Una corona pesada

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El príncipe miraba la corona resplandeciente entre sus manos.

le prestaba atención a todos sus ángulos, a sus partes filosas, a la decoración con piedras preciosas.

era pesada, nunca la había tomado y sentia un nudo en su estómago, ¿si era pesada en sus dedos como sería para su cabeza? y ese pensamiento era totalmente metafórico, lo que realmente se estaba preguntando era si sería capaz de llevarla, si sería capaz de ser el rey que la gente necesitaba.

Miró a sus hombres.
ahora vivía custodiado, mucho más que antes, además del asesoramiento constante que casi no le permitía dormir.

Nunca había querido ser el rey, simplemente porque nació siendo el tercer principe, tenía consciencia de que deberían pasar demasiadas cosas para ser él quién ocupe el trono.

Ahora, todas esas cosas habían pasado.

Su padre falleció pocas semanas después y desde entonces se venía preparando para la asunción.
lo sabía todo, protocolos, el discurso, lo que podía y no decir; pero el miedo seguía allí, en medio de su corazón.

Levantó ambas manos llevando la corona a su cabeza y la ajustó entre su cabello, no era realmente tan pesada, después de todo.

-¿listo, su Majestad?-preguntó uno de sus asesores

Él dijo que si, estaba listo para asomarse al pueblo y proclamarse como su rey, el rey más joven que esas tierras hayan visto jamás.

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Un discurso breve y conciso, sin titubeos.
muchos no sabían quién era, siempre había sido el príncipe rebelde.
otros le tenían fe.
algunos pocos no.
Sin embargo todos victoriaron a su nueva Majestad que no perdió los nervios,incluso luego de volver al palacio.

Despojado de la corona y las ropas elegantes, subió a la recámara principal, que ahora era la suya.

se sentó en el sofá de la alcoba y miró por la ventana, las manzanas crecían de a montones.

-¿estuvo bien?-preguntó Esteban secando sus pinceles

Él lo miró y sonrió.
palmeo uno de sus muslos y Tintín se subió sin pensarlo.

-estuvo bien-dijo él echando una mirada al imponente cuadro en el que el pintor había estado trabajando-aunque sigo sin saber si seré capaz de...

Esteban, que había caminado hasta él, besó su cabeza con ternura

-sos el rey de mi corazón, si podes con eso, podes con todo

Francisco sonrió y enredó sus dedos con los suyos

-en realidad ahora soy tu rey en todo sentido de la palabra

-cierto, pero no te olvides que en la cama mando yo, su Majestad

-nunca podría olvidarlo, señor Kukuriczka

Esteban acarició sus dedos, tenía un largo camino que emprender ahora, que vivía en el reino.
no iba a ser fácil, pero lo haría, lo harían juntos mientras su corazón continuara reinado por ese hombre maravilloso.

fin

Alteza: 𝐞𝐬𝐭𝐞𝐛𝐚𝐧 𝐱 𝐟𝐫𝐚𝐧𝐜𝐢𝐬𝐜𝐨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora