Esteban conocía los peligros que planteaba el tener un vínculo como ese, y peor aún si la otra parte era alguien de la família real, ni mencionar que esa persona era ni más ni menos que el propio heredero del trono, el favorito de su padre que era mundialmente famoso por no tener ningún tipo de miramientos a la hora de aplicar castigos.
Durante los siguientes días había faltado al palacio, tenía miedo de que alguien allí escuche o vea algo, después de todo, el príncipe no era exactamente silencioso, lo había comprobado aquélla noche en su cama, y pensar en ese recuerdo lo ponía nervioso, porque había estado mal pero no por eso lo deseaba menos, todo lo contrario, pasaba las horas recordando el cuerpo desnudo de Francisco, sus manos rasguñando su espalda, heridas que aún tenía y tocaba solo para recordar que estaban ahi, que eso había sucedido y que le había encantado.
Cuándo sintió que ya no podía dilatar más su trabajo, tomó sus cosas de pintura y se dirigió al palacio, con la terrible mala suerte de encontrarse al Rey allí, junto a su hijo del medio, el príncipe Salvador, que había llegado ileso de la última cruzada.
-¡el pintor!-gritó el Rey en cuanto lo vio-¿o como es que le llaman en estos dias? ¡el artista! el artista desaparecido...
Esteban sintió un nudo en su estómago y cómo pudo hizo las reverencias adecuadas
-su Majestad, lo siento tanto, he tenido otros trabajos...
-¿que es más importante que el trabajo para su Rey?
-ninguno, señor, lo lamento mucho
el Rey sonrío y miró a su hijo que los miraba a ambos sin interés
-ya conoce a mi hijo, el príncipe Salvador
-su alteza-le dijo él haciendo una reverencia más
-¿y éste bufón quién es?-preguntó Salvador, que era conocido por ser cruel y avaro
-ningún bufón, es el señor Kukuriczka, artista muy recomendado que está retratando a tu hermano
-otro bufón...
-lamento la demora, su majestad, hoy he venido a terminar el cuadro
-¿terminarlo?
-si, su majestad, hoy daré los detalles finales y el cuadro de su Alteza estará listo
-¡haberlo dicho antes! es un pena que ya no lo tengamos por aquí
Esteban pensó que si era una pena, pero también un alivio
Cuándo el Rey finalmente le dijo que fuese a la recámara, que enviaría a algún sirviente a buscar a su hijo, Esteban empezó a caminar hasta allí, pero sintió la voz pesada del principe Salvador llamandolo
-¡hey, bufón!
Esteban volteó ocultando el gesto de molestia, Salvador no había dicho más de dos palabras y ya le caía pésimamente mal
-¿si, su alteza?
-cómo trabajador del palacio me veo en la obligación, y recalco que es una obligación, de invitarlo a mi fiesta de bienvenida está noche
Esteban había sido invitado muchas veces a fiestas reales, no era nada nuevo, conocía el protocolo y las costumbres.
quería declinar la invitación de ese día, tenía que alejarse de Fran a como diera lugar, pero sabía que a un príncipe nunca se le decía que no.-gracias, príncipe, aquí estaré
-es un baile de máscaras, asi que espero que tenga una, y no de las baratijas que venden en el pueblito