𝗖𝗼𝗺𝗼 𝘁𝗶𝗲𝗻𝗲 𝗾𝘂𝗲 𝘀𝗲𝗿.

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—¿Estás segura? —Preguntó Carl como tercera vez—.

—Segura. —Asentí de forma rápida—.

Sonreí de forma graciosa al ver las caras llenas de incredulidad de Carl y Michonne al contarles la pelea innecesaria de Rick y Daryl.

Sabía que todos tendría esa reacción, aquel par de hombres nunca habían peleado de tal forma, siempre estaban de acuerdo en todo y si, aún que tuvieran su par de diferencias se respetaban entre si.

Termine el plato de spaguettis que había preparado Reichel y con amor le sonreí antes de poner mi mano sobre mi vientre.

Me levante de donde estaba y fruncí el ceño ante la mirada perdida de Carl y Michonne, estaban preocupados por esa pelea, yo también lo estaba, pero estaba segura de que en algún momento vendrían llenos de mimos y el amor notable que se tienen.

Camine de forma rápida hasta el lavabo con el plato en manos y sin esperar a que alguien más lo hiciera por mi, lave donde comí, plato, tenedor, vaso y una mini tácita que se encontraba ahí.

—Ell. —Voltee levemente mi cabeza ante el llamado de Reichel— Daryl está aquí.

Todo mi cuerpo se erizo ante las palabras de la chica, ¿Daryl estaba aquí?, ¿sólo?

Deje el plato en su lugar y seque mis manos de forma rápida al ver como Carl y Michonne se levantaban de donde estaban y salían de la casa.

Solté varias respiraciones antes de caminar con rapidez detrás de los dos mejores amigos.

Vi como Carl y Michonne no se tardaban en darle órdenes a todo aquel que pasaba por enfrente nuestro, no en cambio me tome mi tiempo en llegar a él.

Aún no se percataba de mi presencia, me dedique a observarlo durante unos segundos, mis brazos cruzados y mis pies bien pegados como de costumbre, sus movimientos eran lentos y relajados, siempre con paciencia. Descargaba esas cajas con mucha lentitud, como si se tratase de un viejito.

Mis ojos no se despegan de sus brazos, se volvían más duros y firmes cada vez que levantaba esas claramente pesadas cajas, la camisa se pegaba a ellos dejándome ver lo formados que estaban, un jadeo inaudible salió de mis labios y sonreí con picardía.

¿Cuando fue la última vez que esas enormes manos estuvieron rodeando mi cuello?

Mi corazón latió con fuerza y la sangre hirvió de forma rápida por mis venas, cuando imaginé las mil y un veces en que me daba y no consejos, Dios, esto de estar embarazada no me hacía nada bien, las hormonas las tenía al mil por ciento. Mis dedos se movía con impaciencia solo por tocarlo, mis labios secos esperaban por sus labios húmedos con sabor a cigarrillo, quería que me los humedeciera por esos besos que él solo sabía como dármelos. Mierda, pensé moviendo mi cabeza de forma rápida y brusca antes de empezar a caminar hacía él, intentando controlar mis hormonas.

—Hey. —Saludo de forma leve al momento en que sus ojos hicieron contacto con los míos— ¿Cuando llegaste?

—Por la mañana. —Respondí de forma leve sintiendo mis piernas flaquear— ¿Cómo salió todo?

—Funcionó. —Respondió de forma fácil ladeando de forma leve su cabeza, mirándome de esa forma que tanto detestaba. Parecía que esa posición le daba la magia de leer mi mente— ¿Estás bien? —Preguntó dando un paso hacia mi— Luces.. acalorada.

—¿Acalorada? —Pregunté soltando una risa tonta— ¿Yo?, tú si te ves acalorado. —Lo señale— Yo no, yo estoy bien, normal, como siempre. —Hice una pausa— Daryl.. —Murmuré— ¿Me darías un beso? —Pedí con toda la pena del mundo—.

AFTER: en mil pedazos. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora