi cuerpo con movimientos cuidados, asegurándome de contornear las caderas lo más que pudiese y de exhibir los músculos tanto como la ropa me lo permitiera. 

El gran guerrero del mar. (Usopp x All)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora