𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 37

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A las doce del día siguiente salieron del castillo bajo un débil sol plateado que brillaba sobre los campos. El tiempo era más suave de lo que había sido en lo que llevaban de año, y cuando llegaron a Hogsmeade los cuatro se habían quitado la capa y se la habían echado al hombro. 

Fueron a Tiros largos Moda a comprar un regalo para Dobby, y Harry, Ron y Hermione se divirtieron eligiendo los calcetines más estrambóticos que vieron, incluido un par con un dibujo de refulgentes estrellas doradas y plateadas y otro que chillaba mucho cuando empezaba a oler demasiado. Melania en cambio miraba su alrededor sin interés, sus amigos no se sorprenden ya que ella tiene gustos diferentes.

A la una y media subieron por la calle principal, pasaron Dervish y Banges y salieron hacia las afueras del pueblo.

Caminaron hacia el pie de la montaña que dominaba Hogsmeade, doblaron una curva y vieron al final del camino unas tablas puestas para ayudar a pasar una cerca. Con las patas delanteras apoyadas en la tabla más alta y unos periódicos en la boca, un perro negro, muy grande y lanudo, parecía aguardarlos. Lo reconocieron enseguida.

-Hola, Sirius -saludó Harry, cuando llegaron hasta él.

El perro meneó la cola, y luego se volvió y comenzó a trotar por el campo cubierto de maleza que subía hacia el rocoso pie de la montaña. Los cuatro traspasaron la cerca y lo siguieron.

Sirius los condujo a la base misma de la montaña, donde el suelo estaba cubierto de rocas y cantos rodados, y empezó a ascender por la ladera: un camino fácil para él, con sus cuatro patas; pero Harry, Ron y Hermione se quedaron pronto sin aliento, Melania caminaba como si nada.

-E-Enserio ¿P-Por que no te cansas?- pregunto Ron recuperando el aliento.

-Camina por el cementerio, incluso entierra o desentierra tumba te deja una buena condición- dijo Melania sin detenerse.

Ron y Hermione tragan duro al oír eso, Harry ya no le sorprende eso ya que a visto esas actividades en persona y lo único que a hecho es caminar por el cementerio.

Siguieron subiendo tras Sirius durante casi media hora por el mismo camino pedregoso, empinado y serpenteante. El perro movía la cola mientras ellos sudaban bajo el sol.  Al final Sirius se perdió de vista, y, cuando llegaron al lugar en que había desaparecido, vieron una estrecha abertura en la piedra. Se metieron por ella con dificultad y se encontraron en una cueva fresca y oscura. No tardo mucho en ver a Sirius volviendo a ser humano.

Harry, Ron y Hermione se sorprenden al verlo, esperaban encontrar a un Sirius flaco, con túnica andrajosa o la misma que llevaba al dejar Azkaban pero al contrario se encontraron con un Sirius en buena forma, mejor color, túnica de marca, cabello corto, barba rasurada dejándose solo el bigote.

-¿Sirius?- preguntaron los tres incrédulos.

-El mismo- dijo con una sonrisa-, aunque otros me conocen como Milton Glenn, un nombre raro pero necesario para mi nueva vida.

-¡Sirius!- Harry corre a abrazarlo.

Sirius suelta una pequeña risa y lo abraza con fuerza, al igual que él también lo habia extrañado mucho.

-Me alegra verte Harry, al igual que ustedes, me alegra ver que están bien- dijo viendo a Ron, Hermione y sobre todo a Melania.

-¿Qué haces aquí, Sirius? - preguntó Harry separándose un poco de él.

-Cumplir con mi deber de padrino -respondió Sirius revolviéndole el cabello-. No te preocupes por mí: me hago pasar por un perro vagabundo de muy buenos modales e incluso tengo otro medio pero no les diré cual- seguía sonriendo; pero, al ver la cara de preocupación de Harry, dijo más seriamente-. Quiero estar cerca. Tu última carta... Bueno, digamos simplemente que cada vez me huele todo más a chamusquina. Mi contacto me pasa información, y, a juzgar por las apariencias, no soy el único que empieza a preocuparse.

𝐌𝐞𝐥𝐚𝐧𝐢𝐚 y el Cáliz de FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora